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La lampara encendida

Un día en el que todos

Un día en el que todos

Foto https://elegirhoy.com

El próximo martes el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Recientemente me llegaba esta información: “La Confederación ASPACE pide en el Congreso compromiso con las personas con parálisis cerebral para garantizar sus derechos y una vida independiente”.

Ante la Comisión para las Políticas Integrales de la Discapacidad, la presidenta de Confederación Aspace, Manuela Muro, exige concienciación y apoyo de la administración –esta cubre tan solo el 60% de una plaza residencial–; la implementación real de la asistencia personal, dentro de la estrategia de desinstitucionalización del Ministerio de Derechos Sociales; mayores recursos que faciliten el acceso a la educación y el empleo, ayuda a las familias, etc.

Las personas con parálisis cerebral, en general, somos grandes dependientes, y son muchas las que precisan atención especializada las 24 horas del día. Estrella logró licenciarse en biblioteconomía y ser madre; pero hay otros compañeros con enormes dificultades de movilidad, comunicación e incluso diversidad funcional cognitiva.

El lector sabe ya de mis periplos. Nací diversa; autodidacta casi hasta cursar Estudios Primarios y Graduado Escolar, Bachillerato a distancia, Filología Hispánica presencial. Amigos a partir de los 14, nueva normalización gracias a la asociación Auxilia y la parroquia de Begoña. Mucha lucha, y esfuerzo –8 horas de examen en Siglo de Oro, por ejemplo–. Y capear temporales, y cabezonería aragonesa, y altibajos y crisis, y barreras y superaciones, y montes Tabor. Y aun así…

Dentro del espectro de la diversidad funcional, las personas con parálisis cerebral llevamos las de perder. “Anda, vete a dormirla”–una vez que llamé a información telefónica–. “Toma un caramelo, bonita”. “Te acerco a esa farmacia y que venga a buscarte tu papá” –solo preguntaba por el nombre de una calle–. “Usted vendrá de oyente, señorita”, me dijo el primer día de clase uno de mis profesores más queridos.

Podría contar mil y una anécdotas, a modo de Sherezade. Del más sencillo funcionario, a un responsable de la policía o los políticos, ignoran muchas veces nuestras capacidades y derechos. Siempre estamos a tiempo para ver.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Araragón, "Tribuna", "El foco", domingo 1 de diciembre de 2024).

¿Pública o privada?

¿Pública o privada?

Foto Europa Press

Habitación n.º 64 del hospital San Juan de Dios de Zaragoza. Mi madre estuvo dos días hospitalizada a consecuencia de mi parto. Estancia por día: 125 pts.; quirófano: 250 pts.; material de curas y medicaciones: 212 pts. Total: 712. Un dineral entonces para mi padre, que acababa de sacarse las oposiciones a Correos y Telégrafo; un funcionario del Estado sin seguro médico alguno. Al menos, fuimos atendidas en una clínica de ciudad, y no por la partera del pueblo. Aunque no nos librase de la ignorancia, a falta de pruebas previas, y el sufrimiento perinatal que derivó en parálisis cerebral infantil.

Las frecuentes visitas al médico de niños o pediatra, Dr. Vallés, y las continuas inyecciones, practicante y vitamínicos, entre ellos el Calcio 20, así como la gimnasia o fisioterapia que nos daba la señorita María Pilar, en la plaza San Francisco, corría a cuenta del bolsillo de mis padres. Creo que se trataba de una sociedad médica privada, la Unión Médica, que los pacientes debían abonar en su totalidad. Hasta 1975, yo ya adolescente, no se creó Muface, Mutualidad de Funcionarios Civiles del Estado,  y empezaron a cubrirnos las espaldas. A mi padre le tocó Adeslas.

A partir de ahí, no es que todo fuese miel sobre hojuelas, pero sí comenzamos a tener una asistencia digna, racional y subvencionada. Los otros dos partos de mi madre, ya evitando riesgos, las visitas al pediatra con mis hermanos, las vacunas, el tratamiento del asma y la alergia. Nunca tuvimos que sufrir listas de espera, a lo sumo unos días.

Tú eliges al médico. Cuando nacieron mis hermanos y cuando mi histerectomía, en la Montpelier, habitaciones individuales, no límite de horario de visita, salvo por pura lógica, ambiente familiar.

Pero los tiempos han cambiado. Receta electrónica, mejor tecnología para según qué patologías e intervenciones, posibilidad de elegir entre atención privada y Seguridad Social, y las prestaciones económicas. Sin ir más lejos, la ayuda familiar por Hijo a Cargo, si eres mayor de 18 no incapacitado intelectualmente, te permite contraer matrimonio sin renunciar al sustento económico en la sanidad pública, no así en Muface.

De todas formas que la atención primaria, a los enfermos más graves y a nuestros mayores, que tanto han contribuido, los dejen como están.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 24 de noviembre de 2024).

Soneto a mi manera

Soneto a mi manera

Foto Editorial Verbum

(Poema inspirado en la tradición cristiana franciscana,
que a su vez bebería en fuentes hebreas).

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios (Juan. 1, 11-12).

Nazaret, humildad de huerto y de morada,
donde el sí de María deslumbrara al Lucero
e hiciera germinar la sangre del Cordero
en su vientre de joven muchacha inmaculada.

Camino de Belén, encinta y desposada
por el amor más puro a José el carpintero.
Un pesebre de piedra y un olivo severo
arrullándole en sombra, como única posada.

Pastores cojitrancos y ángeles de ala ciega
van siguiendo el destello de la Estrella escondida
en cada niño Dios que nace y llora y juega

en la paz de la casa y en la yesca encendida
del desierto y su noche, mientras María ruega
por la altura del monte, por la cruz descendida,

a su Hijo y al Padre y a la Santa Paloma,
porque todos logremos la quietud de la loma,
la armonía del mar y la luz trascendida
para siempre en Belén.

(Flor de agua, Madrid, Verbum, 2024).

Duelo al cubo

Duelo al  cubo

Foto Teléfono de la Esperanza de Aragón

La fuerza de los límites

Desde mi sillón

Testamento filial

Fue el verano del 82, el de Palma de Mallorca. Mi padre se compró un seiscientos de prácticas, y al ir al pueblo sucedió –nosotros con el tío–. Tirado boca abajo, tras dar la voltereta y golpearse la nuca. Unos 42 años de regalo.

El año pasado, a los 89, los problemas de próstata, y ahora, a los 90, fractura de cadera. Lo hemos acompañado a un centro de rehabilitación, vamos todos los días. Nunca perdemos la esperanza de que se recupere pronto, a la velocidad casi de la luz. Sin embargo, se encuentra abstraído en su mundo interior.

Él, que ha recordado siempre cada pueblo de España –desde las oposiciones a Correos–, los números de teléfono y carnet de toda la familia, no se acuerda de los cumpleaños de nietos, esposa ni hijos.

Preparaba él la cena, la sopica con un huevo cocido, doliéndose del olvido de mi madre. Hoy se niega a coger por sí mismo los cubiertos, y pasa tiempo dormitando. Aparte las molestas de una intervención reciente, ¿estará tirando la toalla?

¿Vivo un duelo anticipado? ¿Dónde la vitalidad desbordante de mi padre? Él, que me enseñó a leer y nos sostuvo. Aunque un día se aleje, será perenne en mí.

María Pilar Martínez Barca

A nuestro alcance

Duelo elevado al cubo

Vergüenza, culpa, estigma social, retirarte la mirada. El duelo por suicidio agrega unos componentes especialmente dolorosos.

M. P. M.

Así lo van confrontando con la experiencia Isabel Irigoyen, psiquiatra de la asociación Paso a paso Aragón, y las familias.

Ana Pilar Andreu pertenece a ella desde septiembre de 2022, meses después de haberse suicidado su esposo. “Mi marido fue por un tema de estrés. Después de pasar la covid, le quedaron unas secuelas de las que no se habla nada, pero que existen. Sufría neblina mental, confusión, falta de memoria a corto plazo”.

Tras de cada muerte por suicidio, hay al menos seis personas cercanas afectadas psicológica y afectivamente. Es fundamental no ocultar el motivo de ese duelo y compartir el dolor con personas y familias en situación similar. “Los primeros meses lloraba por cualquier cosa, y eso que me considero una persona fuerte. Estuve tres meses prácticamente del sofá a la cama y de la cama al sofá”.

Es la otra pandemia silenciosa, de la que el año pasado nos dejaron solo en Aragón nada menos que 98 víctimas. La asociación, junto a otras asociaciones, reclama más recursos sociales y atención psicológica y psiquiátrica. “Quiero que la gente se conciencie de que esto nos puede pasar a cualquiera, que es la enfermedad del siglo XXI”. Puede sucedernos a cualquier edad.

“Le encantaba vivir y disfrutaba como nadie de todo… de la vida, de los viajes, de su familia –recuerda Ana Pilar– . Entiendo que es que no podía seguir sufriendo así”.

Página web: https://pasoapasoaragon.wordpress.com.

Más corazón

Duelo del migrante

“El duelo migratorio es un tipo de elaboración de la pérdida que empieza cuando una persona emigra”. Se ha dado en todas las culturas, desequilibra a la persona.

Se sale de un país en guerra, de una situación paupérrima. Se deja atrás hogar, familia, amigos, hábitos aprendidos. Del punto de partida al de llegada, no siempre hospitalario. El duelo crónico o síndrome de Ulises es muy frecuente.

La cosa se complica cuando el migrante pierde a un ser querido. Por una parte, la repatriación del cadáver es harto difícil, mucho papeleo y dificultades añadidas; de la otra, poner distancia al duelo, no poder despedirse, es doblemente doloroso.

El migrante padece varias muertes sucesivas.

M. P. M.

(Humanizar, Nº 197 -Madrid, noviembre-diciembre 2024-).

El duelo es el precio del amor

El duelo es el precio del amor

Foto Centro de Humanización de la Salud

El duelo es el precio del amor

Morir es lo más humano que hay, nada es tan cierto, tiene un inmenso poder humanizador

Experiencias vividas desde adentro, diferencias generacionales, culturales. La pérdida duele porque amamos. La dignidad intrínseca al ser humano nos allana el camino, nos predispone a una despedida más serena. Agradecer, aceptar, perdonar, celebrar la partida.

María Pilar Martínez Barca

José Carlos Bermejo Higuera es doctor en Teología Pastoral Sanitaria, Máster en Bioética, Counselling e Intervención en Duelo. Especializado en cuidados paliativos y atención a enfermos terminales.

Director del Centro de Humanización de la Salud y del Centro San Camilo: Centro Asistencial; fundador del Centro de Escucha. Vicario Provincial de la Orden de los RR. Camilos (2014), Delegado General de la Provincia Española (2015), Superior Provincial desde 2022, el primer religioso no ordenado que lo es en la historia de la Iglesia. Profesor en varias universidades. Autor de más de cincuenta libros.

Cuando duele el amor

¿Qué es el duelo?

El precio del amor. El proceso de perder a un ser querido. Si todo va bien, es un proceso adaptativo, aceptar y aprender a vivir sin él, con esa amputación que la muerte de alguien amado supone en nosotros.

Luto y duelo.

Aprendemos a expresar externamente, de una determinada manera, influidos por la cultura, estamos de luto. Si hacemos un proceso interior, a nivel emocional, cognitivo, espiritual, de integración del sufrimiento, del trabajo de recolocación de nuestro ser en el escenario en el que él ya no está: eso es el duelo.

¿Algún acontecimiento cercano?

Tenía 7 años cuando murió mi abuelo, y 14 cuando murió mi hermano de muerte súbita. He perdido a mis padres. La muerte de mis referentes en clave formativa, y de mi mejor amigo, me han marcado. Algunos de estos duelos los califico de complejos, poco reconocidos socialmente, como el del amigo.

¿Ha cambiado la vivencia desde nuestros abuelos?

Estamos enganchados a lo digital. Asistimos a una muerte seca, a secas, con menos fluidos, relaciones y procesos participativos, más intervenida técnicamente. La muerte de generaciones anteriores era más doméstica, más acompañada familiarmente, dotada de recursos comunitarios y espirituales para su abordaje saludable. Era más patente su poder humanizador.

¿Y con la pandemia?

El aislamiento impuesto hizo de nuestras casas tanatorios, que los restos mortales no se vieran, los cortejos fúnebres desapareciesen, los ritos comunitarios fueran imposibles y el mundo digital se reforzara.

Las posibilidades del duelo digital van en aumento. Podemos hacer testamento, darnos cita con los deudos en las redes, reconstruir al fallecido a partir de su rastro, seguir interactuando. Las posibilidades crecen y la ética no hace su trabajo de discernimiento a igual velocidad. Paradójicamente, cerramos los ataúdes en los tanatorios.

Tantos duelos como personas

¿Por qué duelen las pérdidas?

Nos vinculamos de manera significativa, reforzamos nuestra interdependencia, nos hacemos codependientes. La muerte de seres queridos nos arranca algo de nosotros y, porque amamos, nos duele su ausencia, se nos hacen laboriosas emocionalmente las tareas que nos dejan pendientes.

¿Hay diferentes duelos?

Tantos como personas, cosas y roles que podemos perder. Cuando un ser querido muere, si lo vemos venir, elaboramos nuestro duelo anticipado, con su valencia adaptativa. Tras fallecer, podemos vivir un duelo más o menos normal o se puede complicar. Puede retrasarse, cronificarse, dificultarse su expresión social por no autorizado, hacerse ambiguo, congelarse… o, en el peor de los casos, volverse patológico.

El sufrimiento es subjetivo. No solo depende del rol que desempeñaba el fallecido, sino del vínculo. Además influyen otras circunstancias: la salud mental del doliente, los recursos con los que cuenta, las experiencias previas. Aparte de factores como las herencias, el impacto económico, la afectación a la sexualidad…

Cuando podemos acompañar a un ser querido en el proceso de morir, nos vamos adaptando, “pagando la factura” del amor y aceptando la limitación, incluso deseando el desenlace. Un buen duelo anticipado ahorra complicaciones posteriores. Si la persona no manifiesta sus sentimientos, se puede retardar; en particular, si invierte mucha energía en tareas logísticas y escucha poco al corazón.

¿Qué valor cobra el rito?

Un gran potencial humanizador, permite a la comunidad expresar su apoyo social, emocional, espiritual. Honra la memoria, dignifica la vida, refuerza la identidad del individuo fallecido y su significado para quienes quedamos.

Una salida humana

¿Existen diferentes modelos culturales?

Las culturas se hacen de costumbres. Tienen sus latitudes, su carácter tradicional, se transmiten de generación en generación. Hay muchas diferencias entre unas y otras. Algunas tradiciones se encarnan de manera relevante en las religiones.

¿Estamos preparados para despedirlos?

Venimos preparados de fábrica, con recursos físicos, psicológicos, sociales, espirituales, para atravesar crisis de gran impacto. Pero hay elementos que pueden aumentar tanto la vulnerabilidad que conviertan al duelo en letal.

¿Ocultamos la muerte? ¿O la idealizamos, deseando morir como santos?

Ambas cosas. Hoy es difícil encontrarse con un cortejo fúnebre, hablar en tertulia sobre la muerte. Pero hay iniciativas que lo proponen, una contracultura humanizadora. Los santos murieron como pudieron y les dejaron. Lo escribí en La muerte apropiada. Hay quien murió invadido de culpa, y quien lo hizo en paz; dejándose consolar entrañablemente y aceptando o pidiendo ayuda que fue desoída.

¿Cómo vivir con paz esos últimos momentos?

Hay una dignidad no propia de la muerte, sino como seres humanos, la dignidad ontológica. Pero podemos dar al morir otra dignidad desde la conducta, la ética, los valores encarnados y las virtudes vividas. Dignificamos el morir no solo cuando decidimos cuándo (según algunos), sino cuando conjugamos verbos como agradecer, aceptar, perdonar, despedirse, celebrar, cultivar la esperanza.

La fe y algunos médicos aseguran que es un cambio de esfera.

Se lo dejamos a Dios. No hay resurrección sin muerte. Los creyentes dejamos todo en sus manos y la confianza en Él nos dice que la muerte no tiene la última palabra.

¿Es humano el morir?

Es lo más humano que hay. Nada es tan cierto. Tiene un inmenso poder humanizador si dejamos que la vulnerabilidad y la fragilidad máximas den densidad al instante, al momento, a la sucesión de momentos únicos e irrepetibles.

 SUMARIOS

“La muerte de generaciones anteriores era más doméstica”

“Los ritos tienen un gran potencial humanizador”

“Agradecer, aceptar, perdonar, despedirse, celebrar, cultivar la esperanza”

(Humanizar, Nº 197 (Madrid -noviembre-diciembre 2024-).

Mal hallado, míster Trump

Mal hallado, míster Trump

Foto Eva Vucci / AP

“Os recibimos, americanos, con alegría. / ¡Ole mi mare! ¡Ole mi suegra y ole mi tía! / El plan Marshall nos llega del extranjero pa’ nuestro ‘habío’. / Y con tantos ‘parneses’ va a echar buen pelo Villar del Rio. / Traerán divisas pa’ quien toree mejor ‘corría’”. Mucho han cambiado las cosas desde que en 1953 Luis García Berlanga dirigiese “Bienvenido, míster Marshall, magistralmente interpretada por Lolita Sevilla y José Isbert. Eran los años de leche en los colegios, y de ver a los visitantes del todavía lejano continente como el no va más del desarrollo.

Algunos, sí, creían como presidenta en Kamala Harris. ¿Acaso canto de sirenas según otros? Pero una vez más el pato Donald arrasó. Parece que esta vez los republicanos han tenido más peso, o la imagen a punta de pistola, o quién sabe qué. Obviando los abusos y otros etcéteras. ¿Y el voto de mujeres y latinos?

Empresario, televisivo,  calculador… apuesta por una política anti aborto, el fortalecimiento del país, mirándose al ombligo o a su propio espejo como un moderno Narciso poderoso, desfiscalizando los medios y por supuesto subiendo aranceles. Lo que no hace maldita la gracia a casi ningún habitante del planeta.

Pertrechándose de un equipo fuerte para sus objetivos, con Mario Rubio, de origen cubano, como secretario de Estado –la diversidad está servida–, y un antivacunas de ministro de Sanidad. Es al menos curioso, de película de Disney.

Dejando broas y ficciones, da un poco yu yu la relación con Rusia, Israel. Venezuela… A veces el guiñol del poder lo manejan las manos de ignorantes o de locos. Y ahora no sería una guerra fría, ni sabemos si habría una dura posguerra en la que llevar leche ni alimentos a las escuelas.

¿Quién impulsará la espoleta? ¿Quién ha de activar el fatídico botón? ¿Quién cruzara explosiones sobre explosiones hasta un nuevo big bang?

Sin ir tan lejos, la actriz Eva Longoria migra de EE. UU. por la falta de vivienda digna, unos impuestos carísimos, la necesidad real. ¿Y Europa? ¿Llegará la cola del tsunami?

Estamos en un mundo incierto. La tierra se nos tambalea. ¿Sobreviviremos al ego y al poder?

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 17 de noviembre de 2024).

Cañas y barro

Cañas y barro

Foto Víctor Fernández / EP

La lucha por ganar vida y tierra a las aguas en la Albufera valenciana siempre fue una constante, desde las novelas de Vicente Blasco Ibáñez de principios del XX y más allá. Especialmente Cañas y barro y La barraca, llevadas a una televisión en blanco y negro y de dos únicos canales, con una democracia recién inaugurada de levante a poniente de nuestra piel de toro. Corrían 1978-79.

Albacete, Murcia, Castilla-La Mancha, algunas zonas de Aragón, Cataluña… En 1957 el desbordamiento del Turia fue terrorífico –su nuevo cauce ha salvado ahora parte de Valencia–; la inundación de la presa de Tous fue bestial en el 82, como la catastrófica riada en el camping “Las nieves” de Biescas en el 96 –testigo desviado nuestro coche al volver de Formigal– Nada nuevo bajo el sol ni ante la violencia de las aguas.

Ahora es diferente. La calidez del mar se une a una corriente de viento o gota fría provocando una DANA (depresión atmosférica en niveles altos). En Estados Unidos, Florida, México, Cuba y otros lugares están por desgracia habituados a la catástrofe y a la alarma en tiempo real. Aquí en España, Valencia y la Albufera siempre fuimos “sui grneris”. Escenas de una pareja de mayores abriéndose camino con sus bastones entre las aguas; coches volcados como botes hunde vidas; vecinos escalando a pisos superiores o buscando cobijo en casas todavía salvo.

Unos minutos, y calles y avenidas tomaban el aspecto fantasmagórico de ciencia real de una contienda. Agua y barro y escoria de edificios derruidos, y cientos de muertos y muchos desaparecidos. Y el bebé en las aguas. Y el amor y el pillaje, y la pérdida de casas y huellas personales para siempre, y el vacío. Y de nuevo la lucha de generaciones por la tierra y la vida. “En el agua muerta, de una brillantez de estaño, permanecía inmóvil la barca-correo: un gran ataúd cargado de personas y paquetes, con la borda casi a flor de agua” (Cañas y barro).

Mientras hay vida hay esperanza, donde hay agua hay vida. Solo es poner diques, contener lo evitable todavía, aprender de experiencias precedentes, prevenir. Aplicar la lógica y los buenos cimientos a un futuro habitable para todos.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 10 de noviembre de 2024).

Días de ánimas

Días de ánimas

Foto Heraldo de Aragón

Últimamente parece haberse impuesto entre los más jóvenes la tradición de Halloween, la noche de los muertos, del truco y trato, de las calaveras y las antiguas calabazas. Personalmente, prefiero secundar a mis ancestros: el Monte de las ánimas becqueriano, las leyendas afines que me contaron en Velamazán, las ceras y los maderos encendidos en el interior de grandes frutos vaciados. Las almas solían acudir a socorrer a otras almas y otros vivos en pena.

De la cultura celta a la anglosajona, nos han traído las fiestas de disfraces, los nabos, las manzanas y las pelis de terror. Y hasta las Nancys visten trajes de negro y esqueletos, están a la última. Aunque ahora la diversidad es lo que prima. Algunos Centros Públicos Integrados de Formación Profesional, como el Montearagón de Huesca, han utilizado flores y catrinas, típicas de cementerios mexicanos, para denunciar la falta de personal y profesores. Y la comida del país, Quesabirrias, tamales, pan de muertos y otras recetas varias son una forma más de conmemorar a los difuntos.

La comida es también importante en el centro de Europa y en Ucrania en concreto, para despedir a los seres queridos y en su aniversario. En cuanto a los ritos funerarios, cada vez son más frecuentes los laicos y un tanto excéntricos. A las fotografías con flores le han sucedido brindis, letras de rap, desfiles de coches Subarus; enterramiento con el móvil, dinero, botellas de J&B y paquetes de Marlboro; urnas acuáticas y biodegradables, joyería de incineración o lápidas con QR.

Según José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud, “Las posibilidades del duelo digital van en aumento. Podemos hacer testamento, darnos cita con los deudos en las redes, reconstruir al fallecido a partir de su rastro, seguir interactuando. Las posibilidades crecen y la ética no hace su trabajo de discernimiento a igual velocidad. Paradójicamente, cerramos los ataúdes en los tanatorios”.

Hemos hecho un repaso a lo que celebrábamos los pasados 31, 1 y 2 –día específicamente de difuntos para la Iglesia– porque seguimos vivos, y eso es lo esencial, más allá de las danas destructivas y de las guerras devastadoras. Me quedo con los versos de Juan Ramón: “Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando: / y se quedará mi huerto, con su verde árbol, / y con su pozo blanco”.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 3 de noviembre de 2024).

Retirarse a tiempo

Retirarse a tiempo

Foto https://es.wikipedia.org

“Ha sido una decisión evidentemente difícil, me ha llevado tiempo tomarla, pero en  esta vida todo tiene un principio y un final”. Rafael agradece a sus padres y a su hermana, a su tío, que le inició en el tenis, a su mujer y su hijo, porque verlo crecer ha supuesto una energía increíble en los dos últimos años, llenos de sufrimiento físico y limitaciones. Y también a su equipo, compañeros y contrincantes, a todos sus amigos y seguidores. “Creo que ha llegado el momento adecuado de poner punto y final a una carrera larga, y mucho más exitosa de lo que hubiera podido imaginarme. Me hace muchísima ilusión que mi último torneo sea la final de la Copa Davis, representando a mi país. Es cerrar el círculo”.

Entre sus triunfos, 14 Roland Garros, 22 Grand Slam, cuatro Abiertos de Estados Unidos, dos Wimbledon y dos Abiertos de Australia, dos oros olímpicos y cinco Copas Davis. Ha jugado, competido y gozado con Novak Djokovic Roger Federer, Alexander Zverev, Dominic Thiem… Hijo Predilecto de Manacor, Hijo Adoptivo de Madrid, Medalla de Oro, Cruz de Plata o Cruz Blanca de diversas instituciones; creador de la Fundación Rafael Nadal, para jóvenes deportistas con discapacidad intelectual. Veintidós años en la cumbre dan para ganar, enamorarse o ayudar a las víctimas que lo han perdido todo en cualquier inundación.

Lo recordamos casi un adolescente, con su melena y su cinta blanca, sus golpes fuertes de derecha y sus giros, pegados todos al televisor. De entonces a estos últimos años como profesional hemos modificado hábitos, nos ha cambiado el mundo, hemos crecido. Ahora, verduras de hoja verde, frutos rojos y grasas saludables, pescado, ensaladas, arroces, patata y frutos secos.

Tiene que ser difícil para un campeón despedirse, nos es difícil a todos. Como a Mónica, la joven policía de la película “Infiltrada”, dejar de rastrear las huellas de ETA. Es preciso tener un apto concepto del yo como persona, frente al ego destructor, para luego soltar. Y haberse construido a uno mismo. “Caminas, das todo lo que tienes desde el primer punto hasta el final sin importar el marcador y estás dispuesto a poner todo en juego y no tienes miedo de dejar que la gente vea eso” (Jimmy Connors).

Tú sí eres deportivo, Rafa, maestro.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 27 de octubre de 2024).

Una ley para sobrevivir

Una ley para  sobrevivir

Foto Sergio Pérez / Heraldo

No me daban por viva. Me bautizaron en la sección de maternidad del hospital San Juan de Dios al tercer día de nacer. Antes era habitual en los centros sanitarios regidos por religiosos, pero aun así. A los 5 años, cuando ya había comenzado a dar mis primeros pasos, el sarampión. “Esta niña se muere”, diagnosticó el pediatra. Ha sido una larga y bella lucha en estos años.

Detrás, siempre mis padres y mis tíos, y después mis hermanos. Enseñándome a leer en casa, luchando en Auxilia, en el Bachillerato, en la Universidad. Viajando primero en familia; formando grupo de amigos, mis hermanos y yo, en el salón; ayudándome a desplegar las alas. Y va creciendo un vínculo, fortísimo, indisoluble, que perduró en el deterioro y marcha de los tíos; que permanece en la ausencia progresiva de mamá, en la hospitalización y rehabilitación de nuestro padre. Es duro ir yendo envejeciendo.

Pero al menos ir pasando del arnés y la grúa, a la silla de ruedas, al andador, y después al bastón, supone una satisfacción indescriptible. Lo peor es cuando sucede al contrario. Se va paralizando una mano, después otra, las piernas, los músculos, el cuello, la capacidad de fonación y deglutir.

El pasado día 10 se aprobada en el Congreso la esperada Ley Ela (esclerosis lateral amiotrófica), con 344 votos a favor y ninguno en contra ni abstención; más la presencia de 37 afectados y un centenar de familiares y asistentes en la Sala del Constitucional. ¿Un hito histórico?

Asistencia 24 horas de los enfermos en estado avanzado, agilización en conceder la dependencia, atención integrada entre sistemas de cuidados sociales y sanitarios, condición de consumidores vulnerables y bono social de electrodependientes, pago a enfermeros y psicólogos, protección de las personas cuidadoras, capacitación y especialización de los profesionales sanitarios… ¿Por una vez sin oportunismo electoral?

El empresario Francisco Luzón, el ex futbolista Juan Carlos Unzué, o Juan Ramón Amores, profesor de educación física y padre de dos hijos, abrieron brecha. Pero también Olga, presidenta de la Asociación Aragonesa de ELA, Jorge o Carmelo. “Aquí estoy, luchando por la vida”. Incluso el dolor y el deterioro progresivo pueden verse del derecho o del revés.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 20 de octubre de 2024).

Un Pilar diferente

Un Pilar diferente

Foto Guillermo Mestre / Heraldo

Nombres que nunca oímos los de mi generación si no estás muy al loro. Como el cantante colombiano Sebastián Yatra y el disjokey y souwman estadounidense Steve Aoki, luciendo un tándem perfecto en el Espacio City de Valdespartera. Y junto a los pregoneros de Operación Triunfo, alguien más en nuestra onda, como el gallego Evia; para contrarrestar lo último en drones, contorneando en el cielo de las noches motivos sui generis de Aragón.

Otras veces, es trazar un puente, como La estrella azul a partir de la película sobre Mauricio Aznar. O es lo de siempre, o eso aparenta: marionetas y gigantes y cabezudos, música y jotas en la plaza del Pilar, espectáculo de luces y sonido en el parque Labordeta, rondas y charangas, vaquillas, espacios gastronómicos, deporte tradicional, teatro, magia, más conciertos…

Pero nada es estático. Si observamos imágenes guardadas en nuestra memoria y retina, el escenario era abierto, sin apoyos electrónicos, la ofrenda en la fachada del Pilar, baturras con mantilla, un único itinerario, mucho menos color de hispanidad.

Estos últimos años las fiestas se celebran por barrios, por edades, por gustos. Es todo más dinámico y diverso, ¿solidario? Los bastones y las sillas tenemos nuestro sitio en la plaza, para verlo mejor. Las carpas de comida regional se transforman en food trucks –“camiones de comida”, venga anglicismos–; y la Ronda de Boltaña convive con el tecno y el reguetón. Y el Auditorio tiene nombre de princesa.

Cada 12 de octubre ha sido distinto en nuestras vidas. Nada que ver cuando el tío traía el programa de fiestas del Ayuntamiento a nuestra casa de Delicias, entre coches y gigantes, a cuando disfrutaba a tope de las ferias, del Clínico a la Escuela de Idiomas. Décadas de experiencia desde la vez primera que asistí con amigos a la ofrenda de flores, que estos últimos años a la de frutos con el Centro Soriano de Zaragoza. Pervive la misma emoción y ternura de una hija por su Madre.

Podemos agrandar o empequeñecernos, ir de ida o emprender el camino de retorno. En la resi donde vive mi padre temporalmente, hay ofrenda y pregón, canciones populares y joticas, merienda con rosquillas y familiares. Reciclar y adaptarse, como se hizo con las joyas de la Virgen, es disfrutar en plenitud.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 13 de octubre de 2024).

Escucha, Israel

Escucha, Israel

Foto Jesús Alba

Shema Israel, y Palestina, y Líbano, e Irán, y Rusia, y Ucrania, y Estados Unidos, y Europa y todas las potencias que promueven y no palían conflictos en el hogar común que es nuestra tierra. El silencio incluso antes que la Palabra sagrada del origen, que la Sabiduría que engendró el Verbo, la Belleza.

Se inauguraba el pasado lunes el Centro de Escucha San Camilo de Zaragoza. En 1997 se creó el primer centro en Madrid, hoy son 40 en toda España. El periodista Juanjo Hernández, como maestro de ceremonias, daría la palabra a Pilar Molina, delegada de Pastoral de la Salud, D. Carlos Escribano, nuestro arzobispo –que junto con la diócesis acogió el proyecto desde el primer instante–, y José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud.

Se trata de espacios donde puede decirse todo, porque todo es acogido con respeto, en los que se combinan las competencias blandas –diálogo, acompañamiento, comunicación– junto a la gestión de los sentimientos. “Donde fracasa la palabra se abre paso la violencia”, afirma el papa Francisco.

Silencio, escucha, empatía. Liberación interior e interpersonal, entre culturas y países. Una necesidad ontológica recogida de siempre por nuestros clásicos: “El cuerpo canta; / la sangre aúlla; / la tierra charla; / la mar murmura; / el cielo calla / y el hombre escucha” (Miguel de Unamuno).

Los verbos ‘audire’ y ‘auscultare’ latinos son casi antagónicos. El segundo, de donde se deriva escuchar, supone una hospitalidad lingüística, y callar, y mirar de cerca al otro, y encontrarse a través del desierto, y hacerse prójimo, uno. Escuchar y sentirse escuchado libera, cambia el punto de vista, fundamenta la comunidad. No habría refugiados, ni existirían guerras; solo apertura activa del corazón.

Pero es un arte. Llevan un año preparándose los agentes de escucha del nuevo centro. “He oído el bullir de la vida que irradiaba del sol. El quejido de las hojas al ser holladas, el latido de la savia que ascendía en el tallo, el temblor de los tallos al abrirse acariciados por la luz. // Ahora sí. Ven, porque has escuchado lo que no se oye” (Cuento popular). ¡Bienhallados!

 María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 6 de noviembre de 2024).

Más cine, por favor

Más cine, por favor

Foto Javier Etxezarreta / Heraldo

Al Pacino, Woody Allen, Julian Schnnabel, Antonio Banderas… el protagonista de “Jamón, jamón” y “Mar adentro”, Javier Bardem, Premio Donostia 2023, al flamante Pedro Almodóvar, que lo ha obtenido este año. Algunos de ellos seguro que repusieron fuerzas en el restaurante San Martín, de Milagros Enatarriaga, junto al Funicular. Y al glamour del festival y las galas y trajes para la ocasión, se uniría el paisaje de montaña y de mar, la vista panorámica de la Concha y la comida más selecta de Donosti, a fuego lento y mimo. De película.

Ayer sábado concluía la 72 edición, se dice pronto, del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, con alguna sorpresa y la alegría de los ganadores. Y este año han tenido cabida del drama erótico ”’Emmanuelle”, de la directora Audrey Diwan, al documental taurino “Tarde de soledad’” de Albert Serra. De las grandes estrellas del palmarés de siempre, de Pamela Anderson a Andrew Garfield, al cine social, latino o el musical apocalíptico.

Entre nuestras directoras, Íciar Bollaín, Pilar Palomero o Paula Ortiz. La directora de “Te doy mis ojos” o “Maixabel”, con una cinta sobre el acoso psicológico y sexual, “Nevenka Fernández”. La creadora de “Las niñas” y “La maternal”, con “Los destellos” –una de las favoritas a la Concha de Oro–, en torno a los cuidados paliativos, la soledad y la marcha de los seres queridos.

Y la filóloga y directora cinematográfica Paula Ortiz, que el año pasado nos sorprendía con “Al otro lado del río y entre los árboles” –grabada en la Venecia de la pandemia– y con “Teresa”, lleva a San Sebastián y estrenó este viernes en Zaragoza “La virgen roja”, historia de Hildegart, la mujer concebida y creada para ser perfecta en un entorno hostil.

Glamour, humanidad y lucha por la superación, más estas dos últimas, en el paseo de farolas y balaustradas frente al mar; de La Concha a Ondarreta, con Santa Clara al fondo, del Igueldo al Urgull, del Antiguo hasta el puerto, donde tomamos una sabrosa mariscada. Mi Donosti querida y añorada en la ausencia, escenario ideal para la representación de los más hermosos sueños, la vida más genuina, el amor y sus múltiples poliedros.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 29 de septiembre de 2024)

Aprendiendo a vivir

Aprendiendo a vivir

Foto CEIP Pilar Bayona

Este pasado lunes, 16 de septiembre, comenzaban los horarios lectivos del CEIP (Centro de Enseñanza de Infantil y Primaria) Pilar Bayona, polígono de Valdeconsejo, Cuarte. Un centro con currículo integrado de música y comedor, en el que a las actividades educativas se unen otras extraescolares bien diversas, como kárate, multideporte, manualidades, patinaje, baile o ciencia divertida.

Aquello se llena de pequeños y padres y autobuses, sobre todo a las 9 y a las 14 horas. Las nuevas generaciones parece que se inclinan, por distintos motivos, por los extrarradios y pueblos aledaños a la ciudad. Una baraúnda de adultos y chiquillos me cortaba el paso.

Era la segunda semana que mi padre residía en el centro de rehabilitación Cuidad2, junto al lado del colegio, en la otra acera. Subes por una cuestecilla, con cuidado, del bulevar –es un decir– o parada del bus 410, que te lleva desde la plaza Emperador Carlos V, si tienes suerte y sale la rampa. He de reconocer que los conductores te tratan francamente bien, dándote prioridad a dos sillitas de bebé que pudieran ocupar tu asiento de pasajero con diversidad funcional.

Porque el bonotaxi o tarjeta ciudadana, sufragada por el Ayuntamiento, no entra fuera del término de Zaragoza, ya sea por unos metros. Y el taxi de ida te cuesta un ojo de la cara, y el otro el de vuelta. Claro que otra opción es coger el tranvía hasta Valdespartera, y allí hacer trasbordo en taxi, algo más económico.

Bueno, pues llegas, superada la carrera de obstáculos, y aún tienes que pasar a la otra acera por el  badén o rebaje, medir muy bien para no caerte a la calzada, acceder por la rampa en U y timbrar a la puerta. ¿Quién llega a un timbre para un adulto en pie a la altura de una silla sin elevador, a lo Echenique?

Una de las tardes, me pareció escuchar a una cuidadora que iban los niños del colegio a hacer una actividad. Los pequeños aprenden a leer, a comunicarse, a convivir. Los mayores, a volver a dar sus primeros pasos, a valorar el cariño de los suyos, a ir envejeciendo y aceptando los límites, a tomar dignamente el camino de retorno. Y todos aprendemos, de rueda en rueda, a ser parte de esa cadena que no termina nunca.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 22 de septiembre de 2024).

¿Nuevo curso inclusivo?

¿Nuevo curso inclusivo?

Foto Guillermo Mestre / Heraldo

Este pasado lunes estrenaban curso los alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria en Aragón. A las lágrimas de los benjamines y la ilusión de sus hermanitos más mayores se une, este año, una mayor preocupación y caras más serias de papá y mamá.

Los adultos hablan de enseñanza pública, mejoras salariales, cercanía del cole al hogar, escuelas rurales, institutos y centros rehabilitados… Y de poner cocina en el colegio, no sé si al estilo Master Chef o para tener la comida más reciente.

Centros inacabados en Valdespartera, Rosales del Canal o Arcosur. U obras por asfaltado en barrios periféricos –Oliver-Valdefierro, El Rabal, Actur-Rey Fernando y Miralbueno, Peñaflor, San Juan de Mozarrifar o Monzalbarba–. ¿Por qué no más previsión antes de iniciarse el nuevo curso? Aparte del coste de los libros  y otros varios.

¿Bachillerato concertado? Lo que se supone más novedoso es la prohibición de móviles y relojes inteligentes en las aulas; el refuerzo de lengua y de mates, la lectura, la ortografía y la comprensión lectora –todo eso que antes se exigía en cursos precedentes–; o una exposición mucho más reflexiva junto a pensamiento crítico en la nueva EBAU.

Y el próximo día 23 el rey Felipe VI inaugurará el curso universitario, a los 550 años de la fundación de la Universidad de Zaragoza, la quinta más antigua de España; lo que fue un estudio originario de artes, gramática y filosofía en el siglo XII, elevado a “Universitas magistrorum”, como la de París. Demanda de Medicina en la pública; oferta de Enfermería o Psicología entre otras en la Universidad San Jorge, con alumnos de 29 países.

Todo casi perfecto si no fuera… porque las expectativas de las escuelas infantiles, para niñas y niños con necesidades o capacidades especiales, no suelen cumplirse en cursos algo más avanzados. El recorte de horario a media jornada hace que falten profesores de apoyo; ídem con los  recursos informáticos. Lara, de 8 años, no sabe si este año va a tener cubierta su logopedia, su lengua y matemáticas. Y aunque no es como en nuestra generación, que no íbamos ni siquiera a la escuela, sin diversidad de dones o colores, faltan muchas lecciones que enseñar.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 15 de septiembre de 2024).

Paralímpicos

Paralímpicos

Foto Javier Etxezarreta / EFE

Teresa Perales, María Delgado, Sergio Ibáñez y Eduardo Santas, Jorge Cardona y los debutantes Jian Wang Escanilla, Winsdom Ikhiuwu y Fernando Galé, nuestros atletas aragoneses. Unos veteranos de Tokio y de Juegos anteriores, otros estrenándose en las pistas e ilusionados por subir al podio.

Entre los veteranos, Teresa Perales, que ha logrado el récord junto al estadounidense Michael Phelps, con 28 medallas en su ya prolongada trayectoria. Premio Princesa de Asturias al Deporte, la sirena del Ebro según Antón Castro en Los seres increíbles e inmortalizada en un retrato de Eduardo Laborda –pintor a caballo entre Zaragoza y mi amada Soria–, que lograría además un honorable quinto puesto en los cien metros libres.

El ciclista Eduardo Santas, en sus terceros Paralímpicos y con una estrategia de esfuerzo y progresiva, consigue la plata. Y la también nadadora María Delgado llega al bronce y entre en la final. “Poder estar con mi gente y salir a abrazarla es algo que me hace muy feliz”.

Y hay otras muchas historias de superación, como la del valenciano Ricardo Ten y el catalán Sergio Garrote, que sin extremidades llegan al oro en sus vehículos adaptados; el español de origen marroquí Yassine Ouhdadi, que logra otra medalla áurea con su diversidad visual; Susana Rodríguez y su guía Sara Pérez, un tándem de oro en el triatlón; o la británica Jodie Grinham, bronce en tiro con arco a sus siete meses de embarazo.

Y mil y una anécdotas que contar, como la del iraní Morteza Mehrzadselakjani, jugador de voleibol en silla de ruedas, que ha de dormir en el suelo debido a sus dos metros y medio de estatura –el segundo hombre más alto del planeta–.

Sin embargo, hay otros Juegos Olímpicos paralelos, los que cada cual disputamos en nuestra vida. Yo los conozco bien. Gracias a mis padres, mis tíos y toda mi familia, no he hecho otra cosa que carrera de fondo con obstáculos. Hoy le toca a mi padre, en el hospital, intervenido de cadera, con tan solo 90 años –parece que fue ayer–. “He competido en la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (segunda carta de San Pablo a Timoteo, 4, 7). Quizá ganar el oro no esté en esta tierra, o acaso en parte sí.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 8 de septiembre de 2024).

El mundo del revés

El mundo del revés

Foto cartel "Del revés 2"

“Ahora que vamos despacio, / ahora que vamos despacio. / Vamos a contar mentiras, / tralará, / vamos a contar mentiras. / vamos a contar mentiras. / Por el mar andan las liebres, / por el monte las sardinas, / tralará. / Por el monte las sardinas, / por el monte las sardinas”.

Seguimos con las pelis supuestamente infantiles. Riley es una bebé, que, como todos los bebés del mundo, viene con la Alegría bajo el brazo, enseguida el llanto, la Tristeza, el Asco por las comidas nueva, el Miedo que la salva de hacerse pupa. “Del revés” (Inside Out, 2015), de Disney y Pixar, Óscar al Mejor Film de Animación, nominado al Mejor Guion Original y Globo de Oro, entre otros, nos sorprendió. Las voces que todos escuchamos en la mente se mezclan con las emociones que vamos descubriendo desde dentro y los recuerdos felices.

Este verano de 2024 ha llegado a las pantallas “Del revés 2”. Riley ha crecido demasiado deprisa y es ya toda una adolescente. La sede central de su mente corre riesgo de demolición al dar cabida a nuevas emociones: la Ansiedad, encargada de planificar el mundo y el futuro, la Envidia, la Vergüenza, el Aburrimiento. Las potencias de alma, como diría Teresa de Jesús, también pueden expresarse con dibujos animados. La chica se siente incapaz de ir al campamento con los amigos o jugar en limpio el partido de hockey. Se siente insegura y a su vez desprecia a los demás.

Una, que en la carrera aprendió a relacionar conceptos y situaciones, siempre sin extrapolar, lleva el enfrentamiento mental y con los otros de la película al contexto internacional y bélico, político –Maduro, Sánchez, tráfico de influencias, separatismo…–, de las luchas de poder, la violencia doméstica y cotidiana, el desprecio de los marginales y diversos, etc.

“Quizá la Alegría disminuye según te haces mayor”, afirma uno de los personajes en la segunda parte. Y acaso contrarrestarlo sea una de las enseñanzas de la cinta, de dentro para fuera, de abajo hacia arriba, del inconsciente al mundo racional, de lo más pequeño a lo mayor. “Mi abuelo tenía un peral / criando ricas manzanas. / Y cuando le tiraban piedras / caían las avellanas, / tralará, / caían las avellanas”. ¿Se imaginan recogiéndolas a Puigdemont?

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 1 de septiembre de 2024).

Cojeras de verano

Cojeras de verano

Foto cartel de Buffalo Kids

No éramos discapacitados ni minusválidos, sino cojos. Eran tiempos de Auxilia. Aquella tarde de sábado, en el parque grande, uno de nuestros monitores, Javier, se levantó de su silla de ruedas aclamando a voz en grito: “¡Milagro, milagro!”. Unos señores mayores del banco de al lado quedaron estupefactos. Una anécdota más, entre tantas.

Veía la semana pasada la película “Cuerpo escombro”, de Curro Velázquez. Una parodia a todas luces. Javi –Dani Rovira–, instado por su hermano Fermín, y ante el eventual desahucio de la casa paterna, decide hacerse pasar por paralítico cerebral para encontrar empleo. Algo tan sencillo como doblar un brazo y torcer un pie. La cosa se complica cuando surge el amor entre Javi y su jefa en robótica aplicada a la diversidad funcional – Cassandra Ciangherotti–.

Todo en esta cinta puede pasar por el tamiz de la crítica y el humor: la discapacidad y su imagen social, la sanidad y el orden público, los migrantes, la picaresca actual… Como crítica, la aparente superficialidad de lo que para muchos es una lucha diaria, rayando según se mire el insulto.

El otro día le tocó al largo de dibujos animados “Buffalo Kids”, de  Juan Jesús García Galocha y Pedro Solís García –el creador de “Cuerdas”, Goya al Mejor Corto de Animación 2013–. Tom y Mary, dos hermanitos huérfanos irlandeses, viajan al salvaje Oeste, en pleno siglo XIX del sueño americano, y allí conocen a Nick, un niño gran dependiente que pronto se convertirá en su compi y guía de aventuras, vida y superación.

Del barco a Nueva York al tren que les conduce a California, donde a un grupo de veintidós pequeños les esperan sus nuevas familias de adopción. La dureza del rechazo al niño con discapacidad, que no puede hablar ni apenas moverse, contrasta con el tesón de los tres amigos y el resto del grupo, adultos que los cuidan y menores. Solo así se supera al enemigo –el ávido buscador de oro–, y se traba amistad con los búfalos y con la tribu o nación cheyene.

Humor, western y humanidad, transformados como nunca en belleza cuando se vive en carne propia la diversidad – Juan Manuel Montilla ”’El Langui”–, o se ha perdido a un hijo –Pedro Solís–. Se hace familia al andar.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 25 de agosto de 2024).

Mi pueblo, mis raíces

Mi pueblo, mis raíces

Foto José Manuel Zabalza

Tras las Fiestas del Ángel y San Lorenzo, para mitad de agosto Europa, España y Latinoamérica celebran los festejos de la Virgen de agosto –la Asunción– y de San Roque. Calatayud, El Burgo de Ebro, Pedrola, Caspe… y en Soria Velamazán, su pueblo –el de toda mi familia– y el mío, donde tanto amé.

El 15 de agosto, tras la misa mayor, siempre se saca a la Virgen de la Dehesa en procesión, desde el portalejo de la iglesia de la Santa Cruz, dando la vuelta al pueblo. Al ritmo de los cohetes, que tanto disfrutan los chiquillos. Después supe que la iglesia se construyó en el siglo XVII, gracias al donativo de una señora rica, que logra sanar a su familia de la peste. Tras la Luminaria de la noche del 15, en agradecimiento por la cosecha, le tocará a San Roque, patrono de las epidemias y los perros, salir de procesión. Vestimenta de peregrino, con bastón y sombrero, una llaga en la pierna, y el perrillo fiel con el pan en la boca.

La solemnidad de la Santísima Trinidad se pasó al tercer día de las fiestas de agosto, por eso de ser más concurrida, el mismo día en el que cumplo vida. Y siempre los abuelos, poniéndose majos para la misa, vigilando la fogata y ayudando a los nietos a echar un tronco más de la memoria. Y después los padres y los tíos, abuelos ya, retomando el relevo, el reciento, la vida. Y cuando ancianos, alimentando el fuego, silenciosos, como árboles perennes, que nos tienden sus ramas.

Yo tuve un  pueblo, lo tengo, lo tendré. Preservaré la herencia de Roque, el occitano, que peregrinó de Montpellier a Italia por curar los demonios de la peste. Nutriré las raíces de mis padres y abuelos, y de los padres de sus padres, para que las aves del futuro se posen en sus ramas. Transmitiré el legado aprendido, madurado despacio, a mis sobrinos, y ojalá a los hijos de sus hijos. Que no se pierda el tronco que nos vio crecer.

Estos días hemos celebrado, entre comidas familiares, procesiones, charangas, música en las plazas, luminarias y juegos infantiles, a San Roque y María en su Dormición y Tránsito, triunfadora de los poderes de la noche. Tantos años de fiesta en el pueblo me han hecho profundizar en mis raíces: “Todavía / la ermita se levanta en lontananza, / y el viento de poniente trae rosas y violetas” (Pájaros de silencio).

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 18 de agosto de 2024).

Inés Ayala Sender

Inés Ayala Sender

Foto Oliver Duch / Heraldo

Tuve a Carmen Sender de profesora y tutora en el INBAD del instituto Goya. En primero de BUP era la tímida; Carmen Romeo me recuerda haciendo los exámenes orales en la gran aula de exámenes, en un aparte, todavía no tenía la .máquina eléctrica.

En segundo fui a tutoría, una clase pare pocos alumnos, con la hermana de Ramón José, y allí descubrí a la gran profesora y madre. “No he elegido buena profesión, se me olvidan las citas de las obras”. Hablaba con mi madre de la pasión por sus hijas, Inés y Mabel, de su perfeccionismo y sus nervios en las pruebas  y una tarde me dijo: “Tú tienes que escribir, tienes mucho que decir”.

Mi siguiente encuentro con Inés fue en la facultad, yo terminaba la carrera y a ella le tocó suplir por unos días a unos días a uno de nuestros profesores. Quedamos en su despacho con su madre, Carmen, y hablamos de Vicente Molina Foix y de lo poesía actual, de lo mucho que cuesta teclear una novela. Otra velada inolvidable.

La vida nos acerca y nos distancia, por momentos. Inés dejó su ocupación docente y se marchó a Bruselas. Como eurodiputada, trabajó por las comunicaciones transfronterizas con Europa por ferrocarril, la inclusión de la línea entre Zaragoza, Teruel y Sagunto en la red transeuropea, la puesta en marcha de línea internacional de Canfranc.

Cuando venía a Zaragoza alguna vez quedábamos, o nos veíamos por la calle. Esperaba con avidez mi primera novela, me comentaba, mucho más que cualquier nuevo libro de poemas. Ese da íbamos a celebrarlo en grande.

Me alegró sobremanera que asistiese como concejala a la lectura de mi obra que me ofrecieron el Patronato Municipal de Bibliotecas y la Asociación Aragonesa de Escritores, por el Día del Libros y los Derechos del autor de 2021. En las puertas traseras todavía de la pandemia y con mascarilla, no pude invita a muchos amigos. Fue un acto entrañable, en presencia de mi familia, Jorge Azcón y una representación del Consistorio.

“Mi madre estará  orgullosa de vernos juntas”, me susurró Inés al oído. Y tras leer dos de mis artículos sobre discapacidad, proclamó en público: “María Pilar, te lanzaste a editar sin flotador todos los géneros, y lo has logrado”. Puso varios Me gusta en el Facebook de mis dos primeras novelas. La vida no nos dio para más.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 11 de agosto de 2024).