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Se muestran los artículos pertenecientes a Enero de 2014.

Nace Dios

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Foto: Heraldo.

“Entre un buey y una mula / Dios ha nacido…”. Parte de un célebre villancico popular cantado por los siglos de los siglos, que pasó a formar parte de nuestra educación sentimental de la más tierna infancia. Y nos quedamos tan anchos.

Veía la otra noche por televisión un interesante reportaje sobre un campo de refugiados en Burkina Faso. Me recordó un belén de aquel país, hace dos o tres años, en la exposición Belenes del mundo del Joaquín Roncal. Y es que los niños, morenitos, parecían figuritas de aquel otro Nacimiento africano de madera, raquíticas y esquemáticas. Solo que esta vez los muñecos tenían movimiento y vida propia –es un decir lo último–.

Escenas más que conmovedoras: los papás que acompañan a sus niñas, enfermas de malaria y desnutrición, durante varios días en el hospital prácticamente improvisado; la sala de colchones que hace de paritorio, o la balanza –una romana con plato– para pesar a los pequeños. Acceder a la escuela prefabricada es todo un lujo; pero pasar la frontera del parto y los primeros meses de existencia no lo es menos en muchas ocasiones. El dulce proteínico que Acnur reparte por aquellos países, y cuya sobras lamen otros niños como sabrosas chuches, es un buen paliativo. Las mujeres allí no se plantean aborto sí o no: les sale espontáneo. ¿Cómo sobreviven los bebés que vienen a este mundo con una limitación algo severa?

“Para ponernos en la piel de un refugiado, hay que pensar que lo hemos perdido absolutamente todo”, afirmaba la presentadora. Mientras, aquí volvía a caldearse la polémica: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”, frente al “Hay que defender la vida y la dignidad humana por encima de todo”. ¿Retroceso retrógrado? ¿Dónde el avance socio sanitario universal si volvemos al modelo espartano del monte Tageito? Malformaciones no, gracias.

¿Volveremos a ver a más niños con síndrome da Down en nuestra escuela inclusiva? ¿O, por el contrario, habrá más viajes a países lejanos para desencargar bebés? El rostro de la reportera lo decía todo: ¡Qué ricos! ¡Qué ternura! ¡Qué impotencia! Muchos niños no tienen ni una tienda donde guarecerse, pero sus padres se vinieron para salvar la vida. “Ay del Chiquirritín, / Chiquirriquitín, / metidito entre pajas; / ay, Chiquirritín, / Chiquirriquitín, / queridín queridito del alma”.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Día a día", martes 31 de diciembre de 2013).

05/01/2014 01:34 pilmarbarca Enlace permanente. Articulos No hay comentarios. Comentar.

Buenos días, alegría

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Fuente imagen: google.es.

Cuentan que empieza a verse la luz dentro del túnel; que vamos a comenzar a remontar y a olvidar ciertas palabras –recesión, crisis, paro–. Se comenta que va a crearse y no destruirse más empleo. Dicen que la Historia es un péndulo y el fiel se inclina ya del lado positivo. Cuentan… ¿Cuentos?

Todavía alimentos y productos básicos parece que van a triplicarse. El monstruo de las siete colas las sigue alargando ante las oficinas del Inaem, los comedores sociales y muchos contenedores de los híper. Entre sus lenguas de fuego y la noche oscura de sus fauces nos ha nacido, sin embargo, una nueva criatura: 2014.

Zamora no se gana en una hora; y las cosas no suceden en un abrir y cerrar de ojos, ni de la noche a la mañana. Mientras hay vida, queda siempre esperanza. Y el amor no se mantiene en un punto, sino que crece o decrece, como decía Teresa, la santa de Ávila. Nacer: empezar a salir de su semilla, aparecer, dejarse ver en el horizonte, prorrumpir, brotar, originarse, iniciar una nueva actividad, abrirse… ¿Habrá tantas posibilidades como sinónimos?

Frontera, puente, paso. No es casual que al cambiar de año expresemos los mejores deseos; va más allá del rito. Salud para los niños y los mayores, que ahora los abuelos mantienen muchas veces a la familia; trabajo para todos, o para muchos; euros en el bolsillo para poder llegar a fin de mes. Y un poco más allá, la mejor asistencia sanitaria, formación con mayúsculas, enseñanza inclusiva que no disgregue a nadie por razón de sexo, origen, o diferencia física o intelectual.

Ya puestos a soñar, que empiecen a dotarse económicamente los recursos para la Dependencia, ya sea ayuda a domicilio o asistencia personal. Que podamos decidir sobre nuestra propia vida, las mujeres con y sin diversidad funcional, la pareja, los niños. Que nos dejen crecer en libertad.

“Buenos días, tristeza”, un verso de Paul Eluard que inspiró la célebre novela de Françoise Sagan y posteriormente la película. Antes me sucedía al caer una hoja más del calendario, y más por estas fechas; pero también en eso se madura. “Suena, guitarrico mío; / suena, guitarrico, suena, / y no te importe que el viento / vaya barriendo tus quejas”, como reza la jota. Bienvenida, esperanza.

María Pilar Martínez Barca

 

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Día a día", sábado 4 de enero de 2014).

De res publica

 

 

En latín, cosa pública, asunto de interés común. De ahí el romance república, “cuerpo político de una sociedad”, o “causa pública, el común o su utilidad”, dos de las acepciones del castellano de hoy. ¡Cómo van cambiando y transfigurándose las palabras! Véase por ejemplo matrimonio, opuesto a patrimonio –de raíz y connotación femenina y masculina respectivamente–.

Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda. Viene todo esto a colación de que de la “politeia” griega a la política actual va un abismo de siglos y de mentalidades. O quizá no tanto, que ya a Platón le preocupaba la ética, la moral y la justicia de ese animal político que es el “homo sapiens” en sociedad. ¿Habrán elaborado un tratado a conciencia de la “polis” esos nuevos partidos que quieren presentarse a las elecciones europeas?

La marca se ha cambiado por el producto en sí, igual que en las farmacias los genéricos a raíz de la crisis –“mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales”, frente a recesión, “acción y efecto de retirarse y retroceder”–. A los ciudadanos de a pie o sobre ruedas no nos convencen ya las siglas.

Que nos bajen la luz, no nos suban el pan de cada día y creen más puestos de trabajo –“ocupación retribuida”–. Ese sí es un lenguaje de accesibilidad universal, que lo entendemos todos. Que cuentas y presupuestos se ajusten a números y necesidades reales, la justicia sea igualitaria, se construyan colegios en los barrios nuevos y los octogenarios dependientes –“persona que sirve a otra o es subalterna de una autoridad”– no deban esperar dos años para optar a una residencia. O muchos nos conceden plaza residencial cuando lo que pedimos es poder disfrutar de nuestras capacidades diferentes en nuestro propio entorno.

¿Juego con las palabras? ¿Y quién no? Veía el otro día la película “La ladrona de libros”, inspirada en el libro de Markus Zusak: la palabra como hálito de vida y poder en pleno imperio nazi. De eso nuestros políticos y lingüistas siguen sabiendo un rato. Aunque más que el poder es la necesidad de sentirnos queridos: “Mi vida ha recomenzado varias veces. El día que perdí las piernas, el día que retomé el deporte, el día que conocí a Juan Pablo, que hoy es mi marido, el día que nacieron mis sobrinos y, por supuesto, el más especial y determinante. (…) ¡Íbamos a ser papás!” (Nunca es demasiado tarde, princesa, Irene Villa).

Volvamos a Platón: Vemos solo las sombras en la Caverna, nunca la realidad. ¿Es así la política?

 

María Pilar Martínez Barca

("Sobre la cosa pública", Heraldo de Aragón, "Tribuna", "La opinión", martes 28 de enero de 2014).

29/01/2014 00:56 pilmarbarca Enlace permanente. Articulos No hay comentarios. Comentar.


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