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La lampara encendida

Vivir para crear

Vivir para crear

Foto www.elnacional.com

“Estamos envueltos en gruesas capas de pólvora y cemento”. Lo escribía el poeta, profesor de literatura inglesa y académico gazatí Refaat Alareer, asesinado la semana pasada en la contienda, junto a la hermana y sus hijos por cantar la verdad. Y lo comparaba con el levantamiento de los judíos de Varsovia de 1943, en la Polonia ocupada por los nazis. Los monumentos en el barrio judío de Berlín son impresionantes, por las  fotografías que me enviaba mi amigo desde allí este pasado puente.

Por esos mismos días era derruida la Mezquita de Al Omari, la más grande y antigua de la Gaza histórica, iglesia bizantina en el siglo V; la de Otman Bin Qashqar, edificios del patrimonio cultural, editoriales, bibliotecas o el archivo del Ayuntamiento.

Las ruinas de Palmira, tantas bibliotecas y monumentos destrozados en la II Guerra Mundial, el Guernica de Pablo Picasso y tanta pintura oculta en nuestra Guerra Civil, la iglesia de Belchite, toda la cultura expoliada y destruida en la guerra de Ucrania, las tradiciones autóctonas que masacran otras veinte contiendas ahora mismo en el mundo… Son patrimonio humano universal.

También del 6 al 10 de diciembre Miguel Ángel Berna iniciaba su despedida con “Rematadera”. Jota, danza, ballet… “Mudéjar”, “La Dolores”, “Rasmia”, “Crónica del Alba”… Todo su cuerpo tiembla y nos estremece; cruje como los árboles y nos hace tremolar. Pies, piernas, tronco, brazos, manos, se elevan al infinito. Sus castañuelas bailan, gimen, se contorsionan o embelesan. Se siente que lo vive desde el alma.

Una llama que de tanto arder sí que puede extinguirse en este preludio íntimo de Navidad sin Belén, sin árbol con estrella en la plaza del Pesebre, mercadillo, bandas musicales ni peregrinos católicos, ortodoxos, armenios, luteranos, siriacos, etíopes, coptos o melkitas. Este año, nuestros villancicos no alternarán con el almuecín.

Como las mujeres presas, lectoras o escritoras, en el gulag ruso; como Viktor Frankl o Irene Nemirovsky en los campos de concentración, escribir para crear, para sobrevivir.

“Si he de morir, que traiga esperanza, que sea un cuento”, escribía Refaat Alareer pocos días antes de morir. Crear y criar del latino “creare”; creer y credo, de “credere”. Nuestro destino último como humanos. La cultura nos lleva a renacer.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 17 de diciembre de 2023).

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