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La lampara encendida

¿Xenofobia o autodefensa?

¿Xenofobia o autodefensa?

Foto Ahmad Awad/EFE/Heraldo

Delimitaría dos niveles diferentes: fobia u odio a lo extranjero, y temor a lo desconocido y la consecuente autoprotección. Y un tercer nivel; aquel en el que el odio fratricida entre pueblos se va de las manos y provoca genocidios como los de Gaza, Ucrania o Sudán.

Coincidió con los altercados y la crisis de Torre Pacheco. Nada que ver con el debate político de izquierdas y derechas. Aquí, bajo mi casa, se hacinaban noche y día un montón de hombres, mujeres y jóvenes marroquíes. La policía debió llevárselos, hacerles algún papel y ubicarlos en instituciones y albergues aptos para inmigrantes. Deba miedo pasar delante de ellos. Y en los días siguientes, el incendio en el centro de menores migrantes de Teruel, fuera provocado, fuera por razones de insalubridad del edificio. Y ese otro en la acogida de los sin techo en Barcelona, al margen de la verbena de Sant Joan. Y otra quema en el centro islámico barcelonés de Piera. Algo no estamos haciendo bien.

Las familias y también los menores solos merecen un respeto, una oportunidad, una dignidad de vida. Y además nos salvan muchas veces de la quema, nunca mejor dicho, de una población envejecida, de una mano de obra por cuatro euros que coge trabajos que nadie quiere. Pero tenemos miedo, mucho miedo, a lo desconocido y diverso, a los discapacitados, a los trans, a la gente que ha pasado o reside en la cárcel.

Y están las grandes aberraciones, las madres de las guerras. “El infierno es un saco de huesos” en lo que queda de franja gazatí. Los recién nacido que no mueren de bomba mueren de hambre, o son alcanzados sus papás al ir en busca de comida. El amigo íntimo del papa Francisco, Gabriel Romanelli, párroco de la única parroquia católica, fue herido junto a sus feligreses y niños con diversidad funcional, cuidados por hermanas de la orden de Madre Teresa de Calcuta. Y también los no natos, como el hijo de la periodista asesinada junto a nueve miembros de su familia. En Ucrania más de lo mismo, sin paz ni marcha atrás. Y en Sudán, la guerra anónima, las violaciones y el sufrimiento a las mujeres como arma bélica. ¿Qué podemos hacer? Orar por hermanos y enemigos. Nentayaju y Hamás reconocen lo inútil de una muerte inocente.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 27 de julio de 2025).

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