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Santas mujeres

Foto: Santa Águeda, de Zurbarán. https://commons.wikimedia.org
Mujeres que siguieron a Jesús hasta el Calvario, y las que han hecho de la cruz su palma y su victoria. De Santa Águeda de Catania y Santa Lucía, las heroínas de los Sitios –Agustina Zaragoza, Casta Álvarez, Manuela Sancho– o María Rafols, a este convulso XXI. El varón, si no el racismo más recalcitrante, nos ha hecho invisibles y más enérgicas.
¿Tenían alma las mujeres? Hildegard von Bingen, música, científica y mística alemana (siglo XII), aporta el estudio de las enfermedades, desde una perspectiva global, y del cuerpo femenino. Y Claricia, joven con vestido secular, ilumina su página, en la abadía benedictina de los santos Ulrico y Afra (Augsburgo), y se atreve a retratarse columpiándose, colgada de su Q capital.
Rompieron con el silencio impuesto. Isabel la Católica se rodeó de doctas en su Corte: Beatriz de Bobadilla, Beatriz Galindo, Lucía de Medrano, Beatriz de Silva, Catalina de Aragón –reina de Inglaterra–, María de Pacheco… Cariz renacentista y culto presente en Teresa de Jesús, por mucho que hubiese de disimular ante sus confesores. Ya en el XVII, Ana Abarca de Bolea resalta en la poesía aragonesa, según Aurora Egido o Manuel Alvar.
La España ilustrada gira entre la misoginia más atroz y una progresiva apertura, sobre todo en la prensa, preconizando en los dos siglos siguientes figuras como Concepción Arenal y Clara Campoamor. En narrativa, de Cecilia Böhl de Faber –Fernán Caballero– a Emilia Pardo Bazán la escritura de autora dio un giro completo.
Están las escritoras del 98: Carmen de Burgos, María Lejárraga –quien escribía la obra de su esposo, Gregorio Martínez Sierra–, María de Maeztu, Concha Espina, Carmen Baroja… Y las “Sinsombrero” o autoras de la generación del 27, de María Teresa León, consorte de Rafael Alberti, a Rosa Chacel o María Zambrano. Y entre nosotros Lola Mejías, esposa del profesor Eugenio Frutos.
La vida universitaria tampoco fue sencilla del XIX al XX. María Moliner sería depurada por un régimen varonil. María Antonia Martín Zorraquino nos recuerda a su madre, María Antonia Zorraquino Zorraquino, doctora en Ciencias químicas (1929): “Pocas mujeres eran universitarias; fueron pioneras ejemplares. La vida de la casada solía reducirse al ámbito doméstico”. Podríamos seguir.
Sabias y santas madres que han ido dejándonos su herencia: “Soy deudora de mi pasado, de mi abuela, que no sabía escribir” (Ana Alcolea).
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Foco", viernes 5 de febrero de 2021).
Nuevas formas de amar

Foto www.infobae.com
Cada edad, etapa de la vida y de la historia, impasse de sosiego o tiempo turbulento –guerra, hambruna, dictadura, epidemia--, va marcando unos modos de relacionarnos, cortejar, festejar, ligar, atraer, seducir a la pareja. Nada que ver cómo se enamoraban nuestras abuelas, con tímidos acercamientos antes del desposorio, a la libertad pre-sida o pre-covid o este último año. ¿Siguen las mariposas en los estómagos y un canto de ruiseñor en la cabeza?
Escribe Antón Castro en “Los amantes de Teruel”: “Empecé a amarte por la letra redonda de aquella primera carta. / Me llamabas “Madrina, Isabel”. Y luego me hablabas de la nieve, / de la soledad de los campos bajo los bombardeos…” (La danza de la muerte). Catástrofe y amor están presentes en el Decamerón de Bocaccio, o La peste de Camus: “Amar o morir juntos, no hay otra solución”. La realidad supera a la ficción siempre.
Ligar es más difícil con mascarillas y distancia, y pone a prueba la imaginación: palabras que seducen, encuentros y cenas por Skype, intimidad a uno y otro lado, juguetes sexuales que interactúan mediante una aplicación… Vuelven a preferirse las parejas estables frente a la promiscuidad, aunque las que ya lo eran o han fructificado o se han roto de por vida.
Lo de Florencia y Graig, argentina y norteamericano, fue un auténtico flechazo por Instagram, mientras cubrían las protestas anti racistas por el asesinato de George Floyd. “Poco a poco los gritos y las explosiones se alejaron. Permanecimos ocultos más de una hora, para estar seguros de que no nos cogerían si salíamos antes. En ese rato sucedió todo” (Jordi Sierra y Fabra, Las palabra heridas).
Este domingo volvemos a celebrar San Valentín, como en el siglo V, uno de los tres mártires romanos con ese nombre. Posiblemente, el médico y sacerdote que casaba a escondidas a los soldados. Según la ley romana, era incompatible con las armas, y sería decapitado por Claudio II “el Gótico”.
Me impactó el titular: “Una pareja contrae matrimonio en la UCI, justo antes de ser sedados e intubados”. Un amor reposado, como el de la película “Deseando amor”, del chino Wong Kar-Wai. O el de Fermina Daza y Florentino Ariza: “Era como si se hubieran saltado el arduo calvario de la vida conyugal, y hubieran ido sin más vueltas al grano del amor” (El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez). ¡Feliz Día del Amor!
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Foco", viernes 12 de febrero de 2021).
Vacunas y vulnerabilidad

Foto www.freepik.es
Según la Estrategia de vacunación COVID-19 –Consejo Interterritorial, Sistema Nacional de Salud–, “evaluando los riesgos de exposición, transmisión, morbilidad grave y mortalidad”, se han considerado unos primeros grupos susceptibles de inmunización: residentes y trabajadores en residencias, personal sanitario y socionanitario de primera línea y otro personal sanitario, personas consideradas grandes dependientes y mayores de 80 años.
Aunque no sea exactamente igual un varón o mujer de 81, que no se valen por sí mismos, que mi tía de 94, que sigue viviendo sola y completamente lúcida en su casa. Las defensas bajan con la edad, eso es cierto.
El grupo cuarto sería el de “grandes dependientes, es decir, con necesidad de intensas medidas de apoyo”, no institucionalizados. Y yo haría dos subgrupos: grandes dependientes vulnerables y no vulnerables. Vulnerable, ‘que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente’ (Diccionario de la lengua española).
Personalmente, yo no me he sentido nunca especialmente vulnerable. Desde que con un añito, en el tacatá, unía mis manitas mimetizando a las señoras, a la Primera Comunión, cuando quería levantarme y cantar como los otros niños, a mis Estudios Primarios, el Bachillerato a Distancia –Carmen Sender, Rosa Palacios–, la Universidad presencial, salidas con amigos, o un amor y una sexualidad sin diferencias.
Claro, necesitamos mucho apoyo, lo que casi siempre se obvia o se olvida. Una asistencia personalizada, que los gobiernos y la administración siguen negándonos. Me llegaba esta nota: “32.000 (grandes dependientes) no podrán ser vacunados. Al no haber sido valorados, no están localizables. También se excluye a las 134.000 cuidadoras no profesionales que deberían ser vacunadas por estar cuidando a las personas grandes dependientes” (Foro de Vida Independiente).
Siempre hay discriminación. Esperemos que no se repita el triaje de la primera ola: “Cualquier persona con deterioro cognitivo, (…) no será subsidiaria de ventilación mecánica intensiva” (Grupo de Trabajo de Bioética de la SEMICYUD, Madrid).
Hay miles de diversidades funcionales, y de enfermedades que invalidan. ¿Es mucho pedir diferenciar? “…en su opinión, el camino correcto es vacunar al "100% de los grupos vulnerables y seguir con las medidas restrictivas” (Margarita del Val). ¿Quiénes más vulnerables?
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Foco", viernes 19 de febrero de 2021).
Joan Margarit

Foto José Jiménez. Ceremonia íntima en el palacete Albéniz (Barcelona).
Vivió y escribió entre dos dolores, de la guerra civil a la pandemia. No le quitó la vida, pero le robó como a tantos la ilusión, para él de festejar como se merecía el Premio Cervantes 2019. Aunque estaba de vuelta: “La libertad es una librería. / Ir indocumentado. / Las canciones prohibidas”.
Sus más de treinta poemarios, su Cristóbal Colón, el estadio y anillo olímpico de Montjuic o la Sagrada Familia, no desdoran su cátedra de Cálculo de Estructuras en la Escola Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. “Albañiles al alba encienden fuego / con restos de encofrados”.
Joan Margarit es de esos poetas “que no suelen abanderarse en la espontaneidad sino en la densidad” (José-Carlos Mainer). Estación de Francia, Cálculo de estructuras o Casa de misericordia retrotraen al pasado, pero la belleza se encarna en Joanna, la hija con síndrome de Rubinstein-Taybe que sintió perder en ocho meses: “La he cambiado por la seducción / de la ternura iluminando el hueco / que la razón dejó en tu rostro”.
Nacido inmigrante en Sanaüja (Lleida), por esas cosas de la vida y la guerra. Sus primeras palabras son castellanas, para saberse pronto cómodo en el catalán. Un adolescente que ama a Góngora y Quevedo, Machado y Juan Ramón, Josep Pla, Martí i Pol, Salvador Espriu, pero también a Paul Celan o Rilke; todo un símbolo de consenso. “Es el niño callado que jugaba solo. / Permanece detrás de estos ojos de viejo, / resiste la embestida brutal del mediodía / oyendo los confusos versículos del mar”.
Hombre comprometido con el tiempo y sus circunstancias, desde lo cotidiano: “Cuando veníamos de noche / a tirar la basura, / nos quedábamos a ver el firmamento”. Un niño grande que ve pasar irremisiblemente la vida, y se duele, y se extraña: “Y hay tanta oscuridad en cada manga / que las manos, artríticas y frías, / son un olvido o una despedida”.
Un demiurgo que sana desde la experiencia en este oscuro año para olvidar. “Solo sé que me marcho con mis muertos”. Un poeta que supo construir un edificio sólido y confortable. La semana pasada nos dejaba. “Cavar entre las piedras, los terrones, / las raíces que nunca arrancarás”. Y habitamos su obra, para siempre.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 26 de febrero de 2021).