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La lampara encendida

El cuarto mago

El cuarto mago

Mosaico de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia). Foto www.google.com

“La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño” (Mt. 2, 9). Parece que eran persas, y que un mosaico de los tres Magos (Justiniano, siglo VI) salvó la basílica de la Natividad, en Belén de la destrucción. Hablaron de una conjunción de Júpiter y Saturno (desde el 7 a. C.); o de una supernova. Mago se relaciona con la casta sacerdotal del zoroastrismo, y con cierta leyenda irania que relaciona la luz y el fuego de una estrella con el nacimiento de un ser muy especial.

En el Libro de las maravillas (siglo XII), Marco Polo escribe: “En Persia está la ciudad que se llama Sava, de donde partieron los tres Magos cuando fueron a adorar a Jesucristo. (…) Uno de estos fue llamado Jaspar, el segundo Melchior y el tercero Balthasar”. Aunque según parece había una serie de sepulturas de seguidores del enigmático Zoroastro.

A lo largo de la historia ha habido buscadores, científicos, teólogos que han seguido buscando y nos han acercado al rostro y a la ternura de Jesús, recién nacido o ya persona adulta, humanidad y trascendencia unidas. A uno de esos grandes buscadores lo despedíamos el día 5, justo antes de la fiesta  de la Epifanía, en la plaza de San Pedro.

Benedicto XVI, Joseph A. Ratzinger, un hombre de su tiempo. Sufridor de las secuelas del nazismo, colaboró a la apertura de la Iglesia con el Vaticano II para tomar pie en tierra ante sus dificultades. Antor de varias encíclicas y exhortaciones apostólicas, nos ayudó a muchos a descubrir la verdad. El suyo no era el carisma de las masa ni el de la caridad a flor de piel, como en Juan Pablo II o Francisco, sino el de la interiorización.

Se cuenta ya entre los padres y los doctores de la Iglesia. Uno de los mayores intelectuales de los siglos XX y XXI. Tras su pontificado, supo guardar silencio, al igual que San Juan de la Cruz y los místicos españoles, a los que sentía tan cercano.

¿Un mago más? No al modo de Artabán, que se perdió por el camino en socorro de los menesterosos, según el cuento navideño de Henry van Dyke. “… los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo” (La infancia de Jesús). El autor de estas líneas, Benedicto XVI, lo ha sido, lo es, lo será siempre para todos nosotros, creyentes o no.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 8 de enero de 2023).

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