Pentecostés electoral

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Significa “quincuagésimo”. Para los judíos, cincuenta días de la entrega a Moisés de las Tablas de la Ley en el monte Sinai. Para los cristianos, pasados cincuenta días tras la resurrección de Cristo, con la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia. Pascuas y fechas para celebrar, en un mundo no demasiado religioso, o por contra integrista.
Suman 140 palestinos asesinados en Tierra Santa en este año, y más que rifirrafe entre unos y otros es la eterna pesadilla de nunca acabar. Tampoco los seguidores de Jesús de Nazaret corren mejor suerte en países y entornos islamistas; millones de niñas iranís corren el riesgo de ser envenenadas; y en Afganistán, los condenados son flagelados en público por delito de robo, huida del hogar, alcohol, droga, homosexualidad o relaciones extra matrimoniales. Ucrania sigue en pie de guerra, familias y ciudades desoladoramente destruidas. Y el mundo conocido se nos hunde, literalmente, como la barca en el mar de Galilea.
Las aguas están revueltas, más que nunca, o eso parece. Grecia vuelve a ir a las urnas; y en tal contexto europeo y mundial volvemos a elegir a nuestros representantes municipales y autonómicos. Secuestro de concejales, compra de votos, trapicheos… Al pueblo le interesa la cesta de la compra, la bajada de la luz, el acceso a la vivienda, una buena sanidad o la gestión del agua en tiempos de sequía, esas “peccatas minutas” que son el devenir nuestro de cada día.
Y algo hemos ganado en visibilidad las personas con diversidad funcional. Raquel, aquejada de ela, y esta misma servidora, fuimos llamadas a la suplencia de una mesa electoral; y cierto partido, cuyo nombre no viene a cuento acordarme, me propuso incluirme en su lista por eso de la paridad. Médicamente hablando, es otro gran avance que un interfaz cerebro-ordenador devuelva el deambular a un gran dependiente medular. Queda esperanza.
Falta mucho fuego que encender. “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ¡La paz con vosotros!” (Jn. 20, 19). Hoy tenemos una nueva oportunidad de abrir una ventana y escuchar un zureo de palomas.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 28 de mayo de 2023).
¿La pandemia es historia?

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“La OMS ha anunciado este viernes, más de tres años y siete millones de muertos después, el fin de la emergencia sanitaria de importancia global por SARS-CoV-2”. Muchos pudimos tomarnos la noticia alegremente, en todos los sentidos de la palabra. Sin embargo, su propio director insiste en que lo peor puede ser bajar la guardia, desmantelar el sistema sanitario de un país o transmitir a la población que la covid-19 ya no debe preocuparnos.
Pandemia: Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región (Diccionario de la lengua española). La situación se ha optimizado enormemente, pero son 630.000 nuevos casos, 3500 fallecidos en la última semana de abril. En España cumplimos el protocolo: mascarillas en centros sanitarios y residencias, aislamiento al mínimo síntoma, vacunación estacional de los grupos de riesgo… Todos sabemos de casos en nuestro entorno. Seguimos enfermando y muriéndonos, aunque no esté tan de moda.
Impacto económico, turístico, de relaciones internacionales, psicológico, educativo… en todas las edades y más en los países, familias y personas más pobres. La covid permanente quizá no tenga cura. ¿Y los que despidieron a sus seres queridos en la más absoluta soledad? “Visualicé lo peor, el tratamiento aséptico de mi pobre cadáver, la incapacidad de reunión para celebrar la vida y la muerte… pero, sobre todo, sufrí por el sufrimiento de los demás” (José Carlos Bermejo, La esperanza en tiempo de coronavirus).
La violencia doméstica aumentó en esos meses, como los trastornos depresivos y el suicidio. Hogares y residencias de mayores se volvieron lugares más seguros, pero tétricos y solitarios, pese a las videollamadas de los nietos. Y aunque no sea políticamente correcto, personas con diversidad funcional y ancianos institucionalizados la pagaron.
Los niños con retraso de lenguaje por la pandemia arrastran problemas de comprensión lectora. Mi madre no volvió a salir sola de casa, comenzó su camino de retorno. ¿Pandemia o situación endémica? La línea es demasiado frágil.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 21 de mayo de 2023).
Agua y vida

Foto Oliver Duch/Heraldo
Siempre creímos que el agua sale de los grifos, podíamos bañarnos cuando nos apetecía y darnos un chapuzón en la piscina. Se nos olvida que cuando nuestras abuelas, en muchos pueblos, se iba por agua a la fuente, y a lavar a la charca o al arroyo más próximo. Y aunque la hubiera en casa, se la traía en el botijo, mucho más fresca. Que también al abuelo le gustaba más el vino en bota y en porrón.
Y hay países, hoy mucho más cercanos por la globalización y los movimientos migratorios, sin agua en las casas. En los que niñas y mujeres tienen que ir a buscarla a kilómetros. Eso si no hay guerra o inundaciones. “Llueve inmisericorde, gota a gota, / sobre el cráneo hendido de los ángeles; / y palomas manchadas / llevan ramitas rotas en el pico de sierra afiladísima” (Pájaros de silencio).
La historia de la vida es la historia de las aguas, los ríos, afluentes y embalses, de una comunidad. Nada que ver la crecida catastrófica del Ebro, y sus zonas urbanas y rurales y de cosecha de 2018, con la sequía extrema de estos dos últimos años. Habrá que tomar ducha en vez de baño, cerrar mientras nos lavamos los dientes, caminar un poco más hasta encontrar una piscina abierta. A ver si los gobiernos ponen también su grano para que esto no siga calentándose y esté que arda. Cuarenta grados a finales de abril es de locura colectiva.
Girasol, cereales, leguminosas, maíz, alimentos para animales de granja y domésticos, productos lácteos… ¿Tendremos leche y pan? Primero la pandemia, luego la guerra, hoy la sequía. ¿Los siete años de las vacas flacas? ¿Las diez plagas de Egipto? Ahora nadie sueña en metáforas bíblicas, pero los temores y tanto sufrimiento permanecen.
“Conversión del agua en sangre; plaga de ranas; plaga de mosquitos (piojos o pulgas); plaga de tábanos (moscas); peste del ganado; úlceras; granizo ígneo; plaga de langostas; tinieblas y muerte de los primogénitos”. Contaminación de las aguas, picaduras de insectos, enfermedades e infecciones, erupción de volcanes, noche oscura. Son relatos del Éxodo, no titulares periodísticos de esta primavera.
Lo cierto es que somos agua: “Fueron muriendo estrellas, reproduciéndose / los seres sublunares por esporas. / Y un día, a años luz del primer fogonazo, / me supe sumergida y eternamente amada: / mi madre estaba a punto de alúmbrame” (Tránsito). No es una cuestión de mínimos.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 14 de mayo de 2023).
Mi madre

Foto archivo familiar
Fue una de esas mujeres que migraron del campo a la ciudad, como las protagonistas de mi última novela, El ramito de azahar. Mi padre se quedaría aquí terminada la mili, y fueron escribiéndose, relacionándose, en un tiempo todavía sin teléfonos ni apenas libertad. Los Reyes nunca le llevaron aquel abrigo que tanto deseaba en un invierno de témpanos y churlitos. Sí hay fotografías de una boda en blanco y negro, entre adobes y hierbas de corral, pero con mucho amor. Sus padres asistirían desde el cielo.
Y se vinieron a Zaragoza, a un piso sin ascensor y con solo una estufa, en las Delicias. Con una mesa, dos sillas supongo al principio, un colchón y mi cunita, junto a la cocina de carbón. Dicen que era bonita, que nadie preveía un retraso motórico, pese a que los médicos cometieron con nosotras un error imperdonable, que ya no cometerían cuando nacieron mis hermanos. Comía mal y cogía muchas anginas, pero no paraba, ni de hablar ni con la cabecica –me inventaba poemas y jeroglíficos–, ni de ir por la casa de un lado a otro, de rodillas.
“No te levantarás de ese sillón si no te lees otra hoja de la cartilla”, me decía mi madre, siempre exigente y cálida. Ella solo pudo aprender las primeras letras, hasta los 14 o menos. Pero estaba ahí, con su sabiduría innata: “Tu madre, aquellos párpados de azucena y escarcha, / siempre estaba contigo: / compañera en la noche del desvelo / y a la sombra apacible de los días felices” (Epifanía de la luz).
Ella, puerto seguro de mis primeros pasos, que truncó el sarampión. La gimnasia, cuando íbamos a ver al tío a los Viveros o a Correos a papá, y vuelta a subir a un cuarto piso. Se ponía a la altura de cada hijo, su edad y circunstancia; y cuando traíamos a casa a los amigos era madre de todos.
Nos hicimos mayores. Ayudó a envejecer a sus hermanos, calmosa e intuitiva, dejando discurrir la arena del reloj. Y empezó a atardecer, los nietos le encendieron la luna y las estrellas, a cambio de una poca merienda y algunas chuches. La pandemia hizo su labor. “Ahora, tres décadas después, / cuando miro los ojos de mi madre, / es la abuela quien vuelve del olvido” (Tránsito).
Hoy compartimos la memoria, regresamos al pueblo de la mano, nos damos un beso cada noche. Sigue siendo mi madre, la de siempre, y lo seguirá siendo cuando yo esté a punto de cumplir sus 90. Es ley de vida.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Triiibuna", domingo 7 de mayo de 2023).
¿Vida más allá?

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Siria, Afganistán, Venezuela, conflicto israelí palestino, Ucrania frente a Rusia, ahora Sudán. La clave siempre está en las alianzas y los enfrentamientos de poder. Quienes lo enarbolan, nuevos Hítleres del tercer milenio, ignoran y masacran a los más inocentes sufridores: civiles, ancianos y niños, mujeres y madres de familia, que lo único que desean en preservar su íntimo paraíso cotidiano. Nada nuevo bajo este sol calenturiento de abril del 23 que nos va desecando planeta y corazón.
Lo mismo da que sus gerifaltes sean Omar al-Bashir, Abdel Fattah al-Burhan o Mohamed Hamdan Dagalo. Una dictadura sucederá a otra, en un país seccionado por los conflictos intestinos desde su independencia en 1956, habitado por el desierto y la sabana, preeminentemente agrícola y musulmán, y en el que la escolarización llega solo a un 40% de sus niños y jóvenes. La investigación, la riqueza y diversidad de etnias y la belleza de la música tradicional quedan oscurecidas por la barbarie.
Estados Unidos y Arabia Saudí dieron el primer aviso, un alto el fuego, la posibilidad de evacuar a víctimas de guerra y lesa humanidad a horas vista, y salir del infierno. Francia, Alemania, Italia, Bélgica o Países Bajos; Grecia, India, Corea del Sur. Por su parte, aviones de nuestras bases fletaron a 200 militares voluntarios españoles, latinos y europeos, y pusieron su granito de arena para paliar la pesadilla, réplica de la sufrida hace más de 20 años en Daftur y otras ciudades sudanesas.
Ahora el encarnizamiento es más fuerte en Jartum, la capital. A los hospitales no llegan medicinas ni material quirúrgico; sin agua, luz ni suministro eléctrico. Son momentos de huir sin mirar atrás y salir con lo puesto, como en tantas guerras: “Una bomba cayó en la sacristía y recogimos nuestras cosas para largarnos”, relataba el misionero Parladé, de 81 años y 50 en el país. Diplomáticos y extranjeros de diferentes profesiones abandonan Sudán, mientras los sudaneses de a pie escapan o perviven como pueden.
Egipto, Sudán del Sur o Chad son los países más cercanos. A oscuras y de noche, como los místicos, contaba el capitán zaragozano Carlos Miraz que accedieron al aeropuerto de Jartum. Países conflictivos, situaciones límites, ante los que una siempre se pregunta: ¿Cómo sobrevivir con una discapacidad? ¿Se retorna al paraíso en la diáspora? Me queda el beneficio de la duda.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 30 de abril de 2023).
¿Una nueva vida?

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“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó. Y los bendijo Dios con estas palabras: ’Sed fecundos y multiplicaos”” (Génesis 1, 27-28). Al margen del hermoso relato bíblico que se lee en la Vigilia pascual, yo siempre me pregunté cómo se reproducirían los primeros homínidos hacen millones de años. ¿De forma endogámica? Como mucho, si una hembra no pudiera amamantar, otra le prestaría la leche materna a su cría. Y desde luego la selección natural nos hizo sobrevivir.
A estas alturas de la historia humana, los papeles tribales quedaron más que superados. El esquema familiar que venía repitiéndose de los romanos a nuestras abuelas ha quedado obsoleto. Y traer a la vida a un nuevo ser no siempre está íntimamente relacionado con realizar el coito, follar o hacer el amor.
Tema harto complejo. Hay gustos para todos los colores y hoy familias de todos los estilos. Sin embargo, tradicional en ese aspecto como soy, me gusta preservar el bienestar y la felicidad del niño –quizá porque conmigo así lo hicieron–. Que crezca con papá y mamá, sus hermanos, sus abuelos, sus tíos…
Estas últimas semanas, ha estado en boga el tema de los vientres de alquiler, traído por una famosa actriz que, como acostumbra, ha ido un poquito más allá. Una madre donante de las células, una madre gestante biológica y la madre legal, que resulta ser la abuela. Un padre con el semen congelado, fallecido hace dos años, y la imposibilidad de inseminar a su pareja, a la que nadie conoció.
¿Qué hay tras de todo ello, aparte de los tiras y aflojas y las contradicciones de unas y otras facciones ideológicas? ¿Una nueva cortina de humo enmascarada de humanidad y respeto al hijo muerto? Se obvia la adopción de niñas de la guerra. Innecesaria. La selección de células y embriones pasa a ser algo lógica y psicológicamente natural. Nadie habla de compra-venta, sino de buena voluntad de cumplir los deseos del fallecido.
Hubo un tiempo remoto en el que elegir esclavos era prebenda de señores con posibles. Hoy es un derecho, y no un lastre humano, el poder abortar la vida humana de un cigoto, un embrión o un feto ya formado. Pienso que la paternidad y la abuelidad no pueden adquirirse con solo unos genes. Hay cosas que no son de natura, pese a la libertad humana y a la técnica.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 23 de abril de 2023).
La tía Milagros

Foto Jesús Alba Enatarriaga
Hoy domingo concluye la octava de Pascua, con sabrosas lecturas en torno al encuentro del Resucitado con sus discípulas y discípulos más queridos; con sabor todavía a cocina y a dulces típicos de Semana Santa, entreverados con huevos y chocolates pascuales, delicia de niños y mayores. Torrijas, buñuelos, pestiños de azúcar, leche frita; sangría, o limonada en la zona de Soria; pantxineta, canutillos con chocolate y crema, tejas con helado en Euskadi… La gastronomía tiene también sus mapas y su orografía peculiar.
Entre el monte Igueldo y el Urgull se divisa la isla de Santa Clara. Siguiendo hacia el Peine de los Vientos, en la montaña, encontramos la casa de Chillida. Y hacia el otro lado, junto al Funicular, el que fue restaurante Villa San Martín, desde cuya mesa central del mirador los célebres comensales podían contemplar las playas de Ondarreta y de La Concha, atisbar sin demasiado esfuerzo el barrio del Antiguo y el mercado de La Bretxa, o el puerto un poco más allá.
Parece una vida de película la de tía Milagros, de esas escritas e interpretadas por tantos guionistas, directores y actores, que en un momento u otro pasaron por su casa durante el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Woody Allen, Robert De Niro, Richard Gere, Julian Schnabel o Federico Luppi son algunos de ellos. Pero también cantantes, escritores, políticos, gentes de la farándula y del buen yantar.
El aita y la ama, sus padres, trabajaban en una modesta caseta del ferrocarril entre Ikazteguieta y Tolosa; y ahí nacieron los hijos, un varón y seis hembras. La vida no era fácil. Milagros comienza a servir con 13 años en Villa Consuelo (Donosti), a cambio de manutención. Voluntad y trabajo, compaginó la familia y los sueños. Junto al esposo creó su primer bar de pinchos, el Azelain, en Tolosa, luego el Aldaba en la capital –sierra de Aralar y monte Txindoki de referencia– y el San Martín.
Alubias con sacramentos, marmitako, txangurro a la donostiarra, txuleta a la parrilla, las mejores carnes y pescados, ensaladas… Este pasado verano me invitó a su villa: recuerdos familiares y fotografías de los nietos, junto a las instantáneas con lo mejor de Hollywood; imágenes de santos, gnomos en el jardín. Se quedó despidiéndonos y sonriendo tras el mirador iluminado. Sus cenizas reposan en su edén. Ella nos sigue preparando, como Jesús, el mejor pescado. Nuestro pequeño txoco.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 16 de abril de 2023).
Las tres pascuas

Foto Jesús Alba Enatarriaga
Los judíos siguen celebrando el “Pésaj”, el triunfo en el Mar Rojo. “Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al rayar el alba volvió el mar a su lecho; de modo que los egipcios, al querer huir, se vieron frente a las aguas” (Ex. 14, 22). Continúan sentándose a la gran mesa familiar, invitando a huéspedes sin familia, tomando el cordero con las hierbas amargas y el “Matzá” o pan ácimo, leyendo la “Hagadá” (relato de la liberación), y esperando al Mesías. Lo prescribe la Torá. Este año del día 5 al 13 de abril.
Los primeros discípulos, armenios, se aposentaron hacia el 300 d. C. Hoy perduran en sus cantos, su seminario y sus objetos artesanales. Y es que los cristianos ortodoxos orientales, que celebran su Pascua una semana después, precedieron a los católicos latinos. Pero en Jerusalén todo es remembranza del dolor, sabor a Vía Dolorosa, retorno a Getsemaní, la casa de Caifás, la Fortaleza Antonia o el Gólgota. Aloe de la Piedra sagrada de la Unción y esa íntima luz de la rueda corrida en el jardín bajo el Santo Sepulcro, contra toda mentira: “… advirtiéndoles: Decid que sus discípulos vinieron de noche y lo robaron, mientras nosotros dormíamos” (Mt. 28, 13).
En el siglo VII, los hijos del Profeta tomaran Tierra Santa, y el Ramadán y el ayuno diurno, con sus otros pilares, convivieron con las pascuas cristiana y judía; si bien con miseria y persecución. Carne, vegetales y pocos dátiles y dulces, al albor y al poniente, cuando los varones salen y vuelven a hurtadillas de ganarse el pan, de terreno palestino a israelí. El mes de la revelación a Mahoma, del perdón, la apertura y la primavera. De la última luna del octavo mes según el calendario islámico a la primera del noveno (23 me marzo a 29 de abril). Y un gozo pleno: “¡Oh, pueblo nuestro! Si obedecéis al Mensajero de Al-lah y creéis en él, vuestro Señor os Perdonará las faltas y os Salvará de un castigo doloroso” (Corán 31:46).
Mis compañeros de peregrinación han vuelto a Tierra Santa, en este tiempo de pasión, bajo la misma luna llena. Me imagino a Mahoma ascendiendo al cielo en un caballo alado. Visualizo a Jesús que vuelve al Lago con sus amigos, pescando, conversando, celebrando. Contemplo los huesos de los muertos, cara a la Puerta Dorada, esperando ser resucitados. Maestros en paciencia y esperanza.
Ojalá en la mezquita de Al-Aqsa y en la parte occidental del Muro pueda orarse en paz. ¿Viviremos?
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 9 de abril de 2023).
Almendros de pasión

Foto: "Y el almendro floreció", óleo de Isabel Guerra.
Se anticipó el calor y hemos tenido los primeros incendios forestales en marzo. La cesta de la compra sigue subiendo y las guerras no paran; continúan llegando inmigrantes indiscriminados, y menores, a costas italianas y españolas, con peligro de muerte. Mientras los jóvenes y no tan jóvenes siguen manifestándose por cambiar de sexo, el derecho a abortar la vida o jubilarse a los 62. ¿Por cuidar de los nietos, quienes tengan, o viajar a nuevos exoplanetas sin cortapisas?
La humanidad no hemos cambiado tanto, desde la masacre de los inocentes en Bethlehem, la decapitación de Juan Bautista o la crucifixión de Cristo Jesús. La práctica está vigente en países islámicos extremistas, contra reductos de cristianos o la gran mayoría de mujeres que no acatan las órdenes. Pero sí avanzamos tecnológicamente.
Mientras mis amigas ucranianas siguen sobreviviendo como pueden en un país lejano, cientos de heridos son acogidos en Europa y los niños se han quedado sin papás, escuelas ni sonrisa, el “magnánimo” Putin firma un concienzudo acuerdo con Bielorrusia para desplegar “inofensivas” armas nucleares tácticas. La espada de Damocles pende sobre nuestras cabezas, lleva pendiendo mucho tiempo.
¿Qué pasaría si se escapa una pequeña explosión? Aunque fuese a una central nuclear, un emporio industrial o un núcleo urbano. Seguramente afectaría a uno cuantos miles de personas. ¿Cuánto pesa la vida en la balanza del poder?
El otro foco de pasión, y de agonía, es Netanyahu, enfrentado tanto al enemigo palestino como al propio ejército israelí. Las manifestaciones populares in crescendo y la negativa de soldados no ultras pueden poner en jaque al presidente. Y a una le da tristeza y cierto pavor que este año, cuando coinciden la luna llena de Nisam, la Pascua cristiana y el Ramadán, no puedan celebrarse en una paz relativa.
Desde que Atenea transformara a Fílide, hija del rey Midas, en almendro y acariciado el cadáver por su enamorado Acamonte floreciese, pasó a simbolizar amor eterno. Según el cristianismo y la tradición teresiana, este árbol simboliza asimismo inmortalidad, como vemos en el óleo de sor Isabel Guerra “Y el almendro floreció. Muerte de santa Teresa de Jesús”. Bellísimo y efímero al mismo tiempo, como la mariposa o la flor de los cerezos japoneses en Nueva York.
¿Trasunto de la vida, la muerte y la resurrección? Así también a nivel social.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 2 de abril de 2023).
Mi querida facultad

Foto www.heraldo.es
Fue el año del mundial de fútbol, que Simón ya no pudo ver por su distrofia muscular. El verano que me dio por leer a nuestros poetas de siempre –Bécquer, Juan Ramón, Machado–. Un otoño ilusionante, con ganas ya de conocer el pasillo y las aulas donde iba a dar mis primeras clases presenciales en un centro educativo.
Cristina fue la primera en ofrecerse a subirme las escaleras del Aula Magna II. Manuel, Elena, María José, Carlos, Carmen, Teresa… todos me ayudaron a partir de ese momento –temo dejarme a alguien–. María Antonia Martín Zorraquino nos recibió efusivamente. D. Félix Monge –señoritas, caballeros–; José-Carlos Mainer, que acabaría siendo mi director de tesis; Aurora Egido, cuyos exámenes con la máquina eléctrica me duraban hasta 8 horas…
Nuestro periplo iba de Filosofía y Letras o Filología al Interfacultades y Geológicas. Y el tío Fermín, ya jubilado, se convirtió en un compañero más, todos lo conocían de llevarme a clase –la risa que nos dábamos cundo los aspersores del campus nos mojaban–. Los felices 80.
Mi silla, como la mayoría de las sillas de ruedas de esos años, era manual. No se había adaptado apenas ninguna facultad –salvo la rampa “asesina” que unía el pabellón de Filología–, ni se había creado el Servicio de Atención a la Discapacidad. ¿Dónde los ordenadores? ¿Y los móviles?
El otro día se presentaba la nueva facultad de Filosofía, con espacios más amplios, sus grandes ventanales acristalados, sus pasillos, con más luz aún si cabe si cabe y sus bancos corridos, sus aulas adaptadas a las necesidades y la nueva Aula Magna, los enchufes para cada portátil y el mural de Ángel Grávalos, que se mantiene.
La verdad es que hacía falta, que fue en 1941 cuando se trajo de la Magdalena. Se nos caía encima. Y volverá a llenarse de las y los jóvenes, de profesores, de ilusiones y nervios. Acaso con menos exigencias académicas, con más opciones, ahora que la Universidad de Zaragoza se complementa con la de San Jorge. Con nuevas expectativas.
Pero esos días azules de la juventud universitaria, en los que coincidí, lo he sabido después, con Ana Alcolea, Trinidad Ruiz Marcellán, Reyes Guillén, César Ibáñez París o Alfredo Saldaña. O antes los de Ángel Guinda, Manuel Vilas, Ignacio Martínez de Pisón. Esos, no volverán. Pasemos el relevo.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 26 de marzo de 2023).