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La lampara encendida

Paralímpicos

Paralímpicos

Foto Javier Etxezarreta / EFE

Teresa Perales, María Delgado, Sergio Ibáñez y Eduardo Santas, Jorge Cardona y los debutantes Jian Wang Escanilla, Winsdom Ikhiuwu y Fernando Galé, nuestros atletas aragoneses. Unos veteranos de Tokio y de Juegos anteriores, otros estrenándose en las pistas e ilusionados por subir al podio.

Entre los veteranos, Teresa Perales, que ha logrado el récord junto al estadounidense Michael Phelps, con 28 medallas en su ya prolongada trayectoria. Premio Princesa de Asturias al Deporte, la sirena del Ebro según Antón Castro en Los seres increíbles e inmortalizada en un retrato de Eduardo Laborda –pintor a caballo entre Zaragoza y mi amada Soria–, que lograría además un honorable quinto puesto en los cien metros libres.

El ciclista Eduardo Santas, en sus terceros Paralímpicos y con una estrategia de esfuerzo y progresiva, consigue la plata. Y la también nadadora María Delgado llega al bronce y entre en la final. “Poder estar con mi gente y salir a abrazarla es algo que me hace muy feliz”.

Y hay otras muchas historias de superación, como la del valenciano Ricardo Ten y el catalán Sergio Garrote, que sin extremidades llegan al oro en sus vehículos adaptados; el español de origen marroquí Yassine Ouhdadi, que logra otra medalla áurea con su diversidad visual; Susana Rodríguez y su guía Sara Pérez, un tándem de oro en el triatlón; o la británica Jodie Grinham, bronce en tiro con arco a sus siete meses de embarazo.

Y mil y una anécdotas que contar, como la del iraní Morteza Mehrzadselakjani, jugador de voleibol en silla de ruedas, que ha de dormir en el suelo debido a sus dos metros y medio de estatura –el segundo hombre más alto del planeta–.

Sin embargo, hay otros Juegos Olímpicos paralelos, los que cada cual disputamos en nuestra vida. Yo los conozco bien. Gracias a mis padres, mis tíos y toda mi familia, no he hecho otra cosa que carrera de fondo con obstáculos. Hoy le toca a mi padre, en el hospital, intervenido de cadera, con tan solo 90 años –parece que fue ayer–. “He competido en la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (segunda carta de San Pablo a Timoteo, 4, 7). Quizá ganar el oro no esté en esta tierra, o acaso en parte sí.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 8 de septiembre de 2024).

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