Ecología sinodal

Foto https://plataformadeaccionlaudatosi.org/ - Cáritas Nigeria
Cuando escribo estas líneas, todavía no ha comenzado el cónclave de los cardenales electores, que designará a un nuevo sucesor de Pedro y del papa Francisco. Sin embargo, tenemos muy presentes las palabras del santo de Asís con las que inicia su tercera encíclica, “Laudato Si”, de 2015: “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas”.
La carta se divide en seis grandes capítulos, que analizan lo que está sucediendo a nuestra casa común, el llamado Evangelio de la Creación, la raíz humana del problema, una ecología integral, a nivel personal, comunitario y político, y la necesidad de una educación y espiritualidad ecológicas, que nos lleven a un mejor futuro.
A partir de la encíclica, se crearía la Plataforma de Acción Laudato Si, dentro del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral –llevado por varones y mujeres–, que forma, asesora y da vías de solución a hogares y organismos católicos, laicos y religiosos, de todo el mundo, 153 países en concreto.
En España, diferentes diócesis han tomado cartas en el asunto. El pasado 13 de febrero, la Delegación Episcopal de Ecología Integral de la archidiócesis de Zaragoza presentaba su proyecto: Juntos por la Casa Común. Sensibilización, formación, diálogo colaborativo y denuncia profética, entrecruzados siempre por la oración. Se trata de fomentar una nueva mirada, una espiritualidad ecosocial y otros estilos de vida –en el centro de mira los pobres y habitantes de los márgenes–.
En la Iglesia de Vitoria se va desarrollando el trabajo Cuidemos nuestra “casa común”: Acciones personales y comunitarias. Tales como la gestión energética, del agua, la luz o los residuos, así como compartir el coche o responsabilizarse de un menor consumo. El catálogo de posibles implementaciones es aún más amplio en Ensayos de Ética Ambiental, de la cátedra del mismo nombre de la Universidad de Alcalá (Madrid). Vamos por buen camino de conversión.
“Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios y podremos leer con feliz admiración el misterio del universo”, concluye la encíclica. No más cortes de luz, agua, alimentos ni derechos humanos. La nueva Jerusalén comienza en el cuidado de nuestro entorno más próximo.
María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 11 de mayo de 2025).
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