Niñas sirenas
Foto Europa Press
El solsticio de verano y San Juan, aun sin hogueras, y empezar a quitarnos las mascarillas, nos llevan a latitudes y leyendas idílicas. Como la Sirenita, de Hans Christian Andersen, capaz de enamorarse y ganar un alma eterna, por cada niña o niño a los que hiciese sonreír, o por la lágrima vertida por un pequeño o adulto que actuase mal. Y llegamos al Puerto de Copenhague la escultura de bronce de Carl Jacobsen, dedicada a la bailarina Ellen Price, que tan bellamente le dio vida en ballet al relato de Andersen.
“Deseo que la muerte de Anna y Olivia no haya sido en vano. Y que aunque ahora sintamos el mayor odio, desesperanza y dolor, no sea para traer más sufrimiento al mundo sino lo contrario”, escribía su madre. Agradecía a quienes se había unido de corazón, y denuncia la barbarie: “Ellos no tienen por qué cargar con esa mochila, y si el amor se acaba lo más importante es el bienestar de los hijos”,
Si perder a un hijo es un duelo difícil, que te roben a tus niñas y arrojarlas al fondo del mar es bestialmente doloroso. Muchos no podríamos perdonarlo. ¿De dónde saca las fuerzas esa madre huérfana?
Para el Código Penal, violencia vicaria es “un tipo de violencia intrafamiliar que incluye toda aquella conducta realizada de manera consciente para generar un daño a otra persona, ejerciéndose de forma secundaria a la principal. Dicha violencia es una forma de maltrato infantil…”. Se utiliza a las hijas y los hijos de forma instrumental para causar un dolor insufrible a la pareja.
Anna y Olivia nos han conmocionado. El sencillo gesto de peinarlas, o reírse con ellas, ya no puede ser. “Deseo que la muerte de las niñas sirva para crear mayor consciencia sobre el amor que entregamos a nuestros hijos, en valorarlo y cuando estamos con ellos no tener la cabeza en otros asuntos sino en ellos. Nos necesitan y nos adoran”.
Ellas son ahora sirenitas para tantos niños buenos que sufren, y para padres enfermos que decidieron un día engendrar: “Olivia y Anna, ahora los angelitos de los niños, piden que les den todo el amor a sus hijos, dedicación, respeto, y que se les inculquen valores para un mundo mejor”. Endurecer las leyes, dejarnos llevar por la ternura.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 27 de junio de 2021).
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