Blogia
La lampara encendida

Valero

Valero

Detalle de  San Valero en el Sepulcro del abad Lope Marco (mosasterio de Veruela. Foto www.wikipedia.org

Me imagino a Valero y a su diácono asistente Vicente en el Concilio de Elvira (Granada, ca 306 d C). El uno tartamudo o con problemas de dicción; el otro traduciendo o intentando transcribir en palabra preclara lo que la fogosidad de su obispo le dictaba. Y después en Valencia, donde ambos defendieron su fe contra la ira física y verbal de Diocleciano, hasta ser separados de por muerte: este brutalmente martirizado; el primero desterrado al Pirineo.

Era tiempos recios, tanto como ardientes de pasión. Quedaba todavía la impronta de María visitando a Santiago y su grupo a la orilla del Ebro. ¿Haría cierzo entonces? ¿Cómo sería de helador el enero del 40?. Desde luego, algo más nieve habría que en Nazaret, Cafarnaún o Jerusalén.

Se documentan varios Valeros alrededor del siglo III de la era cristiana. ¿Nació y fue realmente obispo de Zaragoza? En siglo XI, cuando la reconquista cristiana contra los musulmanes comenzó a tomar fuerza, parece que los restos encontrados en Roda de Isábena eran los suyos. Entre Alfonso I y Alfonso II fueron trayéndose sus reliquias a la capital aragonesa. Con Benedicto XIII (siglo XV), se colocó su precioso relicario en la catedral de La Seo, junto a los de San Vicente y San Lorenzo, nuestros grandes mártires. Cuenta la tradición.

Dos mil años de convivencia y enfrentamientos entre judíos y cristianos, y algunos siglos menos con el pueblo musulmán. Partiendo de Abraham, el tronco común. La primogenitura y el poder van siempre de la mano, y cada cual arrima el ascua a su sardina. Cruzadas, guerra santa, expulsión de los judíos, inquisición, contrarreforma, holocausto, conflicto israelí palestino. La cultura mozárabe y mudéjar o hispano-judía no nos sirvió de mucho. Y la historia continúa.

Puede llamarse Diego, Antonio o Fátima. Porque no va en las culturas o confesiones religiosas, sino en cada persona. Yasin Kanzaa atentó contra dos iglesias. Mató al sacristán, hirió al sacerdote. La Torá, la Biblia, el Corán. ¿En qué versículo se bendice asesinar la vida?

Me imagino a Valero orando y meditando en la iglesia más pequeña de España, paseando por el Pirineo, superándose un día tras otro, envejeciendo. Vicente ya no estaba. No lo tendría fácil luchando contra la soledad y el viento. Como tampoco hoy.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 29 de enero de 2023).

0 comentarios