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Divino tesoro

Foto www.elperiodico.com
El pasado fin de semana, 1 y 2 de mayo, se clausuraba la exposición “Como si presente me hallase”, en el Alma Mater Museum. Un total de 34 esculturas, de autores aragoneses –Antonio Palao, Félix Burriel o los hermanos Albareda– y españoles, recrean cuatro escenas principales de la religiosidad tradicional: la Última Cena, la Oración en el Huerto, la Crucifixión y la Resurrección. Me quedé con la Cena, grupo escultórico integrado por el “Señor de la Cena” y “Apostolado y perrillo”, ambos del sevillano José Antonio Navarro Arteaga. Figuras a tamaño natural y el Padre Nuestro en arameo de fondo, entras en la celebración como una comensal más, sin restricciones.
El vídeo sobre la Semana Santa aragonesa y el tambor, en la voz de Luisa Gavasa, te eleva al paraíso sin probar un solo éxtasis. Y sales a la plaza del Pilar y encuentras a grupitos de jóvenes gritando, y riendo, y fumando, y divirtiéndose, sin mascarillas. A una semana de levantar el Estado de Alarma. Seguramente es otra forma de religarse con la vida, de celebrar. Me vinieron los dos versos sin duda más citados del nicaragüense Rubén Darío: “Juventud, divino tesoro, / ¡ya te vas para no volver!”.
Unas primeras letras a cargo de mis padres, la asociación Auxilia, la parroquia, el Bachillerato a Distancia, colonias de verano, la Universidad presencial, amigos que crecen como racimos, una progresiva normalidad, el eterno enamorarse del amor… Cada generación y etapa trae sus dificultades, y este último año despertar como joven no ha sido sencillo. Confinamiento severo, clases on line o semipresenciales, interminables restricciones, relaciones por smarphone o tablet.
Y el virus y las sanciones continúan: mascarillas, bebidas en la calle, distancias en interiores, fumar a menos de dos metros, no confinamiento domiciliario, fiestas ilegales… Y además, las pruebas después de varios días contagiados, test poco fiables, bajo porcentaje de vacunación.
Educación sentimental más ansia de aire libre. El autor de Azul y Cantos de vida y esperanza escribía a su amor de madurez: “… lazarillo de Dios en mi sendero, / Francisca Sánchez, acompáñame”. Siempre le urgieron el abrazo y el beso, “síntesis de eternidad”.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", viernes 7 de mayo de 2021).
Caballero Bonald

Foto Paco Campos / Efe
Conforme avanza la década de los 50, se iría superando el realismo social. Brines, Barral, Valente, Goytisolo o Gil de Biedma. Entre nosotros, la Zaragoza del café Niké. Nacidos entre 1925 y 1935, publicarían a partir de 1952. Una generación capaz de transformar la historia personal en bellísima lírica, tras unas ilusiones infantiles truncadas por la guerra y una juventud sin apenas acceso a la cultura. “Por las ventanas, por los ojos / de cerraduras y raíces, / por orificios y rendijas / y por debajo de las puertas, / entra la noche” (Las adivinaciones, 1952).
Afirmaba José Manuel Caballero Bonald en “Conversaciones en la Aljafería” (2002): “Yo no creo en La Generación de los 50, pero sí en un grupo de amigos con muchas diferencias literarias evidentes. Lo que sí nos unía era muchas cosas en común: éramos noctámbulos, desobedientes, insumisos y luego la actitud antifranquista, que nos unía a todos”, La maestría de José Ángel Valente y Carlos Barral impregnará su verso y su prosa poética: “Aquella impávida, bellísima harapienta que merodeaba por el mercado de Sanlúcar, tenía que ser sin duda la última portadora aborigen del talismán” (Laberinto de Fortuna, 1984).
No sería Espronceda ni marino. Poesía, novela, memorias, ensayo y artículo periodístico, la vocación y el tiempo lo convertirían en minucioso orfebre de la metáfora: “Me fui acercando hasta la lúgubre / frontera de la llama, todavía / reciente el maleficio” (Anteo, 1956).
Premio Platero, Boscán, Premio de la Crítica, Plaza & Janés, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Cervantes, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española… “Las prisas en literatura son como la actividad de la carcoma”. Capaz de enfermar buscando un adjetivo, escribía: “Musgo mefítico, adherencia / matinal de lo inerte, día / a día arrastrándome / hacia un fondo de esponjas / oxidadas, broncas burbujas / balbucientes…” (Pliegos de cordel, 1963).
Cultura no asistió a su sepelio, y en la noticia de su óbito confundieron su fotografía. “Atroz historia venidera, / ¿en qué manos estamos, cuántas trampas / tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?” (Diario de Argónida, 1997).
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", viernes 14 de mayo de 2021).
Tragedias de hoy

Foto Mohamed Sial / Heraldo de Aragón
“Ya somos el olvido que seremos. / El polvo elemental que nos ignora / y que fue el rojo Adán y que es ahora / todos los hombres, y que no veremos”. El soneto, prácticamente inédito de Borges, da título al libro, El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, y a la película, premio Goya 2021 a la “Mejor película iberoamericana”. Entrañable historia del médico colombiano Héctor Abad Gómez, padre de familia numerosa, a la que educa en la libertad, pro Derechos Humanos hasta el final. Un cordón filial que solo empieza a resquebrajarse con la muerte de Marta, la hija artista. Asesinado en Medellín el 28 de agosto de 1987.
“Un libro que desborda de amor confeso, un amor impúdico del que el lector se avergonzará” (Sergio Ramírez). La historia se repite en Colombia, El Salvador, Nicaragua, Venezuela… Hace unos días conmemorábamos el 20 aniversario de la muerte por ETA de Giménez Abad. “¿Cómo pueden matar a un hombre tan bueno?”, en palabras de Cecilia Faciolince, la esposa.
Muchos niños no tienen un recuerdo feliz al que aferrarse. ¿Lo tendrán esos 47.000 palestinos refugiados en escuelas de Gaza, sin suministro eléctrico, y en riesgo máximo de miseria y de covid? ¿Y los jóvenes israelíes? ¿Quién impulsa a lanzarse a las aguas a 8000 inmigrantes, ancianos, mujeres y hombres, adolescentes y mamás con bebés? Con un flotador de plástico que no es ningún moisés salvífico.
No mueve la esperanza, sino la desesperación. “En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo” (Federico García Lorca). La casa de Bernarda Alba, dirigida por José Carlos Plaza, es el drama de la madre viuda, que impone un luto de 8 años a sus cinco hijas y a su propia madre –Luisa Gavasa–. Es, Poncia, la criada, quien lo ve venir: Angustias, la hermanastra, se promete con Pepe el Romano, mientras Adela, la pequeña, vive y muere por amor. Honra y malos tratos se entremezclan.
“Las violaciones de mi tío y padrino se convirtieron en algo rutinario”. “Un hombre mata a su pareja y se suicida”. “Se confirman tres asesinatos machistas en 24 horas” –el último de un niño de 7 años–. El ditirambo clásico y las máscaras nos siguen ocultando dobles rostros.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", viernes 21 de mayo de 2021).
Maestros

Foto Asociación Aragones de Escritores
Comenzar un acto de homenaje con “Imgine” de John Lennon no está nada mal, y más cuando el homenajeado es tan polifacético como José Verón Gormaz (Calatayud, 6 de septiembre de 1946). La Asociación Aragonesa de Escritores homenajeaba estas dos últimas semanas, en el Salón de Columnas de Caja Rural de Aragón, al poeta bilbilitano y a Ángel Guinda, ambos Premio de las Letras Aragonesas.
Tras la presentación de Fernando Sarría, José Antonio Conde haría la semblanza: Ingeniería Técnica (1970-76), Administración y Planificación de Empresas en la Politécnica de Madrid; Hijo Predilecto de Calatayud, Medalla de las Cortes de Aragón… Miembro de la Real Academia de San Luis, 100 exposiciones, 300 premios de fotografía. Dijo el poeta árabe: “La mejor descripción es la que hace del oído un ojo”. Desde Legajo incorde (1980), 24 de poesía, 8 de narrativa, 5 de inspirada fotografía, cientos de artículos.
“Si deseas cruzar a la otra orilla, / imprégnate primero del lugar que abandonas”. Compromiso luz-palabra. Pasión y memoria, incorporación todas las realidades. Yo sé que tus labios me nombran esta tarde, / porque el viento ha parado y duerme la tormenta”. Javier Fernández, presidente de la Asociación, expresó el afecto y la admiración de todos.
A Ángel Guinda (Zaragoza, 1948), despertó a la poesía gracias a la escultura de la pareja de enamorados bajo la lluvia, de Manuel López. De Vida ávida (1980) a Los deslumbramientos (2020). 26 libros de poemas, 2 ensayos sobre poesía, 3 libros de género fronterizo, 6 manifiestos poéticos, 8 traducciones, 448 artículos… Un dvd y dos cd, más la película “La diferencia”, de David Francisco, Coautor del himno de Aragón.
“Liaba el cigarrillo / como enrollando su vida en una alfombra, / con lentitud y minuciosidad, / dispuesto a la mudanza decisiva”. Su poesía es objeto de belleza y sujeto de conducta. “La casa estaba en orden / frente al caos del mundo. / Un libro abierto / sobre la mesa / me miraba”. ¿Toda la luz del mundo o “un acto de destrucción”? “Lo diría una indígena y tendría razón: / Ustedes tienen la vida organizada en cajas”. Siempre entre Rimbaud y San Juan de la Cruz. “Me he fumado la vida / y la vida me ha fumado a mí”.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 30 de mayo de 2021).