Vacaciones en el mar
Foto: Mar y Paco
No abundan los viajes accesibles. O tienes coche propio, o tiras de familia y amigos, o te adaptas tú a lo que hay. Asociaciones locales para discapacitados y poco más.
Por eso, es una suerte que te concedan vacaciones subvencionadas en COCEMFE (Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica), aunque debas ir con acompañante, pagaros el AVE hasta Madrid más dos noches de residencia o, en su defecto, coger un taxi hasta el destino –no entra el bonotaxi que ha ampliado el Ayuntamiento–.
Pero vale la pena. Peñíscola, un hotel junto al mar. Apearnos del taxi y encontrarme con Marta y su pareja, que ahora viven en Donostia con su asistente personal gracias a uno de los pocos programas de Vida Independiente.
El mar y los veleros, con el Castillo al fondo, nuestra despedida vespertina. Se perdona que el hotel no tenga una triste ducha, todas las habitaciones con bañera. Porque vas encontrándote y haciendo más amigos, y sorprendiéndote. A Nati la esclerosis múltiple no le ha impedido hacer su vida, ni adoptar a dos niños inmigrantes, adultos ya –hasta hace nada aquí fuimos xenófobos–.
Carmen venía de Madrid, sus ganas de vivir mucho más poderosas que un progresivo deterioro. Ángel y Cristina, matrimonio, de Sevilla, él un accidente de moto ya olvidado, ella empujando trabajosamente su andador. A veces nos juntábamos a cenar, era autoservicio; una pena la carrera de obstáculos que habíamos de sortear en el comedor, entre tronas y cochecitos de niños.
Con Nuria y su madre, Fini, hicimos más amistad en Morella, esa bella ciudad de moradas interiores y jardín de poetas, y luego en Port Aventura. Nuria prefirió no subirse al Dragon Khan, pero su atrofia no ha supuesto excusa alguna para sacar su plaza en la Administración gijonense ni disfrutar a tope el día a día.
En el Oceanografic de Valencia nos reservaron grada, por no competir en piruetas con los delfines –¡qué pena el desconchado de las grandes moles de Santiago Calatrava!–. Y así, día tras día, se nos fueron los diez. Las dos últimas noches, despedida, discoteca y terraza. Desde la muerte de Chanquete, no había sentido tanto decir adiós al mar. Te lo llevas a casa.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 4 de julio de 2014).
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