Un Pilar diferente
Foto Guillermo Mestre / Heraldo
Nombres que nunca oímos los de mi generación si no estás muy al loro. Como el cantante colombiano Sebastián Yatra y el disjokey y souwman estadounidense Steve Aoki, luciendo un tándem perfecto en el Espacio City de Valdespartera. Y junto a los pregoneros de Operación Triunfo, alguien más en nuestra onda, como el gallego Evia; para contrarrestar lo último en drones, contorneando en el cielo de las noches motivos sui generis de Aragón.
Otras veces, es trazar un puente, como La estrella azul a partir de la película sobre Mauricio Aznar. O es lo de siempre, o eso aparenta: marionetas y gigantes y cabezudos, música y jotas en la plaza del Pilar, espectáculo de luces y sonido en el parque Labordeta, rondas y charangas, vaquillas, espacios gastronómicos, deporte tradicional, teatro, magia, más conciertos…
Pero nada es estático. Si observamos imágenes guardadas en nuestra memoria y retina, el escenario era abierto, sin apoyos electrónicos, la ofrenda en la fachada del Pilar, baturras con mantilla, un único itinerario, mucho menos color de hispanidad.
Estos últimos años las fiestas se celebran por barrios, por edades, por gustos. Es todo más dinámico y diverso, ¿solidario? Los bastones y las sillas tenemos nuestro sitio en la plaza, para verlo mejor. Las carpas de comida regional se transforman en food trucks –“camiones de comida”, venga anglicismos–; y la Ronda de Boltaña convive con el tecno y el reguetón. Y el Auditorio tiene nombre de princesa.
Cada 12 de octubre ha sido distinto en nuestras vidas. Nada que ver cuando el tío traía el programa de fiestas del Ayuntamiento a nuestra casa de Delicias, entre coches y gigantes, a cuando disfrutaba a tope de las ferias, del Clínico a la Escuela de Idiomas. Décadas de experiencia desde la vez primera que asistí con amigos a la ofrenda de flores, que estos últimos años a la de frutos con el Centro Soriano de Zaragoza. Pervive la misma emoción y ternura de una hija por su Madre.
Podemos agrandar o empequeñecernos, ir de ida o emprender el camino de retorno. En la resi donde vive mi padre temporalmente, hay ofrenda y pregón, canciones populares y joticas, merienda con rosquillas y familiares. Reciclar y adaptarse, como se hizo con las joyas de la Virgen, es disfrutar en plenitud.
María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 13 de octubre de 2024).
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