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La lampara encendida

¿Balance positivo?

¿Balance positivo?

Foto www.freepik.es

Todo diría que ha sido el año que hemos comenzado a superar la dichosa pandemia, al menos el común de los mortales. Si bien los misiles y ataques indiscriminados han ensombrecido Europa, lo que a su vez contrasta con los fastos funerarios de Isabel II, en mitad de una crisis y un cambio de gobierno. La política ha ido desde la radical Meloni, a las leyes y salidas de tono de Irene Montero y de los suyos; mientras nuestro planeta sigue calentándose, los volcanes asolan extensiones y vidas y el “veroño” se impone como algo perenne.

Rafa Nadal continúa superándose y el campeonato de fútbol de Catar marca un antes y después en la atención al público con diversidad de capacidades. Pero no hay luz sin sombras: Sara Khadem ha de apostarlo todo en cada partida de ajedrez, decidida y sin velo, para que a más periodistas no se les decapite por defender derechos universales. Las mujeres vamos avanzando, pero las niñas pueden abortar y los enfermos y ancianos están en su derecho de anticipar la muerte asistida en caso de que su vida sea incurable –para la dependencia y los cuidados paliativos no hay dinero–.

Abogamos para que en otros países en desarrollo se instaure la dignidad. Mientras en el nuestro, solo en diciembre, más de una decena de mujeres han sido asesinadas por quien se supone más las quería. Una de ellas, en Matamala de Almazán (Soria), junto a su pueblo, el de mis padres, y el mío, con quienes tanto he amado.

Rusia, China o Venezuela sueñan con ser potencias, mientras Argentina vira de sentido. Los ricos son cada vez más ricos, y los pobres más pobres. Ni el agua llega a todos. Sigue habiendo chabolas de madera y latón, palacios derruidos por las guerras y personas durmiendo en la calle.

He tenido la suerte de recibir el Premio Moisés Calvo, del Centro Soriano de Zaragoza, en honor a su fundador. De editar mi primera novela sobre la España vaciada. De viajar a Israel y Cisjordania con un grupo de encanto, y he visto violencia, miseria y muros levantados por doquier –palestino es sinónimo de apátrida sin dignidad–.

Y con todo, debemos recibir con esperanza y ternura el nuevo año. Seguir las huellas del Niño de Belén, la estrella o asteroide de esos sabios persas que hemos convertido en Reyes Magos, nuestra luz y guía interior. Seamos positivos. Que todos recobremos la salud, Ucrania y Rusia la paz y el acercamiento, como antaño, y el papa Benedicto XVI nos siga bendiciendo.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", martes 3 de enero de 2023).

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