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La lampara encendida

Mi pueblo, mis raíces

Mi pueblo, mis raíces

Foto José Manuel Zabalza

Tras las Fiestas del Ángel y San Lorenzo, para mitad de agosto Europa, España y Latinoamérica celebran los festejos de la Virgen de agosto –la Asunción– y de San Roque. Calatayud, El Burgo de Ebro, Pedrola, Caspe… y en Soria Velamazán, su pueblo –el de toda mi familia– y el mío, donde tanto amé.

El 15 de agosto, tras la misa mayor, siempre se saca a la Virgen de la Dehesa en procesión, desde el portalejo de la iglesia de la Santa Cruz, dando la vuelta al pueblo. Al ritmo de los cohetes, que tanto disfrutan los chiquillos. Después supe que la iglesia se construyó en el siglo XVII, gracias al donativo de una señora rica, que logra sanar a su familia de la peste. Tras la Luminaria de la noche del 15, en agradecimiento por la cosecha, le tocará a San Roque, patrono de las epidemias y los perros, salir de procesión. Vestimenta de peregrino, con bastón y sombrero, una llaga en la pierna, y el perrillo fiel con el pan en la boca.

La solemnidad de la Santísima Trinidad se pasó al tercer día de las fiestas de agosto, por eso de ser más concurrida, el mismo día en el que cumplo vida. Y siempre los abuelos, poniéndose majos para la misa, vigilando la fogata y ayudando a los nietos a echar un tronco más de la memoria. Y después los padres y los tíos, abuelos ya, retomando el relevo, el reciento, la vida. Y cuando ancianos, alimentando el fuego, silenciosos, como árboles perennes, que nos tienden sus ramas.

Yo tuve un  pueblo, lo tengo, lo tendré. Preservaré la herencia de Roque, el occitano, que peregrinó de Montpellier a Italia por curar los demonios de la peste. Nutriré las raíces de mis padres y abuelos, y de los padres de sus padres, para que las aves del futuro se posen en sus ramas. Transmitiré el legado aprendido, madurado despacio, a mis sobrinos, y ojalá a los hijos de sus hijos. Que no se pierda el tronco que nos vio crecer.

Estos días hemos celebrado, entre comidas familiares, procesiones, charangas, música en las plazas, luminarias y juegos infantiles, a San Roque y María en su Dormición y Tránsito, triunfadora de los poderes de la noche. Tantos años de fiesta en el pueblo me han hecho profundizar en mis raíces: “Todavía / la ermita se levanta en lontananza, / y el viento de poniente trae rosas y violetas” (Pájaros de silencio).

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 18 de agosto de 2024).

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