Las sandalias del misionero

Foto www.heraldo.es
Si recuerdo mi infancia, no podía escuchar calmadamente los pasajes de la cruz, ni imaginarme la muerte ni las guerras, ni ver cabezas decapitadas en un libro de historia. Después, la vida me fue dando amigos religiosos y sacerdotes, que lo entregaron todo desde su juventud, con voluntad de hierro y con ternura. Y de un tiempo aquí, varias mujeres inmigrantes han venido a casa, para ayudarnos y asistirnos a mis padres y a mí.
No son pensamientos inconexos, en absoluto. Es más, cuando el pasado 8 de mayo el cardenal Prevost era elegido papa y, tras la esperada fumata blanca, salía al balcón, ya como León XIV, su petición por la paz del mundo, su alusión a una Iglesia misionera y sinodal y a Francisco, y su condición de inmigrante, a partes iguales norteamericano, latino y español, y su dedicación sin cortapisas, aunaban todos esos elementos. Yo lo capté en sus ojos, emocionados.
¿León Magno, el primer pontífice con ese nombre? ¿León de Asís, el discípulo predilecto de Francisco? ¿Fray Luis de León y su admirable vida retirada, también agustino como Robert? El propio León XIV dejaría bien clara la influencia de su predecesor, León XIII, y la doctrina social de la “Rerum Novarum”, esencial en una Europa y una tierra convulsas, como ahora.
De joven estudiante comprometido a sacerdote, de padre agustino a máximo responsable; misionero, uno más con los jóvenes, en Chiclayo (Perú), administrador apostólico, obispo; del dicasterio de los obispos a sucesor de Pedro. Una rica vida interior, la casa construida sobre roca, intelectual y humana.
Y Agustín y su madre, Mónica, una cultura y tradición de siglos. El magisterio del obispo de Hipona, del desierto, próximo y semejante de sus hermanos al margen. En su escudo episcopal, un lirio blanco, símbolo y emblema de María, y el corazón traspasado por una flecha.
Y está en el más aquí. Su consejo a los periodistas, paz, justicia y verdad. Que los líderes del mundo lo escuchen, se devuelvan rehenes y no mueran más niños palestinos. Hoy esperamos con expectación la primera misa oficial de León XIV y su mensaje. Que tender puentes entre hermanos y países no se quede en metáfora.
María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 18 de mayo de 2025).
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