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La lampara encendida

Beethoven

Beethoven

Foto https://es.wikipedia.org El monumento a Beethoven en Bonn, Münsterplatz.

“Un 7 de mayo de 1824 se estrena, en el Kärntnertortheater de Viena, la novena sinfonía, considerada una de las obras más importantes de Ludwig van Beethoven y la última sinfonía completa del compositor alemán”, leemos en la web de Cultura del gobierno argentino. El pasado martes hicieron doscientos años. Trompas, triángulo, platillos, coro y solistas. Desde muy joven había querido musicalizar el poema “Oda a la alegría” o “Himno a la alegría” de Schiller. Una obra maestra que Ludwig ya no pudo escuchar.

Ludwig van Beethoven​ (Bonn 1770 ​– Viena 1827), de familia humilde, de origen campesino y formación musical. Cuentan cómo su padre, admirador de Mozart, empezó a enseñarle piano, órgano y clarinete, soñando hacer de él otro niño prodigio. Una infancia consagrada a la música, sin apenas relación con otros niños y cansado en la escuela. A los siete años dio su primer concierto.

La enfermedad se cebó en la familia, un tiempo oscuro. Segundo hijo de Johann y Maria Magdalena, tras Ludwig Maria van Beethoven, que murió a los seis días de su bautismo. El matrimonio tendría otros cinco hijos, de los que sobrevivieron dos.

Los editores se disputaban sus obras y la aristocracia austriaca le asignó una pensión anual. Pese a lo cual no pudo librarse aún bastante joven del aguijón de la sordera ni de los desencuentros amorosos. Debido a la merma de sus capacidades auditivas, se entregó febrilmente a la creación.

Sonatas, música de cámara, conciertos, música sacra, lieder, incidental, ballet… Beethoven entabló relación con el inventor Johann Mäzel, que le fabricó instrumentos para paliar sus dificultades: cornetas acústicas, un sistema para escuchar el piano; su obra orquestal La victoria de Wellington fue compuesta para ser interpretada con panarmónico, otro de los inventos.

De Miguel Ríos a himno oficial de la Unión Europea, creo que todos admiramos la novena sinfonía. Compartió discapacidad con Francisco de Goya y Luis Buñuel, nuestros dos grandes aragoneses, tan del pueblo. “La música se desliza por la sala de conciertos como una mano enguantada en seda por la piel de una mujer hermosa” (Ana Alcolea, Beethoven y el silencio atronador).

A veces, las capacidades diferentes suelen ser magistrales.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", dmingo 12 de mayo de 2024).

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