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La lampara encendida

Aprendiendo a vivir

Aprendiendo a vivir

Foto CEIP Pilar Bayona

Este pasado lunes, 16 de septiembre, comenzaban los horarios lectivos del CEIP (Centro de Enseñanza de Infantil y Primaria) Pilar Bayona, polígono de Valdeconsejo, Cuarte. Un centro con currículo integrado de música y comedor, en el que a las actividades educativas se unen otras extraescolares bien diversas, como kárate, multideporte, manualidades, patinaje, baile o ciencia divertida.

Aquello se llena de pequeños y padres y autobuses, sobre todo a las 9 y a las 14 horas. Las nuevas generaciones parece que se inclinan, por distintos motivos, por los extrarradios y pueblos aledaños a la ciudad. Una baraúnda de adultos y chiquillos me cortaba el paso.

Era la segunda semana que mi padre residía en el centro de rehabilitación Cuidad2, junto al lado del colegio, en la otra acera. Subes por una cuestecilla, con cuidado, del bulevar –es un decir– o parada del bus 410, que te lleva desde la plaza Emperador Carlos V, si tienes suerte y sale la rampa. He de reconocer que los conductores te tratan francamente bien, dándote prioridad a dos sillitas de bebé que pudieran ocupar tu asiento de pasajero con diversidad funcional.

Porque el bonotaxi o tarjeta ciudadana, sufragada por el Ayuntamiento, no entra fuera del término de Zaragoza, ya sea por unos metros. Y el taxi de ida te cuesta un ojo de la cara, y el otro el de vuelta. Claro que otra opción es coger el tranvía hasta Valdespartera, y allí hacer trasbordo en taxi, algo más económico.

Bueno, pues llegas, superada la carrera de obstáculos, y aún tienes que pasar a la otra acera por el  badén o rebaje, medir muy bien para no caerte a la calzada, acceder por la rampa en U y timbrar a la puerta. ¿Quién llega a un timbre para un adulto en pie a la altura de una silla sin elevador, a lo Echenique?

Una de las tardes, me pareció escuchar a una cuidadora que iban los niños del colegio a hacer una actividad. Los pequeños aprenden a leer, a comunicarse, a convivir. Los mayores, a volver a dar sus primeros pasos, a valorar el cariño de los suyos, a ir envejeciendo y aceptando los límites, a tomar dignamente el camino de retorno. Y todos aprendemos, de rueda en rueda, a ser parte de esa cadena que no termina nunca.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 22 de septiembre de 2024).

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