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La lampara encendida

Cuentos de Andersen

Cuentos de Andersen

Foto www.mislibros.mv

Mis padres fueron inteligentes, prefirieron el cultivo de mi cerebro a experimentos médicos de conejo de indias que no llevarían a ninguna parte. La ratita presumida, El gato con botas, Mariuca la castañera… cuentos de distintos autores, a color y en relieve, con los que iniciaron mi inclinación a la fantasía y a la vida interior. Después vinieron los Cuentos de Andersen, en tapa dura y también a todo color. Y bastante después un tomo de Fábulas, Iriarte, Samaniego y otros clásicos. Me regalaban más libros que muñecas.

La princesa y el guisante, La sirenita, El traje nuevo del emperador, El soldadito de plomo, El patito feo, El ruiseñor, La pequeña cerillera… No cabe duda que Hans Christian Andersen fue el autor de relatos infantiles que más influyó en mi educación sentimental. ¿Hubiese pensado y escrito lo mismo sin su lectura?

El ser menospreciado por sus taras que luego llega a cisne. La sinceridad del niño que ve desnudo al rey. El canto del ave solitaria, el ruiseñor, capaz él solo de curar la enfermedad más grave. El amor incondicional del soldado de plomo o la sirena. La pobreza extrema de la vendedora de fósforos y su aparente trágico final. Dicen que lo vivido los siete primeros años de vida nos queda para siempre.

Cuentan que le influyó la literatura nórdica, pero ante todo el origen humilde de su cuna. Nacido en Odense (Dinamarca) en 1805, perdería al padre, modesto zapatero, siendo apenas un adolescente. Con catorce años se traslada a Copenhague para probar fortuna como actor y cantante de ópera, y halla benefactores entre célebres y el mismo monarca, Federico VI. Pero la insalubridad y el frío de su vivienda la hizo perder la voz.

Las vicisitudes y vericuetos de su vida no le impidieron el éxito ni el reconocimiento internacional, como novelista, cuentista infantil, poeta, dramaturgo y autor de una interesante autobiografía: La aventura de mi vida (1855). Viajero impertérrito, sus historias llegaron a las niñas y niños de todos los rincones del planeta.

¿Habrán leído a Andersen pequeños ucranianos y gazatíes? En el ochenta aniversario de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, cuando el papa León XIV sigue apostando por la paz ante jóvenes y adultos, Hans Christian Andersen sigue haciéndonos soñar a los ciento cincuenta años de su tránsito.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 10 de agosto de 2025).

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