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La lampara encendida

Los rostros del amor

Los rostros del amor

Foto: blog Cristina Sáez Vallés

Algo está cambiando desde dentro. La revolución digital que cita Rosa Montero en  La ridícula idea de no volver a verte, de 2002 a nuestros días, ha hecho que los preadolescentes lo descubran todo todavía antes. ¿Sean capaces de sentirlo? Por eso, cuidado con la imagen y los wasshap que pertenecen a la esfera personal.

¿Para cuándo la ley que rescinda la cláusula de que una menor aborte sin permiso paterno? “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”, la película de Gómez Pereira, nos viene como anillo al dedo. Desde Anillos para una dama, la obra teatral de Antonio Gala que abrió mentalidades en los setenta con una Jimena sin el Cid; o desde la televisiva “Anillos de oro”, donde unos jovencísimos Ana Diosdado e Imanol Arias ponían en la mesa cuestiones tabú hasta entrados los ochenta, mucho ha llovido en la conciencia y la sexualidad.

Visionaba “La ninfómana”, otro clásico de la cinematografía erótica –por poner etiqueta–. Una mujer va buscándose a sí misma, mediante el lenguaje del su cuerpo y del contacto con los hombres. Pero no es necesario sentarnos ante la gran pantalla, ni delante del portátil o la tablet, para saber de mundos paralelos. En la mesa de Ikea, o tomando un café con las amigas, salen los agujeros negros con la naturalidad con la que los intuyó Stephen Hawking en los posos de la taza.

Matrimonios que pactan hacer cada uno su vida, compartiendo después el mismo techo. Hijas adolescentes que piden a los padres que les deje la casa si viene su pareja. Compartimentos estancos bien definidos: amigo con derecho al roce, pareja, enamorado. Todo vale en el ámbito privado.

Siempre fui platónico romántica, tocada por un áurea espiritual; y me chirrían, aunque suene casposo, ciertos hábitos. Creo en el amor eterno, mientras dure; mientras lo recreemos para no caer en la rutina. Sueño con tules blancos, o azul clarito, adaptados, para que no se rocen con mis ruedas.

“–Los tecnohumanos no vamos a los sobones. –Estás equivocada, Husky. Sí que vais. […] Se llama Daniel Deuil. Dicen que es muy bueno. Te gustará. Además, tú eres una tecnohumana muy especial” (El peso del corazón, última novela de Rosa Montero).

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 13 de febrero de 2015).

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