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Conde, cifra y signo

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El “arjé” en José Antonio Conde es la palabra. ¡Cómo me recuerda a Fernando Ferreró! Según apuntaba ya Rosendo Tello, entre la línea onírica que bebe de César Vallejo –los Labordeta, Ciordia, Julio Antonio Gómez, el propio Tello o Emilio Gastón–, y el realismo más comprometido de Manuel Pinillos, Luciano Gracia, Gúdel, Blancas o Luesma Castán, “Ferreró se adentra por cauces más intelectualistas y puros, al modo de un Salinas o un Guillén” (OPI-Niké. Cultura y arte independientes en una época difícil). Y a esta tercera vía se suma el autor del “signo impreciso”, en apariencia.

 ¿En qué espejos se mira el poeta inspirado? ¿Qué principio le mueve a entrelazar los números del sortilegio órfico? El lector iniciático encuentra siempre una pista: “La palabra se llena de principio”. Que a su vez nos enlaza con la cita inicial del poemario: “Todo está lleno de Ser” (Parménides). Porque Conde vuelve a loa presocráticos para buscar más allá de la “phisys” el principio y el fin de todo cuanto vive en el poema.

“Lo contrario del decir / es otro decir impalpable”. Los juegos de contrarios de Anaximandro o Heráclito cobran en nuestro autor un movimiento peculiar, del verbo creador a la mudez, alba de luz e incertidumbre, signos imprecisos que acechan a la palabra. “Nutrir la imagen de silencio, / mejor aún, / de lo que hubo antes del silencio”. ¿No oímos entre los blancos de la página el balbuceo de San Juan de la Cruz? Un nuevo eslabón de la cadena: la poética del silencio, tan bien estudiada por Aurora Egido, de José Ángel Valente a Edmond Jabés.

“Contracción del verbo. // Materia luminosa / a la espera de señales”. La visión imperceptible sostiene al Ser uno (Parménides de nuevo), más allá de la herida, el vértigo o la congoja. Desconocerse lleva a la ceniza, a la afección al claroscuro. Estamos a las puertas del logos, que inaugura otro orden espiritual y cósmico: “Y dar voluntad al órgano / que domina el consuelo / humanizar el laberinto / desde  el gozo hasta la razón”. Hay guiños indelebles a Manuel Esteban –“la mirada alberga una decepción”–, Amado Nervo –“dentro de ti cabe el universo”– o Alfredo Saldaña al pasar de largo como el humus. ¿Quién dijo que la lírica pura no lleva al compromiso? “Humillado el ombligo, / crece la realidad transitiva”. O a  la crítica social certera y acerada: “A estas alturas, / no cabe la imposición / de un pensamiento consanguíneo”.

Palabra, conocimiento, silencio, logos, compromiso, sátira social, principio y fin en el último poema, escalas “in crescendo” de un mismo movimiento. Un libro circular. Y mientras tanto, curiosas sinestesias, antítesis y dualismos, juegos de palabras, adjetivación minuciosamente colocada. “Movimiento y oído, / oscuridad y cruce”. Se siente que José Antonio Conde ha disfrutad con la génesis del libro, del número pitagórico o el agua de Tales de Mileto a un filósofo ultra postmoderno como Francisco de Jarauta –“tras la niebla, / comprobamos la luz / ha sido inútil”–; sin olvidar a Horacio. Nada en el microuniverso del poema ha respondido al azar.

María Pilar Martínez Barca

(“Poesía. Conde, cifra y signo” –comentario a El signo impreciso, de José Antonio Conde, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Colección La Gruta de las Palabras, 2013, 60 páginas–, Heraldo de Aragón, «Artes y Letras», jueves 31 de octubre de 2013).

02/11/2013 00:11 pilmarbarca Enlace permanente. Articulos No hay comentarios. Comentar.

Santos del siglo XXI

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Imagen: www.rtve.es

Santo, “en el mundo cristiano, persona a la que la Iglesia declara tal, y manda que se le dé culto universalmente”. Me quedo con una acepción más de andar en zapatillas: “Dicho de una persona: De especial virtud y ejemplo”. Y es que a mí me enseñaron a diferenciar el día 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, del día 2, festividad de los fieles difuntos. Santos en potencia somos todos, y muchas veces en acto.

Lo que pasa es que solo reconocemos las bondades del prójimo después de muerto, pero hailos los hay. Más allá de las madres abnegadas, la pareja que sigue dando su vida por amor –literalmente con frecuencia por desgracia–, quien cumple su trabajo con pasión y gozo; mi amiga Elena por ejemplo consulta al corazón y a las estrellas ante cada pequeña decisión. Me recuerda Amparo Portilla, mujer lanzada, enamorada y madre en proceso de beatificación. Así, con y griega, vino Loly a mi vida aquel agosto en unas colonias de la Frater. “Mira, como el Señor sabe que estoy débil me han tocado dos formas. No se le escapa una”. Se ha marchado en silencio, como vino.

Y he conocido a muchos buenos curas, compañeros de viaje y psicólogos. Aunque esto de la santidad tiene su aquel. ¿Hay también jerarquías? En el pueblo hay tres santos: San Roque, su patrón; el beato Antonio Rodrigo, joven mártir franciscano en la guerra civil, y Petra “la chaparrita”, humilde y trabajadora –llevaba las faenas más pesadas– que, de tan pobre, no tuvo ni conocidos que testificasen en su posible proceso. Una lápida sin nombre en la iglesia selló para siempre su cuerpo incorrupto. Solo tres letras: R.I.P.

Mártir, “persona que padece muerte por amor de Jesucristo y en defensa de la religión cristiana”. Pero también, “persona que muere o padece mucho en defensa de otras creencias, convicciones o causas”. ¿En nombre de qué credo tantos niños no llegan a nacer? ¿Por qué murió Asunta, supuestamente en manos de sus padres adoptivos? “Hay que morir alguna vez en la vida. Con solo 16 años es un icono global contra el integrismo. Los talibanes le arrebataron su infancia a balazos. Sin miedo. Sin rencores. Esta es su historia”, así comienza Rosa Montero su entrevista a Malala en El País.

Juan Pablo II, pronto oficialmente santo y mártir él mismo en su natal Polonia, comienza ya a llamarse “el Papa de los mártires del siglo XX” –7000 en España, 200.000 en la Unión Soviética–, como el papa Dámaso lo fue en el siglo IV. Uno de mis santos y mártires favoritos, el Hermano Roger, de la comunidad protestante-ecuménica de Taizé (al sur de Francia).

Y están los ángeles, “en la tradición cristiana, espíritus celestes criados por Dios para su ministerio”. Según la tanatóloga Elisabeth Kübler-Ross, muchos pequeños que fallecen ven inmediatamente antes a sus abuelos o familiares cercanos que ya no están aquí. ¿Peco de heterodoxia si digo que mis ángeles son mis tíos? Mario Vargas Llosa escribe sobre el héroe discreto. El papa Francisco habla de esa clase media de la santidad a la que todos pertenecemos.

María Pilar Martínez Barca

(“Santos del siglo XXI”, Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Día a día",  viernes 1 de noviembre de 2013).

02/11/2013 00:31 pilmarbarca Enlace permanente. Articulos No hay comentarios. Comentar.

La discapacidad y la ley

Hay cuestiones enrevesadamente complicadas. Como persona, sin etiqueta alguna, siento un enorme alivio al recordar palabras como las pronunciadas el pasado julio por Alberto Ruiz Gallardón, ministro de justicia: “La malformación del feto no será ya un supuesto para abortar”. Nada que ver con ser casposo o progre, de izquierdas o de derechas, católico o contrario a toda creencia religiosa. Libertad por encima de todo. “No solo debe tener la mujer el derecho a decidir sobre un embarazo no deseado, sino que también es necesario que las condiciones socio-económicas y laborales permitan que las mujeres que quieran ser madres puedan serlo” (Elfriede Harth, socióloga e integrante de Católicas por el Derecho a Decidir).

Simplemente, cuando vi la primera ecografía de mi sobrino mayor –un puntito apenas– supe que ya era tía. Y numerosos colectivos se han felicitado por  la decisión del señor Ruiz Gallardón, que malformación no es sinónimo de sufrimiento, y no solo de economía y modelo médico viven las mujeres y los hombres. Javier Romañach, del Foro de Vida Independiente y Divertad, afirmaba hace poco: “Sin embargo, desde "el otro lado del espejo" las cosas se ven de otra manera. Antes de mi accidente, es decir antes de 1991, yo pensaba igual. Ahora, con 21 años de experiencia en la diversidad funcional, me parece irrisorio afirmar que una persona está condenada al sufrimiento si tiene: parálisis de ambas piernas, incontinencia de heces y orina, deformaciones en piernas y espalda, atrofia en los músculos. Y me parece irrisorio porque es como soy y vivo todos los días desde hace 21 años, y no sufro, vivo”.

Pero las mujeres sí hemos retrocedido, con menos libertad y capacidad de decisión que nunca. El señor Gallardón, en su compulsión irrefrenable de cambiar el Código Penal, se saca otro articulito de la manga: “El Ministerio de Justicia descarta eliminar el artículo 156.2 del Código Penal que despenaliza la esterilización forzosa de personas con discapacidad declaradas incapaces judicialmente porque considera que no se trata de una vulneración de sus derechos”. Las chispas saltaron enseguida. “Hay muchas formas de evitar embarazos, no podemos usar mutilaciones”, denunció Ana Peláez, comisionada del CERMI en la ONU. Aunque la violación de derechos no es privativa de personas con diversidad funcional del sexo “débil”: “Gallardón permite el internamiento perpetuo de enfermos mentales. […] El nuevo reglamento permitirá que una persona permanezca encerrada incluso por delitos que no ha cometido, en previsión de los que pueda cometer”.

Quien hace la ley, hace la trampa. “Curiosamente el rocambolesco suicidio de Ramón Sampedro fue visto, me atrevería a decir, con naturalidad por una buena mayoría de personas. […] Pero el hilo conductor de este breve apunte hace referencia a lo normal que vio la gente ese suicidio  y lo anormal que ven, por ejemplo, la vida de Stephen Hawking”, escribía Jesús García en su blog. Somos tremendamente humanos y contradictorios.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "La opinión", miércoles 13 de noviembre de 2013).

18/11/2013 14:20 pilmarbarca Enlace permanente. Articulos No hay comentarios. Comentar.


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