Blogia
La lampara encendida

No es el final

No es el final

Foto EFE /María Traspaderne / Reuters

España, Bulgaria, Turquía… y sobre todo Volos. Al norte de Grecia. Lluvias torrenciales que parecían la esperanza a semanas de incendios, inundaciones que lo arrasan todo, puentes que se derrumban de uno a otro extremo conocidos, muros que lapidan a animales y personas, calles totalmente borradas por el lodo, esqueletos de edificios que trituran vidas, hombres y libros encerrados en grandes bibliotecas que llevan al País de Nunca Jamás. Esta vez la dana ha tenido nombre masculino, Daniel, el profeta bíblico del Apocalipsis en el siglo II a. C. Una catástrofe nunca vista en Europa, según parece, desde el Diluvio Universal.

Por contra, la sequía amenaza la cosecha de alfalfa, cereales, el alimento del ganado, la escasez de los productos lácteos, el encarecimiento de los precios, la imposibilidad de llegar a fin de mes para tantas familias. Los años de las vacas flacas, que decía mi madre cuando tocaba apretarse el cinturón. Y, además, la desecación de los embalses, la decrecida abismal de los ríos, la muerte de tantos parques naturales con su flora y su fauna. Sin contar con la multiplicidad de enfermedades de la piel humana y de la dermis del planeta, los nuevos virus o la asfixia de sus pulmones. Una vez más, la cadena del ser, del micro al macrocosmos de nuestros clásicos, hecha añicos y cenizas.

Para colmo de males, el terremoto de Marruecos, Marrakech, Amizmiz, Igul, el bellísimo Atlas… Treinta segundos de temblor se transformaron en un infierno eterno. Viviendas y ciudades demolidas, cuerpos sepultos, cadáveres perdidos en humildes aldeas, miles de muertos que ya no han de volver. Las réplicas llegaron al sur de España, Portugal y Argelia. Los 7,2 grados en la escala Richter representan heridas incurables, escombros en el alma, defensas agrietadas para siempre. Casitas arcilla, adobe o madera, los niños y ancianos ya no pueden dormir.

“Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el final” (Mateo 24, 5-6).

Veíamos el otro día La historia interminable en el teatro Principal. Para salvar a Fantasia de la nada y la muerte, una hija de Eva o un hijo de Adán deben dar un nuevo nombre a la Emperatriz Infantil. ¿Qué nombre merecemos los humanos para salir del cataclismo de la noche? Hijo o Herederos de la Tierra, podría ser.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 17 de septiembre de 2023).

0 comentarios