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La lampara encendida

Esperanza

Esperanza

Ein Karem, casa de Juan Bautista, montañas de Jerusaén. Foto Jesús Alba

Adviento, del latín adventus, significa ‘llegada’, y según el Diccionario de la lengua española “En algunas Iglesias cristianas, tiempo litúrgico de preparación de la Navidad, en las cuatro semanas que la preceden”. El pasado día 1 Zaragoza encendió todas sus luces, preámbulo de unas fiestas gozosas para chicos y grandes. Fuegos artificiales, el discurso de la alcaldesa, la coral, inauguraron unas navidades prometedoras.

El árbol de los deseos frente al Ayuntamiento, la gran bola iluminada en San Juan de los Panetes, los doce almendros en la plaza Europa, la estrella en el puente de los Cantautores del parque Labordeta, los belenes 3D en toda la ciudad, el juego interactivo del belén de la plaza del Pilar, el Mercado Central, el Cuento de Navidad interpretado por los Infanticos… También las grandes superficies, El Corte Inglés, Aragonia, se encendieron para acompañar el encargo a los Reyes, la cena con amigos, una buena película.

Sin embargo, este año no me siento feliz. Los padres custodios de los Santos Lugares han cerrado Bethlehem, la basílica de la Natividad, la pequeña puerta no apta para camellos, la escalinata estrecha en recoveco por la que nos bajaron, en sillas de ruedas y con nuestras capacidades peculiares, a la gruta de la Estrella de los Magos y el Pesebre de piedra donde dicen nació el Niño Jesús. Allí tuvimos un momento íntimo de oración la Hospitalidad Jesús de Nazaret.

Ahora, multitud de sagradas familias continúan huyendo a Egipto por Rafah, para intentar evitar el genocidio, la matanza de los inocentes y sus padres, el castigo sin vuelta del torrente Cedrón. Y ya no sabemos si se trata de cruzada, intifada, o venganza ojo por ojo de raigambre hebrea. Es el descenso al infierno, la noche más oscura de la humanidad.

El pasado domingo, 3 de diciembre, Día Internacional de la Discapacidad, fui invitada a una eucaristía preparada por la Mesa de la Discapacidad, del Apostolado Seglar de Zaragoza, en la parroquia del Perpetuo Socorro, donde van fraguándose iniciativas como el Centro de Escucha San Camilo. Me encontré con antiguos amigos y compañeros del mundo de la diversidad funcional, y de Nuestra Señora de Begoña, mis raíces. Saltaron chiribitas. Hoy domingo encendemos la segunda corona. Mantengamos prendida la lámpara y la luz del interior.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 10 de diiembre de 2023).

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