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La lampara encendida

La otra infancia

La otra infancia

Foto Irene Escudero / Heraldo

“Me veo en la calle Delicias, asomada con mi madre a la galería de la cocina. Allá abajo, en el principal, los chicos de los Lorente jugaban en su terraza. Yo los envidiaba en silencio: tenían una terraza grande, eran cuatro, tres niños y una niña, y además iban al colegio. Más abajo, debajo de nuestra casa, todavía parcelas, un gallo cantaba cada mañana. (…) Las mañanas eran eternas y muy felices”.

Parece que el género literario de las memorias está en boga y he comenzado a redactar las mías. Una niña que no fue a la escuela y tuvo mucho tiempo para estar con los suyos y pensar, que conoció su propio paraíso en los Viveros municipales, donde trabajaba el tío Fermín; y también los fantasmas de la pre adolescencia y la soledad. Las colonias con otros compañeros fue algo mágico.

Poco a poco, fueron cambiando las cosas, y los niños sentaditos y con otras diversidades funcionales (intelectuales, sensoriales…) pudieron ir al cole. Son ya varios veranos en los que pequeños con cáncer, en proceso o en vías de superarlo, y sus familias disfrutan, gracias a Aspanoa, Fundación Aladina, la Asociación Española contra el Cáncer y otras ONG, disfrutan de campamentos nacionales e internacionales, o entornos bellísimos como el Pirineo, que ayudan a conllevar, paliar o mejorar la enfermedad.

Recuerdo a Natalia y a los niños de Chernobil, que venían a pasar sus oasis de verano con familias europeas. Y los de tantas guerras, campos de refugiados y catástrofes; ahora los marroquíes. Sudán, Irak, los menores que vienen cruzando el mar sin destino alguno cierto…

Lo que ya es intolerable es la hambruna, declarada abiertamente por la ONU, a la que se ha sometido a la población de Gaza, una pequeña franja de la tierra de Jesús (pocos cristianos quedan) y de las otros dos grandes religiones monoteístas. No hace falta que Médicos Sin Fronteras, la OMS, la FAO, el PMA y Unicef nos alerten. Lo vemos en la tele y hay testigos directos: pequeñas y pequeños esqueléticos, sin fuerza para masticar, deglutir ni llorar. Las cifras claman al cielo. Da igual Herodes que Pilatos, Nentayaju o Trump. Cuando se adora al Cordero de Oro, la paz de los corazones queda en la fosa común. “Vuelve a tus niños, Señor. Date prisa en socorrerlos”.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Foco", domingo 31 de agosto de 2025).

La huella del dragón

La huella del dragón

Foto José Carlos Bermejo. Incendio visto desde el CEHS, en Tres Cantos (Madrid).

Orense y Lugo, Asturias, Cantabria, Navarra, Cataluña, comunidad valenciana, Murcia, Andalucía, Extremadura, Castilla León, Madrid, Mallorca. Arde España con más intensidad que nunca. Y no digamos Portugal y el resto de Europa. El dragón de San Jorge, un símbolo tan aragonés, parece haber querido tomársela por su mano este verano.

Daroca fue el más cercano, aunque controlado relativamente pronto. Mis queridas Ávila y Salamanca, especialmente castigadas. Y León y el Bierzo, y Zamora, donde tan bellos momentos pasaríamos. Lo de Galicia no tiene nombre ni perdón: las inmensas extensiones verdes cohabitan con la pobreza más extrema y la falta de recursos. Extremadura, Cáceres y Badajoz, siempre fue paupérrima y ardiente, lo comprobamos al visitar a una amiga en el entonces CAMF (Centro de Atención a Minusválidos Físicos) de Alcuéscar. Y antes el Valle del Jerte y sus ricas cerezas. Cuando escribo estas líneas, preocupan los incendios de Jarilla, que se acerca a Plasencia, y Alburquerque. Miles de hectáreas chamuscadas.

En Asturias, nada menos que diez incendios declarados, y la mítica visita a los Lagos de Covadonga, que realizamos hará un par de años, suspendida también. Castilla La Mancha, con al menos cuatro poblaciones en alerta máxima de evacuación, si bien calmada finalmente. Carcastillo, en Navarra, que vimos en nuestras inspiradoras vacaciones al Valle de Baztan. En el Centro de Humanización de la Salud y la residencia San Camilo, Tres Cantos, se sentía el humo y la asfixia. Y no digamos Andalucía. Mi adamada Mezquita cordobesa, con sus capillas de la Anunciación y San Bartolomé, poco menos que una nueva Notre Dame.

Esta semana, con la bajada de temperaturas, amainaron las llamas. Pero queda la pérdida, de la casa, el ganado, los recuerdos. La tierra y sus bienes forestales pueden rehabilitarse, a fuerza de paciencia y de años, por mucho que sea un atentado a la casa común. El ser humano lo tiene más difícil cuando lo talan de raíz. Y si la herida viene de otro ser humano, es ya un sinsentido, el estigma del monstruo, del dragón de fuego, que no se extingue nunca. Ojalá me equivoque.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 24 de agosto de 2025).

La Virgen de Agosto

La Virgen de Agosto

Foto José Manuel Zabalza. La Virgen de la Dehesa, patrona de Velamazán.

“A las doce en punto sonaba el toque tácito de bajar a la plaza. Chicos y grandes, hombres y mujeres, mozos o casados. Se echaban primero los troncos más gruesos, traídos, levantados, arrastrados por los hombres ya hechos y derechos. Con las ramas podían atizar los mozalbetes, imberbes todavía, aunque a punto de sacar a bailar a alguna moza. Ramillas y hojarasca quedaban para los más chicos, que se acercaban divertidos sin temor a quemarse. (…) –¡Mira, abuela! Yo también puedo. Algo había cambiado. Alba escogió una rama, echó una carrerilla y la arrojó ella sola a la Luminaria. El reloj de sombra de los astros dio un salto en el tiempo” (El ramito de azahar).

La festividad de la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto, tiene honda raigambre popular en diversas localidades y pueblos de la geografía española –este año es festivo en toda España–; y el encendido de hogueras puede remontarse a celebraciones celtas en torno a la cosecha recogida, más propias del noroeste peninsular. Las fiestas patronales de Elche (Alicante), con su pirotecnia, el lanzamiento de la Palma de la Virgen, las representaciones de moros y cristianos y el Misterio, texto dramatizado del siglo XV, que recuerda la Dormición y Asunción a los cielos en cuerpo y alma de María, han llegado a ser Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Aragón y Castilla no se quedan a sus pies.

Todo ello retrotrae a la Basílica de la Dormición, en Jerusalén, entre el Cenáculo, Getsemaní y el monte Sión. Y a un pueblecito soriano, Velamazán, cuna de mis ancestros y mis padres. Cuando era pequeña, los actos se reducían a la misa de la Virgen y de San Roque, el 16 de agosto, la luminaria, la noche del 15, la música a las tardes noches y poco más. En años recientes, cuantos asistentes y la España pequeña más vaciada, se añadiría fútbol de casados contra solteros, campeonatos de guiñote y bolos, hinchable, cucañas para peques, baile de disfraces y hasta un certamen de relatos.

En honor de la Virgen de la Dehesa, patrona de Velamazán, y de San Roque, el santo occitano, peregrino a Roma y sanador y patrono de leprosos, que le salvo la vida llevándole cada día pan en su boca, se celebran las fiestas de mi pueblo. La festividad de la Trinidad, pasada al día de agosto, completa en triduo. Cada año, por estas fechas, lo sigo festejando en mi interior.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 17 de agosto de 2025).

Cuentos de Andersen

Cuentos de Andersen

Foto www.mislibros.mv

Mis padres fueron inteligentes, prefirieron el cultivo de mi cerebro a experimentos médicos de conejo de indias que no llevarían a ninguna parte. La ratita presumida, El gato con botas, Mariuca la castañera… cuentos de distintos autores, a color y en relieve, con los que iniciaron mi inclinación a la fantasía y a la vida interior. Después vinieron los Cuentos de Andersen, en tapa dura y también a todo color. Y bastante después un tomo de Fábulas, Iriarte, Samaniego y otros clásicos. Me regalaban más libros que muñecas.

La princesa y el guisante, La sirenita, El traje nuevo del emperador, El soldadito de plomo, El patito feo, El ruiseñor, La pequeña cerillera… No cabe duda que Hans Christian Andersen fue el autor de relatos infantiles que más influyó en mi educación sentimental. ¿Hubiese pensado y escrito lo mismo sin su lectura?

El ser menospreciado por sus taras que luego llega a cisne. La sinceridad del niño que ve desnudo al rey. El canto del ave solitaria, el ruiseñor, capaz él solo de curar la enfermedad más grave. El amor incondicional del soldado de plomo o la sirena. La pobreza extrema de la vendedora de fósforos y su aparente trágico final. Dicen que lo vivido los siete primeros años de vida nos queda para siempre.

Cuentan que le influyó la literatura nórdica, pero ante todo el origen humilde de su cuna. Nacido en Odense (Dinamarca) en 1805, perdería al padre, modesto zapatero, siendo apenas un adolescente. Con catorce años se traslada a Copenhague para probar fortuna como actor y cantante de ópera, y halla benefactores entre célebres y el mismo monarca, Federico VI. Pero la insalubridad y el frío de su vivienda la hizo perder la voz.

Las vicisitudes y vericuetos de su vida no le impidieron el éxito ni el reconocimiento internacional, como novelista, cuentista infantil, poeta, dramaturgo y autor de una interesante autobiografía: La aventura de mi vida (1855). Viajero impertérrito, sus historias llegaron a las niñas y niños de todos los rincones del planeta.

¿Habrán leído a Andersen pequeños ucranianos y gazatíes? En el ochenta aniversario de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, cuando el papa León XIV sigue apostando por la paz ante jóvenes y adultos, Hans Christian Andersen sigue haciéndonos soñar a los ciento cincuenta años de su tránsito.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 10 de agosto de 2025).

Vuelvo al mar

Vuelvo al mar

Foto Jesús Alba

Es una delicia volver a Donosti, un placer que no puedo expresar. El monte Igeldo y el monte Urgull, la vista de la Concha desde Ondarreta, la isla de Santa Clara al fondo, el paseo marítimo y sus balaustradas, los platos tradicionales en el puerto, las calles recoletas del Antiguo, el museo de San Telmo, Miramar… Y al otro lado, junto al Funicular, la casita de hadas del que fue restaurante San Martín, de Milagros y Ángel –algunas celebridades del cine, el arte y la política todavía lo recordarán–, el Peine de los Vientos y la huella de Chillida, el nuevo polideportivo…

Orio y el Ratón de Getaria, donde conocí a Jesús; Poyo, en Pontevedra, donde nos enamoramos –volvimos a pasar por Boiro, en La Coruña, ecordando aquellas vacaciones familiares de los 90–. Y entre uno y otro, Santander, Suances, Noja –aquel verano en el que mi sobrino mayor tenía unos meses y solo comía cuando el abuelo le lanzaba al aire su sombrero. Asturias con Disminuidos Físicos de Aragón; y allende la frontera San Juan de Luz y otros pueblecitos franceses, con Noelia y Jose.

El Mediterráneo fue siempre un alfa y un omega, principio, fin e interludio. En La Escala, Gerona, estuvimos el año de Miguel Ángel Blanco, cuando los tíos ingresaron en la resi; Barcelona también con Fundación DFA, y mucho antes Tarragona, la playa y el mar de mi primera infancia, en casa de la señora Elena, que una mañana murió del corazón. Y Lloret de Mar, donde me llevaron en la cuna.

En Alicante estuve con los tíos Rosa y Fermín, y su hermano Nemesio; también con mis padres y hermanos. Sin embargo, fue Valencia mi segunda patria chica, la arcaica Malvarrosa: las sillas a la noche a la fresca, los pendientes de la reina abriéndose, los cestos hechos por los gitanos, las amigas… Quería que a mi padre lo trasladasen de destino. Y Sagunto y sus naranjas, donde sigue residiendo mi madrina. Peñíscola, Miami Playa, Oropesa, Marina d’Or….

Murcia y el Mar Menor –penica nos dio verlo el último año–. Almería de paso; Málaga, la playa del Rincón de la Victoria y la noche romántica con luna en su puerto; Cádiz, la Tacita de Plata, y al otro lado Gibraltar. “Cierro los ojos, en un retorno eterno / a la playa primera, tan niña aún / que el mar se hacía inmenso y su rumor infinito” (Tránsito).

Mallorca, y las Cuevas del Drach, con mi padre bajándome y subiéndome todas las escaleras y desniveles a corderetas, es capítulo aparte. Siempre volveré al mar.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domiingo 3 de agosto de 2025).

¿Xenofobia o autodefensa?

¿Xenofobia o autodefensa?

Foto Ahmad Awad/EFE/Heraldo

Delimitaría dos niveles diferentes: fobia u odio a lo extranjero, y temor a lo desconocido y la consecuente autoprotección. Y un tercer nivel; aquel en el que el odio fratricida entre pueblos se va de las manos y provoca genocidios como los de Gaza, Ucrania o Sudán.

Coincidió con los altercados y la crisis de Torre Pacheco. Nada que ver con el debate político de izquierdas y derechas. Aquí, bajo mi casa, se hacinaban noche y día un montón de hombres, mujeres y jóvenes marroquíes. La policía debió llevárselos, hacerles algún papel y ubicarlos en instituciones y albergues aptos para inmigrantes. Deba miedo pasar delante de ellos. Y en los días siguientes, el incendio en el centro de menores migrantes de Teruel, fuera provocado, fuera por razones de insalubridad del edificio. Y ese otro en la acogida de los sin techo en Barcelona, al margen de la verbena de Sant Joan. Y otra quema en el centro islámico barcelonés de Piera. Algo no estamos haciendo bien.

Las familias y también los menores solos merecen un respeto, una oportunidad, una dignidad de vida. Y además nos salvan muchas veces de la quema, nunca mejor dicho, de una población envejecida, de una mano de obra por cuatro euros que coge trabajos que nadie quiere. Pero tenemos miedo, mucho miedo, a lo desconocido y diverso, a los discapacitados, a los trans, a la gente que ha pasado o reside en la cárcel.

Y están las grandes aberraciones, las madres de las guerras. “El infierno es un saco de huesos” en lo que queda de franja gazatí. Los recién nacido que no mueren de bomba mueren de hambre, o son alcanzados sus papás al ir en busca de comida. El amigo íntimo del papa Francisco, Gabriel Romanelli, párroco de la única parroquia católica, fue herido junto a sus feligreses y niños con diversidad funcional, cuidados por hermanas de la orden de Madre Teresa de Calcuta. Y también los no natos, como el hijo de la periodista asesinada junto a nueve miembros de su familia. En Ucrania más de lo mismo, sin paz ni marcha atrás. Y en Sudán, la guerra anónima, las violaciones y el sufrimiento a las mujeres como arma bélica. ¿Qué podemos hacer? Orar por hermanos y enemigos. Nentayaju y Hamás reconocen lo inútil de una muerte inocente.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 27 de julio de 2025).

Un milagro patente

Un milagro patente

Foto Jesús Alba

Cada año me sorprende más. En esta sociedad de mezcolanzas y eclecticismo espiritual, donde el dios a nuestra medida cohabita con la reencarnación, los cristianos latinos de iglesias reformadas, el culto a Alá con el integrismo, también en según qué esferas católicas, la peregrinación diocesana al santuario de Nuestra Señora de Lourdes, a principios de julio, cada vez cuenta con más adeptos.

Este año 70 enfermos y discapacitados, 150 voluntarios jóvenes –damas y camilleros–, que cada noche, tras servir todo el día y sin parar acto tras acto, tenían su reunión y oración, en la terraza del Accueil o en la capilla; sacerdotes, diáconos y seminaristas, médicos y enfermeras; peregrinos de a pie. Íbamos 9 autobuses, 350 personas. ¿Qué nos mueve? Ha sido la trigésima peregrinación de la Hospitalidad de Lourdes de Zaragoza, fundada por Gloria Longás, al frente siempre D. José María Bordetas, los doctores Marco Marcellán padres desde el principio.

Emotivo, el nuevo manto a la Virgen del Pilar. Y esa niña que nos servía la mesa con 10 añitos, por segunda vez. Inolvidable Pablo, con sus 7 primaveras, que viene con sus padres y abuelos de Granada, y ha aprendido a dirigir el orden de las procesiones con el pinganillo. Acompañados por buenos pastores, D. Vicente Jímenez y D. Carlos Escribano, servidores y compañeros de camino. Iglesia peregrina, mariana y sinodal.

No te cansas. La misa de acogida, la entrega de medallas, el acto penitencial, el Vía Crucis, las celebraciones en torno al agua, la misa internacional, la adoración y la bendición de enfermos por el Santísimo, la misa española en la Gruta… La procesión de antorchas y canto de todos los misterios, en diversos idiomas, del Rosario

Cada año descubres nuevos rostros, nuevas almas en cuerpos más ancianos, nuevos rincones de esperanza que te llenan de energía y paz. Y echas de menos otros, otros rostros, otros espacios y escenarios, otra supuesta sensibilidad.

En la basílica del Rosario están quitando los mosaicos de Rupnik, la fotografía de grupo ya nunca será igual. No siempre se perdonan los pecados, ni tan siquiera la indecencia según la época –ahí tuvimos a “il Braghettone”, Daniele da Volterra, que cubrió los desnudos de El Juicio Final de Miguel Ángel por orden de Pío V–. Y otro detalle. En el Vía Crucis de la pradera, se diferencia entre “malades” y “handicapés”. Su belleza y fortaleza tiene, ¿pero por qué a todos la Unción, cuando tu diversidad no es enfermedad? María, a la que conocí realmente en Nazaret, así me lo sugiere.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora.

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 20 de julio de 2025).

Al límite, en el ascensor

Al límite, en el ascensor

Foto www.abc.es

Iba a la quinta planta de El Corte Inglés, a buscar un trackball adaptado –ratón de bola grande– para el portátil. Si daba tiempo bajaría a la de mujer y subiría a la moda juvenil, y quizá a los juguetes, para mis sobris más pequeños. Me habían obsequiado una tarjeta regalo en mi último recital y la ocasión la pintan calva.

Al menos hice la compra de comida en el Mercadona, después de hacerme las uñas en la peluquería. Los sentaditos tenemos nuestras propias necesidades, ni un lujo ni un capricho. Algo extraño se olía.

En el ascensor de la izquierda había un guarda del comercio; el de la derecha no funcionaba. Solo iba el del centro. Porque el primero va tan solo hacia abajo. Aprovechamos, aunque bajaba a los sótanos. Bajábamos… Y se paró. Tres, cuatro, cinco minutos. Una niña en carrito y su mamá, un papá con su bebé en carrito, una señora con muletas y servidora. “Oye, voy a pulsar a la campana”, dijo resuelta Begoña.

“¿Cómo se llama usted?”. “¿Como que cómo me llamo yo? Lo normal es que pregunten qué nos pasa”. Silencio. Unos diez minutos. Volvió a pulsar. “Mire, he llamado antes. Nos hemos quedado colgados en el ascensor. ¿Pueden mandar a alguien?”. “Ah, sí. Espere que lo comprobemos”. Largo silencio. “¿Oiga? Estamos dos carritos de niño, una señora con silla eléctrica y yo con bastones”.  “En la casa no tenemos servicio técnico, tendremos que esperar a que vengan”.

“No se abre la puerta”. Leo, de todavía no dos añitos, con su lengua de trapo, describía perfectamente lo que pasaba. El breve espacio del ascensor se iba calentando, menos mal que Begoña llevaba un abanico. Al rato, acudieron dos señores con corbata y lograron abrir las puertas, ayudados por el papá de Leo, a fuerza bruta. Estábamos entre P-1 y P-2. Pusimos dos papeleras de tope, trajeron botellines de agua fresca. Podíamos respirar.

La mamá y su niña salvaron el desnivel ente el ascensor y el piso, su silla era ligera. “Comencé el año con mal brazo, mal pie, y ahora esto”, compartió Begoña. “Menos mal que tu madre no está, con la claustrofobia que tiene”, dijo su padre a Leo. Llegaron los dos técnicos, cerraron las puertas, y tras varios golpes secos de sube y baja pusimos pie en tierra firme, mi silla y yo las últimas. Una hora encerrados da para mucho.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Herado de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 13 de julio de 2025).

Ignacio Cendoya

Ignacio Cendoya

Foto Fundación San Blas

Un vestidito blanco de calle, en la parroquia de Begoña no dejaban ir de comunión. Era plenamente consciente. Unas semanas antes, o quizá dos o tres meses una vez por semana, vino a darme catequesis a casa don Ignacio, un cura muy chiquero que llevaba la misa infantil. Entonces los niños sentaditos no íbamos al colegio ni a catequesis. Me aprendía el catecismo de memoria, y él se sentía orgulloso. En una de las últimas clases, quizá la previa confesión, fue con demonio incluido –una serpiente negra articulada de juguete, de las que entonces se llevaban–. Me hizo cuatro preguntas y ya está. No le dije que meses antes me había enfadado en serio con Dios, estaba ya olvidado.

Así conocí a Ignacio Cendoya, mi primer profesor a domicilio. Ya el siguiente curso iríamos a la misa de niños en la parroquia; yo me levantaba y sentaba en el banco, con ayuda de mi madre, como una más. Tendría ya 14 cuando empezamos el aula colectiva de la asociación Auxilia, en un local de la calle Delicias, perteneciente también a la parroquia. Ignacio daba vueltas, pendiente de nosotros, como haría siempre de los últimos.

Nos fuimos integrando, cada cual libremente, en diversos grupos de la parroquia, los jóvenes, inicio de revisión de vida, el café de los miércoles… Iba aprendiendo de él, siempre al tanto de mi familia, mis hermanos, mis tíos. Cuando nos llevó al grupo de jóvenes a la Romareda, en la visita de san Juan Pablo II, fue una apoteosis. “¡Totus Tuus!”.

Después lo destinaron de párroco a la parroquia de San Pablo. Fue noticia cómo ofrecía su casa a los más pobres, al margen de los márgenes. Y ayudó a crear la Fundación San Blas, para personas sin hogar ni valores morales para muchos. Su iglesia fue acogida, ropero, comprensión.

Nos seguimos de cerca. Con Daniel y Antonio, compañeros sacerdotes de Nuestra Señora de Begoña, se iba cada verano a andar al Pirineo. Cuando le presenté a mi pareja iba ya con muletas. ¡La dichosa rodilla! La moto, la silla eléctrica… Hace ahora dos años nos reencontramos en Lourdes, con su humor habitual. Retorné a mi infancia.

Al tío Iñaki, bautizado en San Sebastián Mártir, en el Antiguo de Donosti, lo despedíamos el pasado día 27. Hasta el cielo, amigo; resérvanos un pequeño “txoko”.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 6 de julio de 2025).

Niña, levántate

Niña, levántate

Foto www.afrikaannuura.org

“Talitha kum”, palabras que grita o susurra al oído Jesús a la hija de Jairo, a la que todos dan por muerta (Marcos 5, 41). Nombre del organismo internacional, regido en un principio por misioneras Claretianas y dentro de la Organización Internacional para las Migraciones, de cara a la sensibilización y formación especialmente de mujeres, religiosas y laicas, jóvenes y adultas contra la trata sexual. Italia, Albania, Nigeria, Rumania, Tailandia, Santo Domingo, Brasil, Portugal, Filipinas, Sudáfrica u Oriente Medio, son algunos de los campos de trabajo. Película del director Pablo Moreno (2008), que recrea la escena evangélica y su entorno. Y una canción preciosa.

Algún miembro de la Iglesia parece continuar todavía en su farisaica torre de marfil: “Si se apaga la lámpara de Dios, ¿hacia dónde miramos? Si se da el eclipse de Dios, ¿cuáles son los puntos de referencia? ¿Dónde vamos? (…) … venimos del infinito amor de Dios que nos ha dado la vida. También los niños que nacen con discapacidad física o intelectual o psíquica, pero esto ya es herencia del pecado y del desorden de la naturaleza, han sido llamados por Dios” (Reig Pla, obispo emérito de Alcalá de Henares).

La Dirección General de Derechos de las Personas con Discapacidad, el Ministerio de Derechos Sociales y el Defensor del Pueblo denunciaron semejante homilía. Sin embargo, es fácil mezclar churras con merinas: discapafobia y homofobia, eutanasia y anticonceptivos. Necesitamos referentes, como John Evans, presidente de la Red Europea para la Vida Independiente, que fallecía el pasado febrero.

Uno de los cinco pioneros del Movimiento de Vida Independiente en Inglaterra, inconformista y rebelde desde niño, se rompió el cuello al regresar de una concentración sufí en Nuevo México. Del Proyecto 81, junto a compañeros de residencia, el estreno de la casa adaptad en una calle normal, el amor de 40 años a la esposa, a la creación de la Red Europea en 2007. “Se trata de que las personas con diversidad funcional gestionemos nuestra propia vida”.

Conocía a Rafael Marco, misionero en Níger desde los 80. “Allí los niños con los dientes superiores crecen más desarrollados que los inferiores son malditos, y hasta hace poco sacrificados. También los invidentes”. Rafael se ocupó junto a otras personas de estos pequeños. Y desde Zaragoza creó una fundación: Afrika Annuura. ¿Quién pecó, este o sus padres? Ni él ni los padres. Es para gloria de Dios.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 29 de junio de 2025).

¡Ay de ti, Jerusalén!

¡Ay de ti, Jerusalén!

Foto RTVE

¿Profetizó Jesús la hecatombe de la tierra que lo vio nacer? “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. / (…) / Y tú, Cafarnaum, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás!” (Mateo 11, 21–-23). Cafarnaún, la ciudad del Maestro tras la decapitación de Juan Bautista, de la que no quedó piedra sobre piedra. En Lucas 10 dirige palabras similares a los 70 –la Iglesia universal–.

La devastación romana, los persas sansánidas, que solo salvaron la basílica de la Natividad, y las tribus turcas; la reconstrucció de Santa Helena; las cruzadas contra los sarracenos medievales… Un palimpsesto de civilizaciones. La diáspora, los asentamientos judíos tras la II Guerra, los enfrentamientos que no cesan. El genocidio de Gaza, los últimos ataques Israel – Irán que amenazan sumirnos en la noche más tétrica.

“El pasado 2 de abril, después de este periodo marcado por el sufrimiento de tantos, volví a Tierra Santa como un nuevo despertar. Como soplo de aire fresco” (Ana Palacios, de la Hospitalidad Jesús de Nazaret). Nos enviaba un WhatsApp al grupo para San Jorge, por si queríamos apuntarnos o conocíamos a alguien, del 23 de junio al 3 de julio. ¡Quedaban pocas plazas!

Y otra vez, Belén, Nazaret, Jerusalén, con algún día más de estancia y algunas novedades, el monte Sion, Jericó, y un espacio dedicado a la Hospitalidad en la capilla de la Inmaculada. Mi pareja y yo lo estuvimos pensando. El grupo siempre activo, Ana nos seguía animando como una nueva Teresa, de Calcuta o Jesús, buscadora impertérrita de huellas. Al final, un grupo de 28 peregrinos de esperanza.

El día 14 del presente nos compartía su carta a la Custodia Franciscana: “Ya ve, ayer justo cuando terminé de escribirle, con muchísima alegría, nos sobresaltaban las terribles noticias sobre lo que está sucediendo, y el cierre del espacio aéreo. Intenté mantener el grupo hasta el final, pero con gran dolor los peregrinos fueron anulando”.

No perdamos la paz ni la esperanza, nos lo pide María.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 22 de junio de 2025).

La Trinidad

La Trinidad

Foto https://amigosdeteresa.com. Santa Teresa de Jesús inhabitada por la Trinidad. Icono de Paola Rigamonti, ocd.

Hoy domingo se celebra en el mundo católico la festividad de la Santísima Trinidad, ya desde el siglo VIII y especialmente con Juan XXII (1334). Una fiesta que arraigó, como suele suceder, en la religiosidad y cultura popular de España y Latinoamérica. Castilla León, Andalucía, Zaragoza, Ávila, Soria… En esta última, Fuentestrún, Fuentelsac, Peroniel del Campo, Camparañón o Ágreda.

También en Velamazán, nuestro pueblo, se festejaba la Trinidad siete días después de la venida del Espíritu. Aunque en los años 70 se cambió al tercer día de las fiestas de agosto, tras la Virgen y San Roque, para que los hijos que vivíamos fuera y los forasteros pudiésemos asistir con más facilidad. Supongo que el gaitero, el confitero y los guisos sorianos de la abuela y la madre se combinaban con la misa y la procesión. Después pasaría a ser algo más lait, sin apenas juegos para los peques, la degustación a la tarde en la plaza y solo disco-bar en la noche, sin grupo musical.

Eso es más misterio que la Santísima Trinidad, decía el tío Fermín. Un solo Dios verdadero en tres personas diferentes, ni tú, ni yo ni nadie podemos entenderlo. No le llevaras la contraria. Trini o Trinidad para mujeres, Trinitario en varón, nombres bastante corrientes.

“Pone el Señor lo que quiere que el alma entienda, en lo muy interior del alma” (Vida 27, 6). Teresa de Jesús se sentía habitada por el Padre, de niña, por el Hijo, de joven, por el Santo Espíritu en su ya plena madurez. El gran misterio del amor y la síntesis del ser cristiano.

Tras mi viaje a Taizé, con imágenes y comentarios alusivos, y mi pequeño trabajo de carrera, necesitaba contemplar y examinar el icono de la Trinidad de la iglesia de la Santa Cruz (1686), de Velamazán, que compraron en los últimos años. Un Hijo joven y moreno con túnica roja, un anciano Padre canoso vestido de verde, y sobre sus cabezas un sol dorado de rayos refulgentes representando al Espíritu. No era una iconografía muy frecuente, al lado derecho del retablo, tras el altar. Me gustó.

Dicen que el amor es la única puerta de la mística. Y cada primavera, para la Trinidad, recuerdo un pueblecito de la España vaciada que siempre pervivirá en la memoria.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco"m domingo 15 de junio de 2025).

La letra y el espíritu

La letra y el espíritu

Foto Guillermo Mestre / Heraldo 

La 84ª edición de la Feria del Libro de Madrid, del 30 de mayo al próximo 15 de junio, se inauguraba con sendos homenajes a tres grandes de las letras: Mario Vargas Llosa, recientemente fallecido, y mis admiradas Ana María Matute y Carmen Martín Gaite, en el centenario de su nacimiento.

La ciudad de los perros, Los Abel, Los hijos muertos, Olvidado rey Gudú, Entre visillos, El cuarto de atrás, Nubosidad variable… Son imprescindibles para entender  la vida, la democracia de unas décadas acá, la lucha soterrada por la dignidad de la mujer. Para entendernos.

Las ferias aragonesas son más breves, la nuestra en Zaragoza termina hoy, pero nunca por ello menos fecundas. Entre las editoriales y libreros harto ya conocidos, en las casetas recicladas del arte floral en el parque Labordeta, alienta el espíritu de Ramón y Cajal: “Urge, en efecto, si queremos incorporarnos a los pueblos civilizados, cultivar intensamente los yermos de nuestra tierra y de nuestro cerebro” (1 de mayo de 1922).

De los hermanos Echegaray Eizaguirre, Miguel el músico, que llegó a maravillarse en el paseo que le dio nombre, Eduardo, el hombre de ciencias, y José, el Premio Nobel por su estensa obra teatral. Y Aragón guarda el regusto de los Baroja, Pío, Ricardo, Carmen –“Vera de Alzate”—y Julio Caro, dedicaación artística literaria, de pensamiento avanzado, que dejarían huella en autores anónimos oscenses

José Antonio, entrañablemente ligado a Emilio Lacambra, cuyo parque acaba de inaugurarse en Torrero, y su popular y solidaria casa de comidas, templo de tantas tertulias literarias. Por no citar a Rosendo Tello, mi maestro y el de toda una generación, el polifacético José Verón Gormaz, el eterno Ángel Guinda y tantos otros.

José Ferrer Lerín y José-Carlos Mainer, pregonero y homenajeado en la Feria  del Libro en Zaragoza, una pieza más que vertebra Aragón y la nueva cultura que nos viene. “Tú sabes cómo a veces / me falta hasta el aliento para amarte; / y a veces se me da, como una red de ensueño, / la gracia y la ternura” (Flor de agua). Espíritu y palabra creadores.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 8 de junio de 2025).

Mis niños masacrados

Mis niños masacrados

Foto Associated Press / LaPresse

“Wasted love” (Amor despreciado, traducción propia) ganaba el pasado 17 de mayo la 69ª edición del festival de Eurovisión. La canción de Israel quedaba la segunda, gracias al voto del público, pese a las muchas críticas que todavía penden sobre ella. España y la magnífica interpretación de Melody, a la cola, junto a San Marino, Dinamarca o Islandia. Gaza no se presentaba.

La situación es insostenible, afirmaba el representante palestino ante la ONU, llorando, como un niño. No son falsas noticias las que vemos hace meses por la tele, en las redes, en la prensa. Esa niña huyendo entre las llamas; los bebés esqueléticos de pura inanición; los envoltorios de cuerpos muertos o asesinados; las mujeres con lágrimas en el alma. La barbarie, los crímenes de guerra o lesa humanidad, el genocidio.

Anteayer no me dolía hasta tal punto el dolor de mis hermanos. Quizá tenia escamas en los ojos del alma, parafraseando a San Pablo y Santa Teresa. Sin embargo, hoy, habituados como estamos al horror de los horrors, me duele hasta más alla de las entrañas, mucho más hondo. Acaso por mi visita a tierras colindantes de Israel y Palestina, no exactamente Gaza.

Los abuelos de los padres de estos niños ya lo vivieron, viene de muy antiguo. Y en nuestro viaje pudimos comprobar los asentamientos israelíes, los coches palestinos con matrícula diferentes, para no permitirles salir del muro; las colas de obreros volviendo a un hogar de hambre y miseria, al atardecer, por no tener otro medio de transporte.

Nos hablaron del torrente Cedrón, en la hondonada de Jerusalén, donde lanzaban a los primogénitos --¿remedo del monte Taigeito, en Esparta, para los pequeños con discapacidad?--. Y con posterioridad de la matanza de los inocentes, que José Luis Corral nos corrobore si fue o no en tiempo de Herodes. Pero esta es otra historia.

¿Quizá olvido histórico? Los judíos sufrieron su propio exterminio. ¿No vendrán de entonces conceptos como eugénesis y euthanasia, tan actuales? Rusia sigue atacando Ucrania; y el velero desamor se transforma en patera en las costas españolas y canarias. Pero matar de hambre y desatención humanitarian, son palabras mayores.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 1 de junio de 2025).

Tardes de la Romareda

Tardes de la Romareda

Foto www.aragondigital.es

Tardes de la Romareda en triunfo. Así se titula un poema de Manuel Pinillos de su libro Lugar de origen (1965): “Como chiquillos con juguetes, / como ovejuelas que se empujan,  / como la primer brisa en el grumete, / las “goleadas” nos estrujan / el corazón; y se dibujan  / maretazos de luz, donde el tiempo se mete / (…) / ¡Oh, noches de partido / bajo los grandes focos como soles…!”. Eran otros tiempos. El estadio se había trasladado desde Torrero e inaugurado ocho años atrás, todavía sin techo. Los aficionados, generalmente hombres, lo veían como un recreo y un avance en la ciudad.

José Camón Aznar, en el prólogo del libro, resalta el valor y la gran valía de poetizar los lugares propios y communes: “El viento, la estepa, los barrios pobres que empiezan a hacerse ricos, el tomillo, la plaza de España, los domingos ciudadanos, los recuerdos infantiles, la Romareda y hasta una evocación de la salida de una corrida de toros”. Y el crítico José Luis Calvo Carilla habla de “Círculos concéntricos que se superponen, desde el cuarto, la casa y la ciudad, hasta Aragón, España y el caos vital del mundo en que vivimos”. Massiel no había ganado todavía Eurovisión.

Aquel primer sencillo estadio levantado en un barrio casi rural, con cultivos y matorrales, iba a ser para siempre parte de nuestra biografía y nuestra educación sentimental, fuésemos o no forofos. Así, a finales de los 70 y principios de los 80, recuerdo a Simón, compañero de Auxilia, con quien veía el Zaragoza en su casa. Y a Sara, voluntaria, hija de uno de los Magníficos.

Construyeron la techumbre, dieron más altura y potencia a los faros, y la Romareda se convirtió en uno de mis barrios favoritos. El “Totus tuus” de la visita de Juan Pablo II se hizo lema de toda la ciudad, en una época en la que admirar a los gerifaltes de la Iglesia se nos hacía carca.

En la hierba o en primera fila de las gradas disfrutamos de Joan Manuel Serrat o Gloria Estefan, entre otros. Siempre camino al Parque, a veces nos cruzábamos con los aficionados q iban al campo. Después el Aditorio, la sede de la Asociación Aragonesa de Escritores en lo q fue edificio para periodistas, el restaurant La Brasa, donde nos reuníamos los ex compis de la Universidad. Y antes los Cines Renoir, en los que película tras película me fui enamorando.

¿Qué será de los nuevos leones del anfiteatro reconstruido?

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 25 de mayo de 2025).

Las sandalias del misionero

Las sandalias del misionero

Foto www.heraldo.es

Si recuerdo mi infancia, no podía escuchar calmadamente los pasajes de la cruz, ni imaginarme la muerte ni las guerras, ni ver cabezas decapitadas en un libro de historia. Después, la vida me fue dando amigos religiosos y sacerdotes, que lo entregaron todo desde su juventud, con voluntad de hierro y con ternura. Y de un tiempo aquí, varias mujeres inmigrantes han venido a casa, para ayudarnos y asistirnos a mis padres y a mí.

No son pensamientos inconexos, en absoluto. Es más, cuando el pasado 8 de mayo el cardenal Prevost era elegido papa y, tras la esperada fumata blanca, salía al balcón, ya como León XIV, su petición por la paz del mundo, su alusión a una Iglesia misionera y sinodal y a Francisco, y su condición de inmigrante, a partes iguales norteamericano, latino y español, y su dedicación sin cortapisas, aunaban todos esos elementos. Yo lo capté en sus ojos, emocionados.

¿León Magno, el primer pontífice con ese nombre? ¿León de Asís, el discípulo predilecto de Francisco? ¿Fray Luis de León y su admirable vida retirada, también agustino como Robert? El propio León XIV dejaría bien clara la influencia de su predecesor, León XIII, y la doctrina social de la “Rerum Novarum”, esencial en una Europa y una tierra convulsas, como ahora.

De joven estudiante comprometido a sacerdote, de padre agustino a máximo responsable; misionero, uno más con los jóvenes, en Chiclayo (Perú), administrador apostólico, obispo; del dicasterio de los obispos a sucesor de Pedro. Una rica vida interior, la casa construida sobre roca, intelectual y humana.

Y Agustín y su madre, Mónica, una cultura y tradición de siglos. El magisterio del obispo de Hipona, del desierto, próximo y semejante de sus hermanos al margen. En su escudo episcopal, un lirio blanco, símbolo y emblema de María, y el corazón traspasado por una flecha.

Y está en el más aquí. Su consejo a los periodistas, paz, justicia y verdad. Que los líderes del mundo lo escuchen, se devuelvan rehenes y no mueran más niños palestinos. Hoy esperamos con expectación la primera misa oficial de León XIV y su mensaje. Que tender puentes entre hermanos y países no se quede en metáfora.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 18 de mayo de 2025).

Ecología sinodal

Ecología sinodal

Foto https://plataformadeaccionlaudatosi.org/ - Cáritas Nigeria

Cuando escribo estas líneas, todavía no ha comenzado el cónclave de los cardenales electores, que designará a un nuevo sucesor de Pedro y del papa Francisco. Sin embargo, tenemos muy presentes las palabras del santo de Asís con las que inicia su tercera encíclica, “Laudato Si”, de 2015: “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas”.

La carta se divide en seis grandes capítulos, que analizan lo que está sucediendo a nuestra casa común, el llamado Evangelio de la Creación, la raíz humana del problema, una ecología integral, a nivel personal, comunitario y político, y la necesidad de una educación y espiritualidad ecológicas, que nos lleven a un mejor futuro.

A partir de la encíclica, se crearía la Plataforma de Acción Laudato Si, dentro del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral –llevado por varones y mujeres–, que forma, asesora y da vías de solución a hogares y organismos católicos, laicos y religiosos, de todo el mundo, 153 países en concreto.

En España, diferentes diócesis han tomado cartas en el asunto. El pasado 13 de febrero, la Delegación Episcopal de Ecología Integral de la archidiócesis de Zaragoza presentaba su proyecto: Juntos por la Casa Común. Sensibilización, formación, diálogo colaborativo y denuncia profética, entrecruzados siempre por la oración. Se trata de fomentar una nueva mirada, una espiritualidad ecosocial y otros estilos de vida –en el centro de mira los pobres y habitantes de los márgenes–.

En la Iglesia de Vitoria se va desarrollando el trabajo Cuidemos nuestra “casa común”: Acciones personales y comunitarias. Tales como la gestión energética, del agua, la luz o los residuos, así como compartir el coche o responsabilizarse de un menor consumo. El catálogo de posibles implementaciones es aún más amplio en Ensayos de Ética Ambiental, de la cátedra del mismo nombre de la Universidad de Alcalá (Madrid). Vamos por buen camino de conversión.

“Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios y podremos leer con feliz admiración el misterio del universo”, concluye la encíclica. No más cortes de luz, agua, alimentos ni derechos humanos. La nueva Jerusalén comienza en el cuidado de nuestro entorno más próximo.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 11 de mayo de 2025).

Habemus sanctum

Habemus sanctum

Foto Zuma via / Europa Press

No sé si el papa Francisco hubiera sobrevivido al apagón eléctrico del pasado lunes, justo a la semana de su tránsito. Algunos diversos funcionales pentapléjicos y enfermos conectados al respirador no pudieron hacerlo. Esperemos que a partir de este próximo miércoles, ningún otro parón de energía nos impida seguir las noticias del cónclave, en  espera de la fumata blanca.

No lo tiene fácil el sucesor. La cercanía de Francisco a los inmigrantes, desde la trágica experiencia en Lampedusa; su amor e inclinación por los más frágiles; su debilidad por los pequeños, enfermos o víctimas; su lucha por la dignidad de la mujer, como hiciera Jesús con las primeras testigas y discípulas de su vida y Resurrección; su empeño en detener las guerras; su laude y cuidado de la tierra, nuestra casa común; su apuesta por el amor diverso, no entendido todavía en gran parte de nuestra sociedad.

Llamaba de improviso a un particular, ofrecía una audiencia privada o recibía en Santa Marta a cualquier indigente de Italia o de la tierra. Tras la encíclica Lumen fidei, escrita con Benedicto XVI, nos sorprendía a todos con Laudato si: “Esta hermana –la Tierra– clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”. San Francisco de Asís y vivir la fe desde el corazón, según san Ignacio de Loyola, fueron dos de sus lemas esenciales.

El Sínodo de la Amazonía y el reciente Sínodo de la Sinodalidad, que nos involucró a todos, pueblo de Dios y descartados, marcaron un antes y un después. Llevados de la mano del Espíritu y de la Virgen de los Nudos, emprendimos un camino sin retorno.

Mi amigo José Carlos Bermejo, del Centro de Humanización de la Salud –primer General de una orden no ordenado–, fue encargado por Francisco de un minucioso estudio sobre abuso infantil. Tolerancia cero. Y la aragonesa Cristina Inogés se hizo viral y popular como responsable en la secretaría del sínodo.

En contacto con Gaza hasta el sábado santo por la noche, nos bendijo en la mañana de Resurrección. No se dejó ningún cabo sin atar. Cientos de miles que fueron a despedirse y a adorarlo no pueden paralizarse ante ningún apagón. Una sencilla lápida de mármol, la cruz de su pontificado y una luz entrañable. Tenemos un nuevo santo que nos vela.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", doimingo 4 de mayo de 2025).

Viajes cíclicos de primavera

Viajes cíclicos de primavera

Foto Jesus Alba

No contemplas o entras dos veces en el mismo río, diría Heráclito. Cuando estuvimos en el nacimiento del río Cuervo, rumbo a Cuenca y a la Ciudad Encantada, estaba seco. Esta primavera es más húmeda y el agua fluye como el tiempo, aparte e contar con la rampa accesible. ¡Impresionante!

Me impresionó ya entones el embrujo de las casas colgantes, las rocas erosionadas en forma de seta, el tornado, la lucha del cocodrilo y el elefante, el monasterio… los cuadros en pan de oro del comedor de Las Majadas –donde el camarero nos cantaba cada plato a la velocidad de bingo–, la historia de Marcial, combatiente en la guerra, carbonero, minero y albañil, que a sus 85 años seguía confeccionando zuecos de madera.

Al año siguiente estuvimos en Toledo con Disminuidos Físicos de Aragón. El puente sobre el río enlaza dos riberas diferentes y armónicas. De este lado, un castillo medieval transformado en albergue, donde nos hospedábamos. Al fondo, la ciudad levantada en la roca. La ciudad de la diáspora encierra mil rincones sugerentes, mil secretos bellísimos. Me imagino a San Juan de la Cruz, descolgándose de su prisión al Tajo en una noche oscura, sin luna llena; los cantos sefardíes; o al creador de aquel robot de palo recorría las piedras empinadas de la antigua Toledo.

El cuadro de El entierro del conde de Orgaz, en Santo Tomé, quedó para una próxima visita. Fueron dos años clave, en los que los tíos se marcharon a su edén particular e hicieron su nido eterno aquí en mi corazón.

Esta semana hemos vuelto a Cuenca y a Toledo, y a lugares ignotos, como Mota de Cuervo y sus molinos cervantinos, justo el Día del Libro, con representaciones y lecturas de chavalines de primaria; o el bellísimo y legendario castillo de Belmonte –no accesible el segundo piso–, con una interesante conversación entre Juana la Loca y Eugenia de Montijo, a través de la memoria y la inteligencia artificial. Si con algo me quedo, la catedral de Toledo, con sus innumerables capillas, tesoros, rosetones, retablos, el Ostensorio del Corpus, y el cuadro “Y el almendro floreció”, de Isabel Guerra –tránsito de Santa Teresa–.

El entierro del señor de Orgaz me dejó sin palabras. Y las cataratas brotando de la roca  que hacen nacer al río Cuervo me sumieron en éxtasis. Es el ciclo vital de cada río, de la rueda que somos, de cada primavera.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 27 de abril de 2025).

Testigos del amor

Testigos del amor

Capila de la Presntación de la Virgen. Foto Jesús Alba

“El mismo Dios, como esperamos, se apiadará pronto de nosotros y nos reunirá de todas partes en el Lugar Santo, pues nos ha sacado de grandes males” (2 Macabeos, 16). Libro bíblico no reconocido por toda la tradición cristiana, como hoy muchas mujeres y hombres no reconocemos la esperanza intrínseca a la vida. Insertos como estamos en la falta de sentido de los grandes que gobiernan la tierra, en la guerra y las bestialidades a los más inocentes, en las catástrofes naturales, en la injusticia.

¿Cómo entender que desde los neandertales a la cultura megalítica, de las cuevas rupestres a Egipto, Grecia o Roma, intuyesen que hay una vida más allá de la vida? Si se nos muere un hijo y se hunde el mundo. Si cuando viene con una deformación o enfermedad algo severa exigimos el derecho al aborto. Si cuando aparece en nuestro horizonte personal un cáncer, una ela o un mal discapacitante, optamos o nos obligan a la muerte digna.

Y el propio transcurso de los acontecimientos, una relación que no acaba bien, un empleo que no llega, una depresión que nubla mirada y corazón. ¿Cómo autores de la talla de Flavio Josefo o Tácito registran datos de un tal Jesús, que cuentan resucitó de su condena a muerte y la frialdad de un sepulcro judío, con su rueda de piedra inamovible? Si la vida nos pesa, y el paso de los años, la enfermedad y el ir envejeciendo, sobre todo si quienes te dieron vida se vuelven otra vez niños y dependientes, tan necesitados de toda tu energía para sobrevivir.

“Estaban aún perplejas, cuando dos hombres se presentaron ante ella con vestidos deslumbrantes. (…) ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?” (Lc. 24, 4-5). En Mateo, es un ángel, que se presenta a las mujeres que siguen a José de Arimatea. En Marcos, es un joven con vestidura blanca quien da el anuncio a María Magdalena, María la de Santiago y Salomé. Fueron visiones que a 2000 años vista no terminamos de vislumbrar, y nos dejamos llevar por la tristeza ante una muerte sin retorno.

Juan, posterior y más lírico y catequético para las comunidades del futuro: “Jesús le dice: ¡María! Ella se vuelve y la dice en hebreo: ¡Rabbuni!” (Jn. 20, 17). Nos llama en nuestro nombre, como a Elías en la cueva, Tomás o Cleofás camino de Emaús. Hechos, San Pablo… una larga tradición sinodal que continuamos. “Nada de lo amado se pierde, nadie amado se destruye, nada ni nadie amado desaparece en la nada” (Cristina Inogés). ¿Nos lo creemos?

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribina", "El foco", domingo 20 de abril de 2025).