La tía Milagros
Foto Jesús Alba Enatarriaga
Hoy domingo concluye la octava de Pascua, con sabrosas lecturas en torno al encuentro del Resucitado con sus discípulas y discípulos más queridos; con sabor todavía a cocina y a dulces típicos de Semana Santa, entreverados con huevos y chocolates pascuales, delicia de niños y mayores. Torrijas, buñuelos, pestiños de azúcar, leche frita; sangría, o limonada en la zona de Soria; pantxineta, canutillos con chocolate y crema, tejas con helado en Euskadi… La gastronomía tiene también sus mapas y su orografía peculiar.
Entre el monte Igueldo y el Urgull se divisa la isla de Santa Clara. Siguiendo hacia el Peine de los Vientos, en la montaña, encontramos la casa de Chillida. Y hacia el otro lado, junto al Funicular, el que fue restaurante Villa San Martín, desde cuya mesa central del mirador los célebres comensales podían contemplar las playas de Ondarreta y de La Concha, atisbar sin demasiado esfuerzo el barrio del Antiguo y el mercado de La Bretxa, o el puerto un poco más allá.
Parece una vida de película la de tía Milagros, de esas escritas e interpretadas por tantos guionistas, directores y actores, que en un momento u otro pasaron por su casa durante el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Woody Allen, Robert De Niro, Richard Gere, Julian Schnabel o Federico Luppi son algunos de ellos. Pero también cantantes, escritores, políticos, gentes de la farándula y del buen yantar.
El aita y la ama, sus padres, trabajaban en una modesta caseta del ferrocarril entre Ikazteguieta y Tolosa; y ahí nacieron los hijos, un varón y seis hembras. La vida no era fácil. Milagros comienza a servir con 13 años en Villa Consuelo (Donosti), a cambio de manutención. Voluntad y trabajo, compaginó la familia y los sueños. Junto al esposo creó su primer bar de pinchos, el Azelain, en Tolosa, luego el Aldaba en la capital –sierra de Aralar y monte Txindoki de referencia– y el San Martín.
Alubias con sacramentos, marmitako, txangurro a la donostiarra, txuleta a la parrilla, las mejores carnes y pescados, ensaladas… Este pasado verano me invitó a su villa: recuerdos familiares y fotografías de los nietos, junto a las instantáneas con lo mejor de Hollywood; imágenes de santos, gnomos en el jardín. Se quedó despidiéndonos y sonriendo tras el mirador iluminado. Sus cenizas reposan en su edén. Ella nos sigue preparando, como Jesús, el mejor pescado. Nuestro pequeño txoco.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 16 de abril de 2023).
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